Estación Policiaca. Norte de la Capital. 5-Nov.
Es un edificio amplio y con varios despachos; regularmente está llena de policías, delincuentes, discusiones, música en volumen bajo y todos los sonidos que acompañan a diario a la estación, son pocas las veces que se quedan solos y en silencio como hoy.
El Comandante Carso es quién lleva la batuta en la administración. Como es el de mayor rango jerárquico tiene la mejor oficina. Nunca la mantiene ordenada, dice que hay cosas más importantes que hacer. Él se encuentra sentado en su sillón aprovechando el silencio, muy pensativo. Siempre soñó con dirigir una estación, pero ahora a sus cincuenta y cinco años quiere un puesto más alto, en otro lugar donde le cambie su cotidianidad. Puede hacerlo con las influencias que goza, pues varios de sus familiares pertenecen a las fuerzas federales y militares de alto rango. A pesar de esto, muy pocas veces acude a ellos a pedir favores, en especial cuando ayudó a sus amigos en obtener un puesto en la Policía Federal o en la PGR.
Lleva un tiempo luchando para ser parte de alguna de estas instituciones, pero fracasa por cualquier escusa; al parecer son varios los que saben de la gran influencia que tiene, y si el llegara a entrar en alguna podría tener un mayor poder, aún entrando como subordinado. Sabe muy bien que debe obtener un ascenso legal para que el día de mañana no batalle con anomalías.
Pero la vida da muchas vueltas y hoy se presenta con dos oportunidades, la primera es que la PGR esta por ser reemplazada y lo pueden meter en la nueva institución, sólo necesita dar un buen golpe al crimen organizado para obtener mayor credibilidad. Lo desea con todas sus fuerzas, poder obtener un rango que abarque más y acabar con una obsesión que arrastra desde hace mucho tiempo. Es consciente de su pasado oscuro, pero en los últimos años se encargó de limpiarlo.
La segunda es esa chica Alicia Echeverría, la cual tiene un caso muy interesante. Está detrás de esas cápsulas que se han posicionado muy rápido en el mundo de las drogas, y que muchos están tras ellas. ‹‹ ¿Qué tan provechoso sería si le comiéramos el mandado? ››, sonríe el comandante al pensar.
Carso juega con un bolígrafo entre sus dedos, escucha sonar un teléfono fuera de la oficina. ‹‹Tal vez sea otra llamada amenazándome››, piensa. No le da importancia, nunca se cumplen, sólo tiene que dar la orden para mandarlas callar, conoce muy bien a sus delincuentes como para aceptar que lo intimiden. Únicamente existe una delincuente que le provoca cierta 'preocupación', por lo cual en la última década ha optado por hacer ejercicio y mantener un buen físico, no para impresionar sino para estar listo a un ataque que ya siente venir; está preparado para cuando ella surja de nuevo.
Salta a su mente el mismo pensamiento de siempre, recuerda aquel día de hace años en que recibió una llamada muy especial, cuando era primer oficial, se trataba de un asalto más a otra tienda comercial. Los ladrones eran un grupo preparado para cometer casi cualquier tipo de robo; le causaron muchos dolores de cabeza.
Nunca dejaban rastro, eran rápidos y siempre actuaban de noche; las cámaras de seguridad eran desconectadas, no forzaban puertas, no había alguna evidencia que los delatara, sólo cuando dejaban amarrado al guardia en turno que no lograba describirlos porque usaban máscaras.
Un día Carso logró seguirles cuando escapaban, varias patrullas iban detrás de la camioneta en la que huían, hubo un momento en el que logró acercarse demasiado a ellos, pero la habilidad del conductor era tan buena para esquivarlo en pocos movimientos; él disparó contra ellos sin logar algo. Los perdió en una calle estrecha; cuando siguió el rastro encontró que los ladrones dejaron la camioneta y huyeron a pie.
Recorrió la zona con ayuda de sus compañeros, pero no encontraron rastro de ellos, sólo se topó con una familia compuesta por una madre muy joven, una adolescente alta de trece y un joven de quince años pero por su estatura aparentaba dieciocho, el cual llevaba en brazos a un niño dormido como de diez años. Extrañamente caminaban por la calle a esas horas de la noche, decían venir de una fiesta; la mujer llevaba un servilletero y la chica un plato con pastel. La familia no vio nada sospechoso; Carso no hizo comentario alguno acerca de la belleza de la mujer, sólo ordenó que los llevaran a casa.
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Psicotina
Khoa học viễn tưởngMéxico 2015. Carlos Rodríguez, un científico (médico_farmacéutico) ha desarrollado dos cápsulas que amenazan con cambiar a la sociedad. La primera es una droga con varias características "positivas" que la hacen la más cotizada entre los adictos. L...