Almohadas

644 63 21
                                    

#Humanstuck #MencionesDeViolenciaDoméstica #SonNiños #7u8AñosPonedleLaEdadQueDeseen #EstoIbaASerFluffy

--

Habían golpes y un llanto agudo, muy agudo.

Mamá ya no es débil.

Los gritos se hacían cada vez más fuertes. Fuertes y horribles. Karkat no podía ni siquiera ocultarse dentro de su inútil habitación.

Cuando papá subiera las escaleras él estaría muerto.

Anudó todas sus mantas en la punta, creando una ingeniosa e inestable cuerda de escapatoria. Aún así, esa cuerda maldita de mantas y telas abrigadoras lo salvaron más de una vez.

Descendió, con cuidado, deslizando sus calcetines de felpa contra la pared exterior de la casa en un silencio cortado por el sonido de cosas cayendo y rompiéndose. Se están matando.

Karkat aterrizó en el pasto, su pequeño cuerpo acurrucado unos segundos en una bola, para luego comenzar su huida a la casa de enfrente.

La casa de John Egbert, su héroe y amor platónico infantil.

Karkat presumía que eran las diez u once de la noche probablemente. La hora en que John ya estaba dormido. Cómo lo sabía, era un secreto que prefería guardar.

Cruzó la calle, la acera, el perfecto pasto cortado del patio delantero de John, para finalmente terminar frente al único árbol que había. Y trepó. La sensación molesta de algunas hormigas caminando sobre su cara lo estaban poniendo de los nervios. Además que la corteza áspera estaba raspando las palmas de sus pequeñas manos. Lo cual era normal, por supuesto.

Se abrazó a la última rama del árbol, arrastrándose por ella como un gusano hasta llegar al alféizar de la ventana de la habitación de John. Estaba demasiado oscuro como para ver dentro, pero valía la pena intentar.

Uno, dos, tres. Tres golpes. Un quejido. Una caída torpe. Pasos pesados.

La ventana se abrió, dejando ver la cara desaliñada de John, con restos de sueño y gafas torcidas. Bostezó unos segundos para luego enfocar su vista en Karkat, quien esperaba paciente.

Le dio una sonrisa somnolienta.

- Hey Kitkat.

Egbert tenía un problema con las "r". Su solución fue un apodo.

- John.

- Ven.

El niño retrocedió unos pasos, dejando ver una cama de almohadas en el suelo, justo donde debería caer Karkat. La mismas almohadas en la misma posición de siempre. Y el cayó, con la gracia de un gato sin patas, pero no se golpeó nada.

John estaba demasiado cansado como para reírse de su amigo, así que sólo se acostó a su lado, fuera de las almohadas, en el suelo de madera.

- ¿Pesadilla otda vez?

La misma mentira de siempre. No venía al caso, pero Karkat notó el constipado que llevaba John encima.

- Pesadilla otra vez.

- ¿Qué pasó?

- Peleas. Cosas rompiéndose. Tristeza. Papá estaba... y ella sólo... sólo...

Y Karkat no podía controlar el volumen de su voz. Y sentía que estaba cagando todo porque despertaría a el padre de John y llamaría a sus padres y ellos lo golpearían y entonces... y entonces...

Rompió a llorar, sus manos apretando las almohadas con fuerza, abriendo las heridas que le dejó la corteza del árbol, casi deseando que John no lo viera con esa actitud lamentable todas las veces que se escapaba a su casa. Él deseaba que John lo quisiera de la misma manera, pero así sólo le estaba despertando el sentimiento de pena, compasión, no de amor. Y por eso se odiaba. Odiaba no gustarle a John, odiaba ser un cobarde, odiaba refugiarse en una casa que no era la suya. Odiaba ser él mismo.

Ni siquiera notó las manos de John acariciando su cabeza , ni sus "shhhs" cargados de sueño, en un intento de consolarlo. Pero Karkat seguía llorando, patético, chillando, y de seguro la hermana o padre de John entrarían en cualquier momento.

Pero no pasó. Porque Karkat se calló cuando los labios de John se apretaron contra los suyos unos siete segundos y medio para luego irse lentamente. Le ardían las orejas y las mejillas. Y la cara. Y todo el cuerpo en general.

John sólo dejó escapar una pequeña risa, con sus ojos cerrándose y luchando por estar despierto. Karkat pensaba que John estaba alucinando o algo parecido. A él le gustaban las niñas, no niños como él. Tal vez el sueño lo estaba consumiendo, Karkat no lo sabía.

- Es una pesadilla fea. Muy fea. Aquí estoy, Kitkat. Y pod siempe.

Durmió. Olvidó quitarse sus gafas. Karkat seguía estático en su lugar, volviendo a recobrar sus sentidos y oyendo que su llanto se convirtió en hipos casi silenciosos después del beso de John.

"Y pod siempe."

El niño aún despierto quiso reír de ironía. No había un pod siempe para ellos, no para si mismo. Karkat sabía que tarde o temprano su padre lo descubriría. Sabía que ya no podría saltar a la cama de almohadas cada noche. Sabía que lo golpearían. Tal vez lo dejarían en el hospital. Tal vez lo matarían. ¿Quién sabe?

John se quedaría esperando por él en la noche, dormiría pensando que lo despertarían unos toques en la ventana.

Y esperaría meses, años, décadas. Quizá su amigo dejó de tener pesadillas. Pero eso le alegraría y entristecería al mismo tiempo. No se volverían a ver. Porque el niño miedoso de al frente estaría agonizando en un hospital de mala muerte o debajo de la tierra pudriéndose por el resto de los días que le quedaran al niño que tenía problemas con las erres.

Karkat tomó la mano de John, apretándola con fuerza mientras caía dormido.

Porque no había un pod siempe en esa cama de almohadas.

--

Cuando estoy feliz escribo cosas tristes y cuando estoy triste escribo humor. Soy anormal, lo ¿?

Trataré de actualizar las demás cosas que tengo pendientes.

Nos vemos

200 JohnKats (o algo así)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora