Final

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Era irónico. Incluso a inicios del otoño, no llovía mucho dónde vivías. Sin embargo, aquella mañana, amaneció lloviendo.
Miraste a tus amigos con recelo.
Envidiabas que ellos tuvieran una mejor vida.

Pero eso no estaba bien. Subiste a bañarte. A despejarte. Sabías que esos sentimientos estaban mal. Y no querías tenerlos.
Bajaste, recubierta en ropa gruesa, y saliste de la casa. Se supone que los golpes no debían dejarte mover, y de hecho, era una estupidez salir a la lluvia en ese momento. Ni siquiera sentías los huesos.
Sin embargo, adorabas la lluvia, y no había mejor tiempo para intentar sacar esas imágenes de tu deseada muerte de tu cabeza, que con una agradable salida al dulce clima.
Las gotas cayeron enseguida sobre ti. Tenías una chamarra encima de tu suéter azul, así que tan solo te pusiste la capucha para evitar que el agua mojase tu pelo y tu rostro.

Eran las seis de la mañana, y era domingo. Había tantas probabilidades de que alíen despertara y te buscara como había posibilidades de que le dijeras algo de tu depresión a Toriel. Casi nulas.

Caminaste inconscientemente hasta el parque. Te sentaste en un columpio. La lluvia no era muy fuerte, así que el columpio apenas tenía gotitas, y el suelo no estaba más que mojado. Sin ni un solo charco. La tierra tenía un agradable olor, y los pájaros se escuchaban revolotear. Seguramente resguardando a su nido.

Después de unos minutos la lluvia se intensificó, pero no lo suficiente para ser un peligro o llegar a hacer él área una trampa de lodo.
Simplemente lo suficiente para ocultar las lágrimas que caían por tus mejillas. Levantaste levemente tu manga viendo las cortadas. Algunas apenas sanaban. Otras se abrieron tras otros cortes. Unas estaban cicatrizadas.
Había bastantes marcas blancas en tu brazo. Antiguos cortes. Los primeros. Unos chicos que habías hecho incluso antes de caer en el Underground.

Las cosas, a este paso, solo empeorarían. Lo pensaste.
Una pierna rota.
Una nariz rota.
Una pelea.

Ni siquiera te importaban las notas.
Tan solo querías acabar con aquellas burlas. Con aquellos problemas.
Y ya tenías todo planeado.
Te levantaste insegura, y comenzaste a andar a la ferretería.
Cinco metros de cuerda serían suficientes.
Revisaste si trías la billetera, y acertaste. Agradecías que Flowey, conociendo lo descuidada que eras, siempre te la metiese en la bolsa del short.
Sin embargo, te odiaste un minuto. Flowey. Lo abandonarías. Finalmente aprendió a querer y tú simplemente lo ibas a abandonar.
Pero ya no había vuelta atrás...
Estoy segura que estarán mejor sin mí.

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Sans fue el primero en despertar. Al no notar a la pequeña por la que tenía un crush secreto, decidió buscarla, pero cuando vio a Flowey al lado de la puerta, dormido, siendo que había dormido al lado de ____, supuso que ella salió y el la estaba esperando.
La siguiente fue Alphys, quien estaba acostumbrada a levantarse temprano por los proyectos científicos que debía hacer.
El esqueleto lo agradeció, pues necesitaba hablar con ella, siendo que era la más inteligente.

-oh, Hey Alphys-.

La chica se sobresaltó. -¡o-oh! Estas despierto Sans. Menudo susto-.

-¿dormiste bien?-.

-s-supongo que si. No dormí mal-. La chica busco algo con la mirada. -¿y-y ____?-.

El chico apuntó a la puerta con la cabeza. -salió-.

-o-oh-.

Depresión. -Sans X Lectora-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora