Siempre hay una historia mas que contar

6.2K 620 195
                                    

Años.
Meses.
No estabas segura. El tiempo pasaba más lento desde que tú y Sans se habían casado.

Ahora realmente tenias un final feliz.

La superficie estaba ahí, frente a ti. Los monstruos eran libres. Realmente libres. ¿El Reset? Nunca lo necesitaste. Ahora entendías. Nunca necesitaste volver atrás. Nunca necesitaste sentirte mal, o estar sola. Lo único que necesitabas era amor. Y no Love. No. Necesitabas amor. Amor de verdad. Y ya lo habías conseguido.

Estabas sentada, leyendo, cuando viste a tu hija pasar corriendo hacia el baño. Volteaste al suelo. Manchas de lodo, un  poco de sangre. Te levantaste, y fuiste a ver a la niña. Escuchaste los sollozos de la menor, frustración, un poco de dolor, y depresión.

-Inútil- se susurro, lo suficientemente alto para que lo escucharas. -tonta. Estúpida.-.

Tocaste la puerta con delicadeza, y la abrirse. La menor tenía una navaja en la mano, y el lavadero estaba lleno de sangre. Te acercaste a ella. Ella te miraba de vuelta, llorando, con culpa, por haberse lastimado.

-M-mamá, y-yo no--.

La cortaste a la mitad de su frase. Tomaste la navaja con cuidado de no cortarte tú también, y la tiraste a la basura. La sentaste en la taza tapada del baño, y tomaste unas vendas que estaban en la parte del compartimiento del espejo que tenías encima del lavadero. También tomaste algodón.
Mojaste el algodón, un poco solamente, y lo pasaste por los cortes, que afortunadamente eran pocos, en la pequeña niña de tus ojos. Luego, la vendaste, con todo el cuidado del mundo, y la abrazaste.
La sentiste temblar, y escuchaste como retomó su llanto, mientras ella te abrazaba con fuerza.

-L-Lo siento. ¡Lo siento! ¡Me sentía tan inútil! ¡Tanto tiempo y todos siguen odiándome! ¡Nadie me quiere, mamá! ¡Nadie me quiere!-.
Tu sonreíste, limpiando tus lágrimas y separándote de ella, para retirar las suyas con tus manos. La besaste en la frente, y la abrazaste de nuevo.

-No, pequeña. Te aman. Papá te ama, tus tíos, tus primos, tus amigos, yo. Te amamos pequeña. Es todo lo que necesitas. No es que todo el mundo te quiera, o te respete, pero con que las personas indicadas te amen... Con eso basta- aconsejaste, recordando tu pasada situación. Acariciaste su cabeza mientras te alejabas nuevamente. Tomaste un poco de papel del rollo, y limpiaste de nuevo sus lágrimas y sus mocos, que ahora escurrían también.

Ella te miro con pena. -...no estás enojada..- dijo, como si fuese ilógico.

Tu levantaste las mangas de tu amado suéter, mostrando cientos de cicatrices. Ella se tapo la boca, con sorpresa.

-M-mamá-.

Le acariciaste la cabeza.

-Pequeña... En este mundo hay cientos de cosas, personas, monstruos, y demás. Quizá muchos te hagan daño, te pongan triste, te lastimen, te tiren, te lleven a un grave estado de depresión. Pero... Mientras una persona... Una. Sola persona, te ame... Con eso basta, para levantarte y continuar.- sonreíste, limpiando tus lágrimas. -Así que, no importa cuantas veces estés mal.. Si hay alguien que está para ti, no puedes rendirte. Y cariño.. Todos estamos para ti-.

Ella sonrió, y siguió llorando. Sentiste algo, y volteaste a ver a Sans, sonriendo con algo de nervios por la situación, apoyado en la puerta. Tú le sonreíste. Él te sonrío.

Ahí estaba la razón por la que en el pasado no habías muerto.

Y aquí están las razones por las que te mantienes determinada para no morir en el presente.

Y seguirás ganando o perdiendo razones.
Seguirás cayendo y levantándote.

Si. Tendrás recaídas. Y ahora apoyaras más a esa niña. Por qué sabes lo que vive. Lo que sufre. Lo que llora y dice cada noche, y sonríe y calla cada día. Por qué sabes lo que tiene. El peso que no puede descansar. Y la ayudarás a aligerarlo.

Por qué sobreviviste una vida entera a la depresión.

Depresión. -Sans X Lectora-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora