It's you

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—Voy a contarte algo gracioso —dijo Thomas, aquel sábado por la tarde cuando nos encontrábamos en su departamento teniendo uno de esos acostumbrados maratones de películas.

No supe por qué, en realidad, pero hubo algo en su voz que me provocó dolor de estómago. Él había sonado demasiado serio, como si alguna cosa estuviera mal. Después de parpadear, aparté la vista de la televisión y miré en su dirección.

Los ojos de Thomas permanecían en la televisión, pero yo sabía que no le estaba prestando la mínima atención a la película. Sus orbes estaban llenos de sentimientos mezclados, tantos que no los reconocí al principio. Tragué saliva con dificultad y el dolor en mi barriga aumentó cuando noté una sonrisa rota posarse en sus labios.

¿Qué pasaba con él?

—¿Qué sucede? —pregunté, casi con duda.

—En realidad... no sé cómo ocurrió —contó, mientras jugueteaba con su lata de cerveza a medio tomar—, pero yo... me enamoré. Sé que dije que jamás volvería a caer por alguien, pero no pude evitarlo.

Entonces con esas palabras, todo tembló dentro de mí. Mis sentimientos se revolvieron y el dolor arrasó con todo. Fue tan horrible que por un momento pensé que vomitaría.

Sabía que tarde o temprano pasaría. Sabía que él encontraría a alguien, que tarde o temprano se enamoraría y sería feliz. Creía que cuando eso pasara lo soportaría, de verdad. Porque la felicidad de Thomas era lo más importante para mí. Pero ahí estaba, hundiéndome silenciosamente en dolor, fingiendo que estaba contento por él. Aguantando las lágrimas y sintiendo mi corazón romperse tras cada pequeñísimo segundo que pasaba.

—¿E-en serio? —la voz me salió entrecortada, temblorosa.

Thomas asintió, destrozándome un poco más.

—Nunca pensé que me enamoraría de nuevo, y menos de él. Pero él es maravilloso, en serio. Me hace sentir tan cómodo y feliz cuando estoy a su lado.

Hubo una sonrisa en su rostro, esta vez, fue cubierta por verdadera felicidad. Sus ojos cobraron un manto brillante, fantástico; repleto de amor. Me encogí en mi lugar e intenté aplacar el dolor que aplastaba mi corazón, pero era imposible.

Escuchar a Thomas hablando de esa persona me rompía en miles de pedazos.

Fingí una sonrisa y bebí un poco de cerveza. Aun así, el líquido amargo no deshizo el apretado nudo en mi garganta.

—Pues si te gusta tanto deberías decírselo —alenté, aunque mi mente me decía lo contrario.

Él hizo una mueca que me fue difícil de interpretar.

—¿Tú crees que debería hacerlo?

—Si realmente te gusta; si piensas que él es el indicado, entonces sí.

Esta vez, fue su turno para encoger los hombros.

—¿Y si me rechaza?

—Entonces sería un verdadero imbécil. Cualquiera sería feliz si te tuviera a su lado, Thomas. Eres maravilloso, único e irreemplazable. Siempre estás ahí, dispuesto a ayudar y dar una mano sin pedir nada a cambio. Y lo más importante es que sabes hacer felices a las personas, también. Nunca te olvides de eso.

Él saltó ante mi respuesta. Por primera vez en todo lo que iba de ese día, volteó a verme. Primero fue sorprendido, luego su mirada se tiñó de algo más, fue irreconocible; pero mi estómago dejó de doler y se llenó de una calidez inexplicable.

Entonces, inexplicablemente, empezó a reír. El sonido fue suave y delicado porque era una risa verdadera; no en son de burla, sino de ternura total.

—Tú realmente... realmente sabes cómo desarmarme con sólo unas palabras, Newt —Thomas detuvo su risa y sus bonitos y brillantes ojos se clavaron en mí, dejándome sin aliento—. Y es por eso que me enamoré de ti sin remedio.

Y, tras eso, me regaló la sonrisa más hermosa que pude haber visto alguna vez.

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