La claridad me cegaba y tuve que cerrar los ojos de nuevo. Cuando estaba completamente despierta abrí los ojos de golpe, no estaba en la habitación de Alexia, ni siquiera estaba en el hospital. Miré a los lados frenéticamente, completamente asustada. Recordaba a la perfección lo de ayer y sabía que no lo había soñado, lo sabía perfectamente. Oí pasos al otro lado de la puerta y volví a acostarme tapándome con la manta como estaba antes. Cerré los ojos y recé para que la persona no notara que estaba temblando.
Abrieron la puerta y sentí su pesada mirada sobre mi.
-Sé que estás despierta.
Su voz me era familiar y ese olor a tabaco y alcohol también lo era. Abrí los ojos y lo descubrí mirándome fijamente.
-¿Que hago aquí?
-No iba a dejarte allí, que querías ¿morir?
-No estaría mal la idea de morir a manos de un... ¿lobo? Sería emocionante.
-Déjate de tonterías.
Su mirada me producía escalofríos.
-No eres humano.
-¿Que dices?
-Vi como levantabas y lanzabas a ese lobo, no eres humano, ningún humano tiene esa fuerza, ni se recupera tan rápido de heridas.
El me miró, analizándome. Al final suspiró y me miro directamente a los ojos.
-Soy el Dios de la guerra.
Recordé lo que me había dicho Sean y lo corregí.
-No, eres el hijo del Dios de la guerra.
Su mirada se volvió dura y tenebrosa.
-Te equivocas, yo mando ahora.
-Que..¿que le pasó a tu padre?
Temía su respuesta.
-Me cansé de acatar sus ordenes y de la mítica frase de mientras estés bajo mi techo harás lo que yo te diga.
Hizo una mueca y continúo.
-Ahora yo mando.
-¿Porqué me salvaste?
-Porqué estás destinada a mi y nadie me va a detener, estamos destinados.
-No tengo nada que ver contigo.
-Pero vi en ti maldad-me miró a los ojos fijamente-vi en ti sed de venganza y créeme no hay cosa que mas me gusté que la maldad.
-Pero no puedes estar con una humana y yo solo soy una humana.
-¿Quién dijo que solo fueses una humana? Provienes de una raza de cazadores, no eres una humana cualquiera y lo sabes, pero tu tienes algo distinto a todos los demás cazadores.
Lo miré esperando a que me dijera en que me diferenciaba.
-Tu no quieres la paz, tu quieres la guerra-me miró por unos segundos-Y yo también. Quiero el cielo y la tierra bajo mi mando.
-No eres dueño del cielo.
-Queda poco para que lo sea, echaré a eses dioses a la tierra y solo serán humanos, simples humanos.
-No puedes hacer eso.
-Claro que puedo, de echo, ya lo he hecho. Todos te vigilaban de cerca, te protegían, te vigilaban a todas horas. No querían que te acercaras a mi, sabían que cuando estuvieses a mi alcance te unirías a mi, sabían que eras y podrías con todo. Te temían tanto que se olvidaron de mi, fue muy fácil despojarlos de sus poderes y mandarlos a la tierra. Ahora vagan con unos vagos recuerdos de lo que un día fueron.
ESTÁS LEYENDO
Algún día
Художественная прозаNunca había imaginado que un adonis, pudiera ser tan maleducado y impertinente. Así era él, el adonis perfecto y a la vez mi peor pesadilla. Peleas, carreras y lo sobrenatural,entraban en mi vida como una ráfaga de viento. Adéntrate en la historia...