La Sirena que se Enamoró de un Sueño

Capítulo 3

Capítulo 3.

Día 2 y 3: Caminando entre colores.

Sapphire, se encontraba tirada en suelo de madera, sin ganas de nada; suspirando, cansada por la desilusión y el hiriente fracaso. Después de sufrir tanto al perder su cola, se convencía que aquella insoportable tortura valdría la pena y creía que su plan saldría a la perfección, pero al cabo de dos días de lo mismo en la soledad de su habitación, sólo conoció la frustración de algo que para un hombre común son cosas de la vida diaria, pero para ella, un sinfín de caídas y dolores: Caminar.

Se había caído siete veces el mismo día. Después de que Joel la despertara por la mañana y le diera algo qué desayunar antes de ir a su trabajo, Sapphire tomó la misión de aprender a caminar por sí sola. No podría ser tan difícil, ¿no? Pues, lamentablemente, sí. Sí podía ser tan difícil.

Joel trataba de hacer sus horas menos fastidiosas, e intentaba comenzar una conversación, haciéndole preguntas sobre su estado de ánimo, su vida dos días atrás o simplemente cosas aleatorias, que se le ocurrían buscando un tema de conversación. A Sapphire, le agradaba que hiciera esto, pero cada vez que lo intentaba, Sapphire se quedaba muda; era algo que la hacía agitarse y ponerse nerviosa, cada vez que él se acercaba. Quizás era su tono dulce de voz, o su bonita mirada, o su enamoradiza sonrisa, pero había algo en él que hacía que a Sapphire se le acelerara el corazón.

Se sentó y, con determinación y furia, se levantó para terminar con la fastidiosa tarea de una vez por todas, pero al tercer paso, se reencontró con el piso que ya le estaba marcando las rodillas, los codos y las palmas de las manos, que la hacía sentirse impotente.

Fue entonces, cuando optó por relajarse e intentarlo, esta vez, más calmada y paciente consigo misma y sus inútiles y torpes pies.

Se paró sobre sus inútiles y torpes pies, y tomó una profunda respiración –ya se empezaba a acostumbrar a inhalar y exhalar todo el tiempo–. Levantó su pie derecho, apoyándose con sus manos del gran armario. Apoyó primero el talón sobre la oscura madera, intentando, lo mejor que podía, imitar el andar de Joel. Lo hacía lento, pues tras tantos intentos impacientes y fuertes caídas dolorosas, cayó en la cuenta de que tenía que buscar otro método; entendió que el primero no funcionaba. Todo su pie derecho se encontraba ahora en suelo, pasó su peso a este para levantar el próximo y dar el siguiente paso.

Sapphire se alentaba a sí misma y se armaba de valor para este siguiente paso que, a su parecer, era el más difícil. Deslizó su mano por el frío armario para mayor estabilidad al avanzar. Cerró los ojos con fuerza, levantó su pie izquierdo y abrazó el suelo con este, siendo una razón de júbilo el que, al abrir los ojos, siguiera en pie.

Repitió la operación hasta llegar a la puerta, la cual abrió para empezar a conocer el hogar de su salvador corazón.

Al cabo de unos cuantos pasos de intentos victoriosos y gran confianza por parte de Sapphire, decidió que debía soltarse la de la pared. Sorprendentemente, no cayó; pero caminaba mirando cautelosamente al suelo, con los+ brazos un tanto extendidos a los lados, para no perder el equilibrio.

De tanto mirar al suelo se golpeó la cabeza contra algo, por lo cual retrocedió asustada –y casi se cae, no había practicado bien el caminar hacia atrás–, para ver lo que la había hecho parar de repente. Era una puerta; idéntica a la de su habitación en cuanto a tamaño y material, pero la diferencia era que esta tenía una pintura en ella, la puerta era completamente una obra de arte. Era una gran planta, enroscándose por toda la puerta, con detalladas y bellas flores amarillas naciendo en las puntas de algunos tallos, sobre el cielo azul y rosa del fondo. Tocó la pintura con las yemas de los dedos, con algo de cuidado por temor a dañar algo tan bonito. Ver aquella obra, hacía crecer un profundo agrado y deleite por el color verde.