Capítulo 3

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La chimenea estaba encendida, las llamas parecían danzar en ella.

Afuera continuaba nevando, era una errante tormenta de nieve.

Lucille estaba leyendo, concentrada en la atrapante trama de la historia. A ella le gustaba esa sensación de trasladarse al inigualable mundo de la literatura, haciendo fluir su imaginación.

—¿Te falta poco para terminar? —Le preguntó y la niña asintió, sin dejar la lectura de lado.

Su madre continuó arreglando la sala; acto que a Lucille le parecía absurdo. «¿Por qué limpiar? Ni si quiera vienen a visitarnos» pensaba.

Sacudió su cabeza, saliendo de sus pensamientos para retomar la lectura.

Unas horas más tarde, la niña se quedó dormida sobre la pila de libros.

Su madre sonrió levemente al verla. Seguidamente la despertó y la acompañó hasta su habitación.

Lucille se tapó con sus mantas y continuó durmiendo...

***

Ariane se levanto de su cama, ayer había dormido tarde a causa de limpiar todo el día.

Pero ella no podía pagar a una ama de llaves para que le limpie la casa; todo el dinero que le dan del trabajo de su marido, lo tiene ahorrado para poder pagarle un médico a su hija.

A veces sacaba un poco del dinero para poder comprar la comida y para el pago de servicios.

Se dio una ducha rápida. Peinó su cabello y luego hizo una trenza con él.

Miró por la ventana y se percató que el día era perfecto para que Lucille salga a jugar. «Después de todo, no sale hace dos semanas y le vendría bien jugar con su amigo» pensó.

Se puso una ropa abrigada y encaminó hasta el cuarto de Lucille, pero se sorprendió de verla despierta y sosteniendo la mirada a la ventana.

—Buenos días —La saludó, sacándola de sus pensamientos.

—"Hola mamá, ¡buenos días!" —Escribió en su pizarra y su madre le dio un abrazo.

—¿Quieres salir hoy? —Le preguntó.

Lucille asintió gustosa y se levantó de la cama. Ariane salió de la habitación, por lo que Lucille empezó a prepararse.

Se puso una camiseta con mangas largas de color azul y motas negras, un pantalón negro, un abrigo de lana y sus guillerminas. Peinó su cabello y se hizo una coleta.

Bajó las escaleras para desayunar. Su madre le puso un tazón de cereales con leche en frente suyo y ambas comenzaron a comer.

Después, salieron de su casa para ir a la plaza. Lucille estaba emocionada por volver a encontrarse con su amigo.

Ariane se sentó en el banco junto con Lucille, observando cómo los niños jugaban.

Lucille sintió como unas manos con guantes le tapaban los ojos, sorprendiéndole.

—Adivina quién soy —La retó, la de ojos verdes no pudo evitar solar una carcajada.

—"S" —Escribió Lucille en su pizarra con dificultad.

—¡Correcto! —Rió el pelirrojo.

—¿Qué esperan?, vayan a jugar —Dijo y ellos asintieron.

Stefan y Lucille corrieron hasta la nieve. Él formó una bola de nieve y se la arrojó.

Lucille sonrió maliciosamente para luego arrojarle una bola de nieve a su contrario.

—Agh, sí que tienes fuerza —Dijo sobándose el brazo.

Empezaron a arrojarse bolas de nieve entre ellos, había una atmósfera alegre en el lugar... hasta que ésta fue interrumpida.

De repente, ambos recibieron un golpe fuerte en sus estómagos, provocando que cayeran. Entonces un grupo de chicos llegaron.

—Stefan, ¿qué haces jugando con una niña? —Preguntaron para luego soltar unas carcajadas.

—Me divierto, ¿algún problema? —Stefan se cruzó de brazos, mientras Lucille se escondía detrás de él.

—Hola niña, me llamo Jaime, ¿y tú? —Le preguntó, extendiendo su mano hacia ella.

—Déjala —Gruñó, apartando la mano de su enemigo.

—¿Qué? ¿Acaso le comió la lengua el ratón? —La observó de arriba a abajo.

—Eso a ti no te importa. Vámonos, aquí ya se contaminó el ambiente —Mencionó y ella asintió.

—¿Eres muda, verdad? —Rió —Que estúpido sería tener a una amiga discapacitada —Stefan se dio la vuelta y lo agarró de los brazos.

—Escúchame Jaime, tú no tienes derecho a opinar sobre la vida de los demás. ¿¡Qué tal si le haces un favor al mundo y vas con tu grupo al callejón del donde salieron!? —Lo empujó y Jaime se marchó, molesto.

Lucille caminó con Stefan por toda la plaza. Tratando de olvidar el mal momento que vivieron hace un rato.

—Oye, ¿por qué te ocultabas detrás de mí hace un rato? —Preguntó el de ojos azules, provocando que las mejillas de ella enrojecieran.

—"Me dan miedo las personas" —Escribió, encogiéndose de hombros.

—Créeme, no son las personas. Sólo tienes miedo a ser lastimada por ellas —Explicó, colocando un mechón detrás de la oreja de su amiga.

Las mejillas de Lucille estaban cada vez más rojas. Stefan lo notó y rió.

—Te ves muy tierna cuando te sonrojas —Acarició su cabello negro, mirándola a los ojos —Em... ¡Ven! —Negó con la cabeza, saliendo de sus pensamientos.

Caminaron hasta una librería, observando los libros que se encontraban al otro lado de la vidriera.

Los ojos de Lucille se iluminaron al ver un libro que le llamó mucho la atención.

—¿Te gusta leer? —Le preguntó sonriente, ella asintió.

—Veo que te gusta este libro —Dijo señalándolo —Yo tengo uno en mi casa, si quieres te lo presto —Comentó cabizbajo.

—"Me encantaría, gracias" —Escribió, para luego darle un fuerte abrazo, haciendo que Stefan soltara una pequeña risa.

Continuará...

Gracias por leer

@AdharaCM

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