Capítulo 5

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Lucille se ruborizó, metiéndose en sus pensamientos. Estaba por vivir la misma escena de sus libros, pero... Ella no deseaba un cliché en ese momento, ya que su historia no necesitaba de ellos para ser extraordinaria.

Sonrió y empujó a Stefan para poder levantarse con más facilidad. Él llevó su mano a su cabeza, avergonzado.

-¿Te encuentras bien? -Susurró.

Ella se cruzó de brazos para luego darle un ligero golpe al hombro de su amigo.

-"Estoy bien, no te preocupes" -Escribió.

-Me alegro -La abrazó y ella correspondió.

O era su imaginación, o Stefan se preocupaba de más. De todos modos no le importó mucho.

-Lo siento, es que nunca me he hecho amigo de una chica. Anteriormente me caían mal, hasta que te conocí e hiciste que cambiara de opinión. No todas ellas son engreídas, algunas tienen bondad en su corazón -Mecionó, jugando con sus manos.

-"Yo no tenía amigos, nadie se me acercaba para pedirme ir a jugar. Siempre me sentaba en un columpio a la hora del receso, no me llamaba la atención hablar con mis compañeros" -Estrechó su pizarra contra su pecho.

-Pues ahora me tienes a mí, seremos el mejor equipo -Levantó ambos brazos con entusiasmo.

-Algún día si quieres, puedes venir a mi casa para jugar, te enseñaré mis videojuegos y comeremos 'Crêpes aux champignons' que preparará mi madre. Nos la pasaremos genial -Dijo, sosteniendo las suaves manos de Lucille.

Ella asintió y seguidamente caminaron hasta donde estaban sentados sus padres para unirse a la conversación.

-¡Mamá, papá! ¿Puede Lucille y su madre visitarnos algún día? -Preguntó, atento a su respuesta.

-Pues... Claro que puede. ¿Qué le parece el fin de semana? -Miró a la parisina mayor.

-Por supuesto -Asintió.

-Las esperaremos entonces, ahora Stefan debe ir a hacer su tarea...

-¡Rayos! -Exclamó cruzándose de brazos -Detesto las matemáticas -Gruñó.

-"Oye, esa materia también tiene sentimientos" -Escribió, haciendo un puchero.

-Graciosa. Nos vemos otro día -Se despidió y ella movió su mano como diciendo "adiós".

***

Los días pasaron volando, el viernes acogió a la luna; señalando a los parisinos que la noche se asomaba.

En las calles se escuchaban las conversaciones de las personas. Las mujeres yendo de tiendas y comprándose algo costoso para presumir de su fortuna, los borrachos azotando botellas a la pared y los niños descansando del colegio. Todos quedándose despiertos hasta tarde, cuando sus ojos ya no resistan y deban cerrarse en la espera del otro día.

Entre toda esa multitud, se encontraba una niña de cabellos negros. Anhelando ver de nuevo a su caballero de ojos azulados...

Continuará...

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¡Espero les haya gustado!

-AdharaCM

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