8. Altibajos

50 4 0
                                    


Capítulo 8.

Hola Emily, soy Alex, el mejor amigo de Ethan. Seguramente dentro de poco te llegue un mensaje de él pidiéndote ir mañana a una fiesta.
Mejor, te explico. Hice un apuesta con él para ver si podía enamorarte como a las demás. Por eso se comportaba así. ¿Podrías ayudarme a ganar la apuesta?

Alex

Sujetaba mi móvil con furia. Había recibido ese mensaje hacía ya unos minutos y no podía dejar de leerlo. ¿Disculpa? ¿Quiénes se creían que eran para hacer tal apuesta? ¡Cómo si yo fuera un juguete! ¿Me tomaban por tonta o qué?

En ese momento me di cuenta de que un sólo mensaje puede hundir a una persona, así me sentía yo, hundida, decepcionada, estúpida y miles de adjetivos negativos más. A pesar de eso, respondí a ese tal Alex que vale, le ayudaría a ganar la apuesta, no porque él me cayera bien, (a penas lo conocía) sinó porque quería vengarme de Ethan. No era nadie para tratarme así. Me había ilusionado con él, lo admito, pero tengo suficiente orgullo como para hacer que lo pague. Ethan conocería quién es Emily McCarthey.

Me gustaba desahogarme en este tipo de ocasiones de una manera en concreto; cantando mientras tocaba la guitarra. Me senté en el suelo y apoyé vagamente la espalda en la parte lateral de mi cama. Ese día me apetecía interpretar Please don't say you love me de Gabrielle Alphin, idónea para deprimirme más de lo que estaba. Wow, que pensamiento más masoquista. Rasgué las yemas de mis dedos con las cuerdas metálicas de la guitarra acústica mientras notaba poco a poco un nudo en mi garganta aparecer, y eso que aún estaba tocando la introducción...

There used to be an empty space
A photograph without a face
But with your presence, and your grace
Everything falls into place

Just please don't say you love me
'Cause I might not say it back
Doesn't mean my heart stops skipping when you look at me like that
There's no need to worry when you see just where we're at
Just please don't say you love me
'Cause I might not say it back

Dejé la guitarra en el suelo, incapaz de seguir cantando y me tumbé en la cama rompiendo a llorar. Ese tipo de cosas sólo le ocurren a ingenuas como yo. No es justo, no lo es. Lo que más me dolía era pensar en que ahora mismo, en este mismo instante, Ethan estaría sonriendo con esa sonrisa tan prepotente y arrogante que es capaz de derritirme en milésimas de segundo, mientras estaría pensando en lo divertido que sería tener a su amigo Alex de esclavo por ganar la apuesta... Supongo que había encontrado mi castigo ahogándome en mis propias lágrimas, por haber sido tan crédula.

En esos momentos sólo me apetecía hacer eso; volver a mi caparazón alejada del mundo. Mi mano se humedeció. Levanté la cabeza y ahí estaba, Gyssa tan leal como siempre. Los perros al igual que huelen el miedo, identifican las situaciones flébiles. Le sonreí y me sequé las lágrimas delicadamente. Repentinamente el móbil sonó.

¡Hola! Este mensaje se lo he enviado a todos mis contactos. Si lees esto es que estas invitado mañana a las 20:00. ¡Fiesta toda la semana en mi casa!

Ethan.

Te odio, te odio, te odio!- Dije en voz alta mientras lanzaba el móvil contra la cama y sollozaba. Gyssa bajó las orejas, parecía que me entendía. Que ironía, mi perrita era más persona que Ethan.

. . .

-¿Qué? ¿En serio?- Se sorprendió Aria cuando le conté que Ethan se comportaba así conmigo por una simple apuesta. -Ese se va a enterar.- Dijo maliciosa frotándose sus manos cual mosca.

The Path To MaturityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora