#21: Mi propio monstruo

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Sentí sus labios recorriendo mi cuello placenteramente, dejando besos suaves que me sacaban pequeñas risitas. Le di un golpe inocente en la cabeza sacándole una risa traviesa.

-Tonto- articulé en la oscuridad.

No sabía qué hora era precisamente, pero llevábamos así desde las dos de la madrugada. No podíamos dormir, o al menos lucía ser que ninguno de los dos quería hacerlo.

-¿Tienes sueño?- preguntó.

-No...- solté una risita al escuchar mi propia respuesta-. A este paso no vamos a dormir jamás, Juliano.

Él se rió también.

-No sé si valga la pena para ti, pero yo lo estoy pasando realmente bien- mencionó. Una sonrisa se posó en mi rostro.

-Siento lo mismo...- respondí. Sentí su mentón rozar mi hombro de nuevo-. Me vuelves a dar un beso y voy a soltar una carcajada que despertará a los vecinos, joder, soy muy cosquillosa.

-La Oriana amenazante volvió- dijo antes de lanzarse a reír.

-Idiota- bufé guardándome la diversión para mí misma-. Yo nunca he sido amenazante.

-¿No? Hace dos años me quitaste las llaves de mi auto, me amenazaste con que le dirías a Tomás que vivíamos juntos y no me sorprendería que algún día hubieras venido a mi cuarto con un cuchillo en la mano.

-Nunca surgió la oportunidad de asesinarte- bromeé.

-Yo creo que sí. Pero siempre has estado enamorada de mí y el gran amor que sentías te lo impidió- dijo melodramáticamente.

-Oh, la verdad es que sí, tiene toda la razón, Romeo- continué con el loco juego.

-¿Romeo? ¡Soy Julian! ¿Quien cojones es Romeo?

-Bobo- ambos nos reímos-. ¿Sabes? Así no vamos a lograr a dormir nada- me levanté de la cama en la oscuridad-. ¿No hay cuarto de huéspedes?

-Sí- se quejó él-. Pero no quiero que te vayas.

-Yo quiero dormir- dije burlona-. Anda, muéstrame dónde está.

Julian suspiró y un segundo después la luz de la habitación estaba encendida. Echó su cabello hacia atrás. 

-Vamos.

Caminamos por el pasillo de su casa y llegamos a las habitaciones finales. Eran dos. Julian abrió la de la derecha y me dejó entrar, él entró detrás de mí.

-Puedo dormir yo aquí y tú en mi habitación- dijo. Volteé a verlo-. Creo que es mejor.

-No, gracias- respondí-. Prefiero dormir aquí.

Julian suspiró.

-De acuerdo. Solamente no insisto más porque me estoy muriendo de sueño- bostezó-. ¿Hasta mañana?

-Adiosito, Juliano- me despedí inclinándome y dándole un corto beso en los labios.

-Hasta mañana- se despidió. Salió de la habitación cerrando la puerta y dejándome completamente sola.

Cuando dejé de escuchar sus pasos por el pasillo y supe que estaba en su habitación, dejé escapar un sollozo. Cubrí mi boca intentando reprimir los demás que se veían por venir. ¿Qué mierda estaba haciendo, joder? ¿Qué mierda estaba haciendo? ¿En qué clase de monstruo idiota me había convertido para tener el poco corazón y engañar a Julian para luego vengarme de él? No, Dios, no. Yo no era así.

Me senté en la cama sintiendo mis piernas tan débiles como gelatina.

Y lloré. Lloré, lloré, lloré. Porque no sabía qué había pasado por mi cabeza al momento de querer vengarme, porque no entendía en qué monstruo me había convertido para vengarme de Julian, y lo peor de todo, porque no lograba comprender por qué ¿¡Por qué, joder, por qué!? Julian era un chico increíble, y sabía que había cometido errores en el pasado. Recordaba todo, recordaba lo que me había hecho sufrir, recordaba... recordaba que me había dicho que todo lo nuestro había sido una apuesta. Sí, lo recordaba. Pero también sabía que éramos seres humanos, cometemos errores, la mayoría de las veces sin saber que los cometemos. Entonces, ¿por qué? ¿Por qué yo quería cometer el error de vengarme sabiendo que era incorrecto? ¿Por qué mierda tenía ese asqueroso sentimiento?

Volando alto (VCLN2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora