#29: Despiértame

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-Definitivamente no entiendo este juego- se rió dejando caer las cartas sobre la cama. Reí levemente negando con la cabeza y volví a darle las instrucciones del juego.

Eran las ocho y media de la noche. Llevábamos toda la tarde así, en mi habitación del hotel, lanzados en la cama y hablando y haciendo boberías. Hacía un rato habíamos empezado a jugar a las cartas, que era algo en lo que me había empezado a especializar cuando iba en la escuela. No había olvidado varios juegos que se podían hacer con éstas, pero mi memoria tampoco era la mejor del mundo, por lo que para refrescarme la mente en las cartas, tardaría un rato.

Mientras tanto me dedicaba a enseñarle un juego a Julian. Juego cual... él no comprendía.

-¿Ves? Es sencillo- dije luego de mostrarle por segunda vez cómo era el funcionamiento del juego.

-Sí, ya veo...- murmuró intentando hacerlo él.

Me gustaba verlo así, me gustaba todo de él. Sus ojos concentrados, la manera en que mordía su labio inferior un par de veces intentando comprender, sus iris marrones viajando de allá para acá por las cartas, su cabello rizado cayendo por su frente y la manera en que sus dedos tomaban las cartas para luego un rato con ellas, mientras buscaba la otra carta correspondiente.

Lo quería, y mucho, y procuraría explicarle todo correctamente acerca del noviazgo falso, acerca de mi fama de modelo, acerca del desfile, acerca de todo. Pero primero que nada, necesitaba terminar con todo... Y eso lo haría en la conferencia que habría luego del desfile, conferencia donde se suponía que presentaría a mi novio y no lo haría.

-Esto es frustrante pero creo que ya lo tengo- sonrió mientras continuaba moviendo las cartas. Sonreí encariñada.

-Eso es bueno- respondí.

Pasar la tarde con él probablemente era una de las cosas más bonitas que me había pasado desde que me convertí en modelo, o más bien, en el monstruo destructor que había comenzado a ser. Luego de toda la presión, después de todo lo que pasé, volver con Julian se sentía como volver a casa, porque él era todo lo que necesitaba en ese instante, y se sentía maravilloso.

-Me aburrí- dijo él dejando las cartas de un lado, botando al suelo la mayoría, y lanzándose sobre mí en la cama, plantando besos en todo mi rostro.

-Julian- me reí tontamente para luego sentir cómo hundía su nariz en mi cuello y respiraba tranquilo-. Estás loco.

-Probablemente- bufó resignado y saliendo de encima mío-. Tengo hambre.

-Oh, yo también- gemí molesta levantándome de la cama. Suspiré-. Creo que tengo unas cuantas galletas por aquí- dije dirigiéndome a mi armario.

-¿Es enserio?- se rió echándose de espaldas contra la cama.

-Tengo una pequeña obsesión, creo que es obvio- resoplé caminando hacia él y subiéndome sobre su regazo, recibiendo una mueca sorprendida y divertida de él-. ¿Qué?

-¿Y eso?- se rió sorprendido sentándose y chocando su nariz con la mía suavemente.

-No es nada. Abre- ordené refiriéndome a su boca. Separó sus labios y yo metí una galleta a través de ellos antes de que él empezara a masticar.

-Podría acostumbrarme a esto- dijo divertido rodeando mi cintura con sus brazos.

-Lo sé- reí besándolo cortamente-. Y yo a esto.

-¿Sabes? Ya casi son las nueve- mencionó.

-¿Y?- dije distraída, recibiendo una mordida en mi labio inferior como respuesta. Me reí-. ¿Ansioso?

-Tal vez demasiado- admitió agarrando mi cabello entre sus dedos y jalando suavemente de él. Suspiré profundamente-. ¿Puedo?- preguntó tomando el borde de mi camisa. Sonreí, asintiendo sin romper el beso.

-Puedes- murmuré, sintiendo cómo subía mi camisa luego y me la quitaba sobre mi cabeza dejándome sólo en brasier ante su mirada.

-Eres tan jodidamente hermosa- jadeó volviendo a besarme. Alcé su remera impacientemente pero sin poder quitársela-. Ansiosa- dijo ganándose un sonido ronco de afirmación de mi parte. Sonrió, alejándose por un segundo de mí y sacándose de encima su remera negra. Suspiré viéndolo.

-¿Por qué tenías que ser tan malditamente guapo?- maldije recibiendo una sonrisa arrogante colocada en su rostro.  Mordí mi labio inferior sin quitar mi mirada de su torso-. Jodida pubertad- gemí volviendo a enredar mis manos por su cuello y a besarlo fuertemente. Correspondió rápido, dirigiendo sus manos esta vez a mis pantalones y bajándolos de poco a poco, dejándome en pura ropa interior. Suspiré.

-Espera- dijo sacando del bolsillo de su pantalón un condón. Mordí mi labio inferior reprimiendo una sonrisa-. ¿Primero la protección?- murmuró tímidamente. Asentí y abrí el paquete por él, entregándoselo luego-. Coqueta- mencionó volviendo a besar mis labios.

Lentamente sentí caer mi espalda sobre la cama, mientras sus labios recorrían suavemente los míos y sus manos acariciaban mi desnuda piel. Acaricié con mis piernas las suyas, sintiendo cómo su cuerpo encajaba con el mío y nuestras caderas chocaban suavemente con cada movimiento.

-¿Estás lista?- preguntó viéndome directamente a los ojos, al momento de ambos quedar desnudos frente al otro. Besé sus labios una vez más.

-Sí- musité segura. Sonrió mordiendo su labio inferior.

-Entonces haré que lo sientas como la mejor noche de tu vida- dijo con voz ronca dejando un beso en mi cuello, y segundos después, empezando a hacerme sentir lo mejor que pude haber sentido para ser la primera vez, durante todo lo que restaba de la noche.

***

Desperté con sus brazos rodeando mi cintura y el recuerdo de lo que había pasado la noche anterior. Se había sentido fantástico, con él todo parecía ser así. Me estiré levemente y rodé mi cuerpo de modo de quedar de frente a frente con un Julian dormido y adorable. Todo había sido relativamente perfecto y ahora... Santa mierda.

Era el día del desfile.

Como cualquier otra chica normal no me habría preocupado demasiado, ya que era ese mismo día por la tarde, pero en vista de que era una modelo que necesitaba salir a desfilar de una manera perfecta, todo el día me lo pasaría ensayando en la pasarela y preparándome para la tarde.

Un día sin Julian. ¿Cómo sería todo esto?

-Hey, Julian- dije suavemente empezando a darle besos en el rostro para despertarlo.

-¿Qué pasa?- preguntó somnoliento.

-Ya amaneció- murmuré dejando un beso largo y dulce en sus labios-. Tienes que levantarte.

Él abrió su ojos derecho y gimiendo como queja, asintió con su cabeza de mala gana.

-Tienes razón- lo aceptó. Lo que era un asco, porque no quería que se fuera. Por otra parte, necesitaba que se fuera, y pronto.

-¿Hablamos mañana, sí?- propuse sonriéndole.

-Por supuesto- afirmó levantándose de la cama y buscando su ropa por la habitación-. ¿Cómo te sientes después de lo de anoche?

-No muy bien- me reí-. Necesitaré ir en silla de ruedas de ahora en adelante- bromeé viendo cómo se empezaba a poner los zapatos.

-Muy graciosa- dijo sarcástico acercándose a mí y besando levemente mis labios. Suspiré sobre su boca; se sentía fenomenal-. Nos vemos. Te quiero ¿sí?

-Yo te quiero más- sonreí acariciando levemente su mano antes de sentir que se desprendía de mí.

-Nos vemos- se despidió en un murmullo dejando la habitación de hotel y desapareciendo tras la puerta.

Me dejé caer boca abajo en la cama y, pegando mi rostro a la almohada, dejé escapar un grito. Empezaba a odiar tener que perder mi tiempo por ser modelo. Sí, era un soberano asco. Ahora, a darse una ducha y a espabilarse.

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Volando alto (VCLN2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora