14.

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"Hyung..."

"Mierda Yoongi, responde"

"Por favor"

"Te quiero"

"Responde"

"Necesito verte"

"Déjame explicarte"

Así como esos, otros cien mensajes en la semana.

Y no, no estoy exagerando, literalmente me ha enviado cien mensajes.


Me levanto con gran pereza el día sábado, probablemente son pasada las una, pero no podría importarme menos, dado que es sábado. Estiro mis brazos y mis piernas, bostezo y miro la cama, totalmente desordenada, la almohada está húmeda (Lloré anoche, pero no va al caso, ni cuantas noches lo he hecho ya), sostengo la mirada en el vibrar insistente de mi celular que se encuentra entre las mantas y prefiero ignorar el hecho de que sé de quien se trata.

Bajo las escaleras, impaciente por un vaso de agua y tal vez, sólo tal vez, un poco de pan. Bien, sí, admito que no me he alimentado como se debe últimamente, pero es que repentinamente el apetito se a perdido dentro de mi estómago, y al parecer eso influye notoriamente en mi físico siendo que sólo han pasado dos semanas.

-¿Minah? -llamo cuando escucho un murmullo en la puerta, y camino hasta esta para encontrar a mi hermana diciendo cosas con la puerta levemente abierta y su pequeño cuerpo cubriendo a quien quiera que sea la otra persona de fuera- Hey -vuelvo a llamar, ella pega un saltito y se gira nerviosa, cerrando otro poco la puerta detrás de ella, ocultando con esfuerzo a quien fuese.

-Buenas tardes, Oppa -saluda intentando bromear, pero su voz tiembla y sé que algo debe andar mal. Recuerdo a esa chica, Amber, y ya me estoy imaginando que ella es quien se encuentra del otro lado, así que me acerco lo suficiente y pongo mi mano sobre la madera, esperando a que ella se mueva- ¿Ya comiste? -pregunta haciendo presión para que yo no abriese, frunzo el ceño.

-¿A quién tratas de esconder? ¿Tu novia? -pregunto soltando un bufido.

-Bueno... Algo así -murmura desviando sus ojos de mi vista, frunzo aún más el ceño y un nudo se forma en mi garganta al por fin captar el rumbo de sus palabras. Asiento más para mí mismo que para Minah y suelta la puerta.

-Oh, bien, suerte con eso -digo y aclaro mi garganta con incomodidad- Iré a... al baño, sí, baño, eso haré -maldición, porqué me debo sentir así. Su puta y simple presencia me pone los pelos de punta. No quiero verlo...

-¡Espera! -grita Minah cuando ya le di la espalda, así que detengo mi andar y trago saliva, casi prediciendo sus palabras- ¿Estás seguro de todo esto? -rasco mi cabello con frustración y no niego ni afirmo nada al respecto, tan sólo sigo mi camino y me encierro en el baño.

Me dejo caer al suelo con la espalda pegada a la pared y pienso en aquellos recuerdos vergonzosamente cursis que estuve con Hoseok. Y me siento patético al querer volver a aquel entonces. Me siento patético al admitirme a mí mismo que necesito a ese endemoniado mocoso a mi lado.

Unos nudillos resuenan contra la puerta del baño y me quedo observando aquel rectángulo de madera por un largo lapso de tiempo antes de finalmente levantarme y abrir.

Me atraganto con mi propia saliva al ver al ladrón de mis recuerdos felices, de mis lágrimas y tal vez algo más. Él entra y cierra la puerta con seguro antes de que yo pueda protestar o intentar escapar (Aunque quizá ambos sabemos que no lo hubiese hecho).

-¡Hoseok Oppa! ¡Abre ahora mismo! ¡Dije que no debías! -grita Minah golpeando la puerta con desesperación. De mi boca aún no sale ni siquiera una palabra, sólo admiro lo guapo que es y lo idiota que estoy siendo. Recuerdo las palabras de aquel chico, así como su nombre, jamás podría olvidar el nombre de quien dijo palabras tan crudas. Así que la ya muy bien conocida sensación de las lágrimas desplazándose en mi rostro comienza a invadirme.

-Está todo bien, Minah, sólo dame diez minutos -dice él, avanzando lentamente hacia mi, su nariz rozando la mía, nuestras respiraciones mezclándose.

Como mínimo acaba de pasar un minuto ínfimo de miradas, sin tacto, sin habla, sólo sus orbes sobre los míos. Las lágrimas se acumulan hasta lograr escapar de sus ojos y yo no logro entender por qué él es quien llora. Acerca su mano con paciencia, atento a mis reflejos, por si llegase a apartarlo, pero no lo hago. Pronto siento la yema de sus dedos limpiando mis mejillas para quitar el rastro de lágrimas de ellas y cuando cierro los ojos, sus labios chocan contra los míos y me recorre la misma sensación que me atacó ese día, como si él tuviese el control de todo, como si él fuese el adulto.

Respondí al beso sin dudarlo.

La verdad era que a pesar de decir que todo había acabado, a pesar de haber llorado, a pesar de haber fingido que lo había olvidado, de haber dicho que sólo era un mocoso, a pesar de no haber contestado ni un sólo mensaje, lo admito. Lo había extrañado un demonio, quería sus labios, quería sus manos, y quería su sonrisa, quería mentirme a mí mismo para confiar en él ciegamente por segunda vez, quería sentirme idiota si de él se trataba.

Nuestros labios se separaron por breves instantes y no me resistí. La verdad es que se lo merecía.

-Maldito hijo de puta, ¡Tú...! ¡Tú, desgraciado, yo...! -me faltaba el aire mientras el sobaba su mejilla recién golpeada por mi puño- No sabes todo lo que... quiero decir... ¿Por qué? Confié en ti -sollocé desordenando mi cabello y echándome sobre la pared.

-Yoongi hyung... verás, eso fue... fue una mala pasada, una mala broma-pésima a decir verdad, él es mi hermano menor, y... casi nunca está por acá -rodé los ojos y limpié mi rostro intentando ahuyentarlas lágrimas nuevamente- sé que suena a excusa barata, pero te hablo completamente en serio. él sí me a consolado -mi corazón latió fuertemente, sentía que prácticamente se me iba a salir por la boca- pero no como piensas, me compra dulces y me saca a pasear o ese tipo de cosas. Tal vez no notaste la caja de pastel que llevaba en manos ese día... -murmura para sí mismo, dándome a entender que realmente se esforzaba por encontrar una prueba que afirmara que sus palabras eran ciertas.

Me mira con temor brillando en sus ojos y muerdo mi labio inferior, dudando al inicio, pero tomando el cuello de su camisa con ambos puños y atrayendolo hacia mí al final, besándolo con una mezcla de desesperación y tranquilidad.

-¿Podemos comenzar desde cero? -me pregunta cuando sólo nuestras frentes están pegadas, ya que recobrábamos el aliento.

-Confiaré en ti mocoso, sólo una vez más -digo mientras vuelvo a acortar la distancia entre nosotros y muerdo su labio inferior con ferocidad.

-¡Demonios! -grita con dolor, y por fin sonrío.

-Eso te pasa por tener una cara de caballo tan desagradable -bromeo.

-Oh vamos, admite que te encanto así -ruedo los ojos y pongo una cara de disgusto.

-Claro, y el ego lo poseo yo -saboreo el sarcasmo en mis propios labios y lo empujo para poder abrir la puerta.

-Esos fueron exactamente treinta y siete minutos -demanda Minah, una sonrisa triunfal adornando su rostro y sus brazos cruzados. Le saco la lengua arrugando la nariz y subo las escaleras sin esperar a nadie, bueno, sin esperarlo a él.

-¡Yoongi hyung! -escucho decir, me giro con una ceja alzada- sólo... bueno, ¿puedo ir a recogerte a la universidad desde el lunes en adelante? -rasca su nuca y la palabra adorable surca mi mente.

-Has lo que quieras -gruño, pero su amplia sonrisa atraviesa su rostro después de dos largas y agonizantes semanas y eso me dice que supo leer entre líneas.

El novio de mi hermana {YOONSEOK}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora