Capítulo 7: Prohibido flirtear

196 29 1
                                    



¡Por fin me llamaba! No era el momento más apropiado. Hubiera preferido una llamada en la intimidad de mi cuarto, pero me daba igual. Finalmente recibía una llamada de mi amado Kevin. Por fin había encontrado un hueco para llamarme. Me sentía tan feliz que ignoré por completo al idiota que me miraba entrecerrando los ojos.

—Hola, mi amor— dije mientras me daba la vuelta, con la voz más alta de lo normal para asegurarme de que Leo lo escuchaba.

Hola, preciosa mía. No tengo mucha batería para hablar, pero quería disculparme por haberte colgado esta mañana— dijo atropelladamente.

—Ah, no te preocupes. No pasa nada— dibujé la mejor de mis sonrisas y miré a Leo, que alzaba una ceja disgustado.

¿Cómo van las cosas por ahí?

—Bien, bueno. Ya sabes. Es difícil familiarizarse con las costumbres de otros países al principio, pero nada que no pueda controlar— de nuevo miré a Leo, esta vez con una sonrisa de superioridad. Él frunció el ceño.

Te echo mucho de menos. Aquí nada es igual sin ti— dijo triste y eso me rompió el corazón.

—Lo sé... Yo también te echo de menos... —empecé a decir.

—Alicia,― empezó diciendo Leo acercándose a mí más de lo correctamente permitido— ¿Con quién hablas? ―Su voz sonaba dulce y grave. Parecía una persona completamente diferente. Me quedé helada. Primero porque olía como los ángeles. Y luego porque, para mi desgracia, Kevin lo escuchó.

¿Quién está ahí contigo?— preguntó extrañado.

—Ah, nadie— dije mientras me sacudía a Leo de encima molesta, aunque mi corazón traidor se empeñaba en aletear como un loco. —Es sólo un vecino idiota que...— el teléfono de repente se quedó mudo. 

Oh, no. ¿Había sido la batería o se había enfadado conmigo? Miré a Leo, que todavía seguía demasiado cerca. No quería que supiera que se había cortado la llamada, o creería que había logrado su propósito, así que fingí que seguía hablando con Kevin.

—¡Por supuesto!...— me di la vuelta para evitar su mirada. Sonreí exageradamente y luego me reí— Para nada... Sí... Claro... ¿Esta noche por Skype? ¡Sí! ¿Quieres que lleve puesto lleve algo especial?— al decir eso, Leo carraspeó incómodo y se apartó ligeramente. Bien. Estaba logrando mi cometido. O al menos, eso creía.

—No has olvidado nuestros planes de esta noche, ¿verdad?— volvió a decir Leo acercándose a mí más todavía y rodeando mi cintura con sus manos. Sentí un cosquilleo en la boca del estómago y mis mejillas se sonrojaron. Su mejilla rozaba la mía y empezó a apartarse lentamente sin dejar de mirarme a los ojos. Al principio estaba serio, pero luego sonrió al ver mi reacción.

Por un momento había olvidado que estaba fingiendo que hablaba con Kevin. Cuando pude hacer que mi estúpido cerebro conectara con mi cuerpo, volví a hablar con el teléfono.

—No... Nada, mi amor. Está bien. Hasta esta noche.

Guardé el teléfono en el bolsillo de mi camisa y sin levantar la mirada, todavía afectada por su cercanía, puse mis manos en sus hombros. Él se puso tenso y noté su respiración acelerándose en mi oído. Las mariposas en mi estómago hicieron de las suyas y decidí que había tenido suficiente para un día. ¿Qué digo un día? ¡Para toda la vida!

Sin que lo esperase, le empujé y, de nuevo, perdió el equilibrio y cayó al suelo. Me miró desconcertado, pero yo hice todo mi esfuerzo por mostrarme furiosa. 

Besé al equivocadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora