Capítulo 15: Derrumbando mi antiguo mundo

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Tardamos bastante, pero al final llegamos al hotel. Eran más de las dos de la mañana y uno de los Steinbach estaba parado en la puerta. Por su camisa amarilla supe en seguida que se trataba de Dani, aunque cada vez me costaba menos diferenciar sus caras. Dani era más alegre y tenía la cara más redonda, haciéndole parecer más dulce. En cambio, Leo siempre tenía expresión de gallito fantasma. Miraba con superioridad y se reía de una forma muy sexy. 

—Hola Dani, lamento el espectáculo —musité en voz baja.

El aludido en seguida sonrió ampliamente. Pareció complacido de no verme dudar al pronunciar su nombre y no confundirlo con su hermano. Sin el uniforme no era tan difícil, la verdad.

—Chicos, voy a subir a la habitación, ¿vale? Nos vemos mañana— dijo April mientras emprendía la marcha hacia los ascensores. 

La miré marcharse y luego miré a Dani que me observaba con una enigmática sonrisa. Yo también estaba cansada, pero sabía que si me encerraba en la habitación sola, me pasaría el resto de la noche llorando y no quería que eso pasara. 

—¿Estás bien?— preguntó rodeando mis hombros con su fuerte brazo.

—Ahora sí. Sólo necesitaba pensar un poco.

—Me alegro. ¿Quieres venir a tomar algo?

—Claro.

Fuimos a la cafetería del hotel y me senté en la barra junto a él. Pedí un refresco y él una tónica.

—No tienes por qué cumplir con lo que te propuso mi hermano. Lo sabes, ¿no?— dijo mientras daba un leve trago a su bebida.

No respondí. Bebí también mientras me perdía en mis pensamientos, rememorando cada día al lado de Kevin, los besos, las peleas con mi madre por él... Pero lo que más me dolían eran las risas con Carla. Los planes de futuro con ella... No quería perderla. Ella era mi amiga. Pero ¿Debía perdonar algo así? ¿Podría conseguirlo? Todavía me ardía la sangre al verla intentar explicar lo que había ocurrido. De él lo esperaba. Ella me destrozó.

—Mi hermano es un imbécil y ahora se ha encaprichado de ti. Quiere fastidiarte y hacerte sentir humillada. Disfruta así.

—Me da igual tu hermano... —musité sin apartar la vista del hielo en el vaso casi vacío. 

Dani se quedó en silencio sin saber muy bien qué decir y suspiró.

—Me voy a dormir —dije al final. Sólo quería que el día terminase.

—Vamos. Mañana tenemos cosas que hacer —dejó un billete sobre el mostrador y me siguió hacia los ascensores.

Entramos y me quedé con la mirada clavada en los números. Mi mente no paraba de recrear cada momento crucial de ese encuentro. Había puesto muchas expectativas y sólo conseguí romperme más por dentro. Antes de ese viaje tenía una mejor amiga y un novio, pero ya no los tenía. Quizá hubiera sido mejor vivir en la ignorancia... o quizá no... Ya no sabía nada. 

Llegamos a la puerta de la habitación y me derrumbé. No conseguí mantenerme entera hasta el final. Caí de rodillas al suelo y Dani me ayudó a volver a incorporarme.

—¿Estás bien?

—¡No! Maldita sea... —exclamé entre sollozos. Intenté meter la tarjeta magnética en la ranura de la puerta, pero me temblaba la mano y no conseguía acertar.

—Déjame ayudarte. —Dani la tomó de mi mano y abrió sin dificultad.

Di un par de pasos y entré en la habitación, pero me detuve al ver que la soledad y mis propios pensamientos me iban a ahogar. Me giré y miré a Dani suplicante. Él suspiró y con una pequeña sonrisa, entró en la habitación.

Besé al equivocadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora