Flor 9

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Iba llegando a mi apartamento. Yo vivía en un edificio de siete pisos y mi apartamento quedaba en el sexto; tome el elevador y en las opciones de botones había un nuevo botón que tenía la letra "C". Por curiosidad lo oprimi y este empezó a subir a una velocidad increíble, después de casi ocho segundos se detuvo, llegue a una habitación muy iluminada, tanto que por inercia empecé a parpadear intentando acostumbrarme al brillo y tapando con el brazo mis ojos, había un gran pasillo parecía ser el de un hospital camine demasiado, como por cinco minutos hasta que me tope con un ataúd de color café muy brillante, tenía manijas pintadas de oro y una ventana pero no podía distinguir quien o que era lo que estaba ahí. Lo mire de manera extraña y levante la tapa y mi corazón se detuvo por un instante, no creía lo que había visto, simplemente no lo podía creer, mire con precaución de nuevo y ahí estaba mi mamá, postrada sin vida, estaba vestida de blanco, estaba descalza, tenía un rosario rojo entre sus manos, estaba amarilla, tenia los labios rosados y el cabello sujeto con una cola de caballo, empecé a respirar muy rápido, me sudaban las manos y empecé a llorar mucho, tenía mucho estrés tanto que tome mi mano y la empecé a morder con todas mis fuerzas y esto causó que me despertará de esa pesadilla abrí los ojos como platos, mire mi mano y tenía una marca de la mordida que había hecho por el miedo, estaba sudando y tenia la almohada mojada de lágrimas. Me senté en la cama, quite las sábanas ya que me producían mucho calor y me recoste contra la pared, me dio mucho miedo, tenía el corazón a mil y empecé a llorar.
Hasta que se abrió la puerta de mi cuarto de golpe y prendieron la luz, me rasque los ojos por la luz y con dificultad mire quien era; era mi mamá.
-¿Tampoco tienes sueño?- Le pregunte con voz ronca.
-No, acompañame- Me ordenó, tenía una sudadera negra y unos tenis grises, me levante y me puse unas botas con peluche por dentro y un saco, salí detrás de ella. Tomamos el elevador y tenía pena porque mis ojos estaban hinchados y rojos por llorar, no hablamos, había mucho silencio por la hora, pero no era un silencio incómodo, era un silencio agradable. Salimos a la puerta del edificio y se sentó en el anden y en seguida me hizo señas con la mano para que me sentará junto a ella.
-Bueno ahora si. ¿Porque llorabas?- Dijo con voz clara y fuerte.
-No lloraba- Mentí, no me gustaba que la gente me tuviera pesar.
-Soy tu mamá y se cuando lloras, no soy boba Valentina. Dime- Dijo mientras sacaba un cigarrillo de su bolsillo y lo encendía con un pequeño briquet blanco con el logo de una empresa.
-Soñé que morias- Solté con voz temblorosa. -Me miró a los ojos y me tomo de la barbilla, su mano estaba helada y olía mucho a cigarrillo.
-Todos nos tenemos que morir mi cielo, no hay que temerle a la muerte, todos vamos para allá- Dijo con un brillo especial en sus ojos, un brillo que jamás había visto en ella. -Si me muero tienes que hacer una fiesta y celebrar porque tu madre fue una mujer muy alegre y feliz ¿Esta bien?- Continuo con la voz casi ahogada.
-Si señora- Respondí con una mirada de incredulidad y con una sonrisa a medias. Después tomo su cigarrillo y le dio una buena inhalada, después lo trago y exhalo el humo, hizo cara de asco y lo boto lejos.
-Nunca pruebes esto- Dijo con un hilo de voz.
-¿Para que fumas si no te gusta?- Pregunté con sarcasmo. -Es complicado de explicar- Soltó. -Dime mamá, no tengo sueño. -De acuerdo- Dijo poniendo las manos en posición en orar. -Tienes muchos problemas, te estresas constantemente. Pero siempre hay algo que te quita por un tiempo todo ese estrés acumulado y esos problemas, puede ser bueno o malo, bueno como Dios, como las relaciones sexuales, como la pareja, los hijos y los amigos. Y malo como las drogas, el alcohol y el cigarrillo. Después de un largo día de trabajo y de problemas lo que a mi me hace bien es esto. Sentarme en este andén, con el sereno de la noche y el cigarrillo, es de las cosas que más me hacen feliz, pero lo detesto. Nunca fumes. ¿Me lo prometes?
-Te lo prometo.
No sabia que pensar. Primero mi mamá me acababa de confesar que día tras día su vida era literalmente un problema. Segundo lo único que la hacia feliz era fumar. ¿Será que yo también era un problema para ella?
Me puse de pie y le extendí la mano, ella la sujeto con fuerza y mientras que se ponía de pie hizo una expresión de dolor.
-Auchhhh, mi estómago. -Grito mientras que se frotaba el abdomen.
-Tienes que ir al médico, esos dolores no son normales.
-Si mi princesa- Respondió casi que por obligación

Flores para tu madreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora