"Un mes" eso había dicho aquel hombre frente a él, Charles lo veía fijamente, intentando analizar si aquel hombre en traje le decía la verdad o sólo se burlaba de él.
"¿Me oíste? Dije que te compraré por un mes" repitió con aquella voz muy profunda...
Golpee la puerta y no recibí ninguna respuesta por lo que temerosamente entre a la habitación.
-Erik- el se volteó y noté que tenía problemas con la corbata.
Me acerqué a él lentamente y con inseguridad tomé ambos extremos de la misma.
-dejeme ayudarle- susurré para comenzar a anudar la corbata.
Erik era un hombre distinguido, por lo que el simple nudo de corbata no era suficiente para resaltar su elegancia, por lo mismo, decidí hacer un nudo que hace años mi padre me había enseñado. Él me miraba atentamente mientras movía los dedos, termine y por suerte había salido bien. La corbata se veía como si cayera por capas formando una especie de botón de rosa.
-termine- dije y el me miró fijamente
-te había dicho que no me hablaras de usted, hablame de tú, somos pareja, no lo olvides- el se volteó a tomar su saco para ponérselo- además, como debemos pretender ser pareja, tendré que tomar tu mano en algunas ocasiones y no debes separarte de mi por ningún motivo, ¿está claro?
-si- susurré apenas y sentía como un leve sonrojo aparecía en mis mejillas.
Caminamos hasta la entrada y había un abrigo negro, que claramente era de Erik, y otro más pequeño, que supuse era para mí.
Erik me ayudó a ponerme el abrigo y luego se puso el suyo antes de salir.
Una limusina nos esperaba, la misma que nos había traído la noche anterior al lugar, para ser más exactos. Subimos y Erik no hablo acerca de nada durante todo el trayecto.
Llegamos a una mansión gigantesca, parecía ser que ya no estábamos en New York, sino que en algún lugar europeo con mansiones del siglo pasado.
-Charles- me voltee a mirar a Erik y el me tendía la mano para que bajara de la limusina.
-Erik- la voz de una mujer hizo que Erik se volteara a mirar, al igual que yo- oh, cariño, ¿cómo has estado?- la mujer se acercó a él y le dio un fuerte abrazo
-Madre, que alegría verte- dijo el hombre con una sonrisa que nunca pensé que tuviera.
-y él, ¿es quién creo que es?- la mujer se me acercó y note que Erik era muy parecido a ella, tenía los mismos ojos, nariz y boca que su madre, pero los rasgos de ella eran más femeninos.
-Madre él es Charles, Charles está hermosa mujer es mi madre- la mujer se me acercó y me dio un gran abrazo, que yo correspondí de manera educada, cuando se separó de mi me sonrió y yo le respondí el gesto con una sonrisa sincera.
-es hermoso, hijo, sin duda un chico precioso- ella sonreía y no sentía nada de sarcasmo en sus palabras.
-lo sé, madre- Erik miro a su madre y luego me sonrió mientras me miraba sentía un poco de calor en mis mejillas.
-pasemos, el resto ya ha llegado- Erik me tendió su mano y yo la sostuve mientras sentía como me temblaba la mano.
Al entrar al lugar note que no sólo era una mansión por fuera, por dentro, era aún más espectacular, todo adornado con muebles de la época victoriana, todo era muy hermoso.
El lugar estaba lleno de gente, y al parecer Erik no sabía de ello, ya que, su expresión solo demostraba una gran sorpresa.
-Erik, amigo- un hombre de un extraño tono de piel se nos acercó, tenía una barba curiosa además del cabello peinado completamente hacia atrás.
-Azazel- dijo secamente Erik
-las mujeres están revolucionadas esperándote amigo mío, ¿por qué razón tardabas tanto?- el hombre me miró y luego mostró una sonrisa pícara- aunque con esa "razón" yo me demoraría aún más.
-más respeto con mi pareja- dijo con un tono de molestia -Charles, este intento de hombre es Azazel, no te le acerques demasiado.
-un gusto conocerlo- dije haciendo una pequeña reverencia.
-no sólo luce como un ángel, también habla como uno- dijo aquel hombre a lo que me sonroje un poco- por cierto, tu amigo Shaw llegó en compañía de Frost.
Erik pareció molestarse al escuchar ese nombre, sentí como apretaba un poco más su agarre a lo que me puse un poco más nervioso.
Pronto, más personas se acercaron a Erik, hablando de negocios y de temas laborales, por lo que me comenzaba a sentir ajeno a todo eso.
-me disculpan unos minutos- dije mientras comenzaba a caminar en dirección al balcón de aquel salón.
Erik no había notado que me fui, pero, un par de minutos no le harían daño a nadie.
Apenas puse un pie fuera sentí el frío viento de la ciudad, estaba más oscuro de lo que pensaba, por el estado de la noche, deben ser cerca de las diez... Creo...
-bella noche- escuche a un hombre hablar a mi espalda y me voltee rápidamente- perdón, no quise incomodarte- dijo sonriendo.
-no... No se preocupe- dije en un susurro pero de igual manera fue audible
-por favor, dejemos las formalidades- se acercó a mí, demasiado a mi parecer- Mi nombre es Sebastián Shaw, por favor dime Sebastián.
-mi nombre es Charles- dije sin mucha euforia, en comparación al hombre que tenía frente a mí- un gusto señor Shaw- le tendí mi mano para estrecharla pero el la tomó e hizo una reverencia.
-el placer es todo mío- depósito un pequeño beso en el dorso de esta mientras me miraba y sonreía.
-¡Aleja tus manos de él!- la imponente voz de Erik se hizo escuchar en el lugar, quise quitar mi mano pero Shaw me tenía firmemente sujeto.
Erik camino a paso firme sin dejar de mirar a Shaw por ningún segundo. Cuando ya estuvo a mi lado, me jaló del brazo y me abrazo a él.
-te juro que si te veo cerca de él otra vez, te arrepentirás, Shaw- Nunca había escuchado a Erik tan molesto, aunque era poco y nada lo que lo conocía.
-no creo que el pequeño piense eso, además no es como si tuvieras algún poder sobre él- Shaw sonreía y sentía como Erik me apretaba más a su cuerpo.
-puedo y lo hago- llegó una de sus manos a mi mentón- porque el es MÍO.
Y sin más reparo, Erik me beso bajo la atenta mirada de aquel hombre...
La corbata de Erik
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