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Jayah miraba a la luna con asombro, su deseo por fin se haría realidad, ese por el que estuvo pidiendo, o mejor dicho, rogando durante muchísimo tiempo.

-¿D-de verdad puede cumplirlo? ¿Realmente lo hará?-

-Así es Jayah, pero necesitaré algo a cambio -luego de decir esto, la hermosa dama blanca se puso de pie.

-Algo a cambio... ¿como qué Gran señora?

-¡Oh Jayah!, no me digas de esa forma, sé que llevo mucho tiempo en este mundo -decía la dama con una cara de preocupación bastante sobreactuada- pero jamás me ha gustado que me digan "señora"; si es de tu gusto, puedes llamarme "Zita".

-Claro, si usted me lo pide, aun así ¿qué desea a cambio Zita?

La joven simplemente estaba emocionada, al fin lo que más deseaba se haría realidad, era capaz de hacer lo que fuera necesario por este simple deseo, ya fuera robar algo, cumplir un ritual, realizar un viaje, hacer algún trabajo, engañar... no importaba lo que fuera, ella lo haría.

-Es algo simple Jayah, solo quiero al primogénito que le hagas a él.

-¡Al primogénito...! -repitió Jayah, lo pensó durante unos segundos y respondió- Si así me lo pide, eso haré Zita.

-Entonces tu deseo se hará realidad, puedes estar segura de eso, tienes dos años para cumplir tu parte del trato -dijo la dama- ¡Ah, por cierto, no le cuentes a nadie de nuestro encuentro ni de nuestro trato, o créeme que todo lo perderás!- después de decir esas palabras, se dio la vuelta y se desvaneció en una luz blanca que llegó hasta la luna.

-Puedo cumplirlo -decía la joven para sí misma -no es una petición tan grande, sólo... ¡sólo debo hacer lo que me pidió!- Jayah se puso de pie y se fue corriendo directamente hasta su casa. Su corazón latía fuertemente e irradiaba una gran emoción, por fin encontraría el amor que siempre deseó.

Mientras tanto, la luna la veía desde los cielos; lo hacía cada noche, la veía a ella, veía a los animales dormir, veía a las montañas apenas iluminadas con su suave luz, le encantaba ver todo, pero en especial ver a los niños y niñas sumidos en sus misteriosos y dulces sueños. Durante su vigila, una pequeña estrella se acercó a ella, sentía curiosidad pues había visto todo lo sucedido.

-¿Zi-Zita?- dijo la pequeña estrella, algo temerosa de acercarse.

-Oh, ¿que sucede pequeña? ¿también quieres ver el mundo humano?- le preguntó la luna.

-Lo veo cada noche, al igual que usted.

-¿Entonces qué es lo que deseas?

-Solo sentía curiosidad, ¿por qué decidió cumplir el deseo de esa simple joven?

-¡Es eso!... Pues es que ella de verdad lo deseaba, ¿viste cómo vino sin descanso durante tantas noches seguidas? Incluso vino estando enferma de gravedad una vez, es una joven fuerte, ¡ahhhh!.. -terminó en un suspiro.

-Pero... lo que aún no termino de comprender, es ¿por que le pidió su primer hijo?

-Sabes lo que más amo ver en las noches ¿verdad?

-Así es, siempre le ha gustado ver a los niños en sus sueños.

-Siempre he tenido el deseo de ser madre, y aquí hay una oportunidad para hacerlo- dijo con una sonrisa.

-Pero ¿no sería mejor que usted se casara?... Digo, asi al menos el hijo será de usted.

Al oír estas palabras el rostro de la dama se volvió totalmente inexpresivo. Volteó a ver a la pequeña estrella que al ver su rostro sintió un gran escalofrío.

-No tengo el deseo de casarme, no lo deseo simplemente.

-¡Ah y-ya veo!... pero ¿qué hay de la joven?, usted la está utilizando ¿no?

-Es cierto que ella siente amor, pero no es un verdadero amor, es solo un amor hueco.

-¿Un amor hueco? No lo comprendo su majestad.

- ¿Viste como ni siquiera reaccionó al decirle que le quitaría a su primer hijo? Eso es un amor hueco, los hijos son la mayor expresión del amor de dos personas, y ella no dijo nada, simplemente no es un verdadero amor.

-¿Y si después de verlo nacer sí lo ama?

-Ya hicimos el trato, no se puede negar ahora...

Hijo De La LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora