- QUORÌN HART 2 -

17 5 4
                                    

Quorìn Hart montaba en su gran lagarto gigante seguido por una gran horda de kruhns. Miró hacia atrás y observó el gran ejército con el que sorprendería a su rey Olmh, al que no le había dicho nada sobre el ataque a los Picos de las Nubes. Tarde o temprano el Señor Oscuro se enteraría de aquel ataque que Quorìn Hart había preparado a sus espaldas, pero cuando lo hiciera ya no quedaría un soldado kailomiano con vida.

Quorìn Hart rugió mucho más fuerte que el resto de sus kruhns y desenvainó su espada con rapidez. Los kruhns desenvainaron sus armas y gritaron al unísono, creando un sonido mucho más fuerte que el de un trueno. Los grandes lagartos empezaron a correr por las llanuras de los Picos de las Nubes con los kruhns a sus espaldas, tensando sus arcos mientras mantenían el equilibrio o agarrando con fuerza sus hachas para cortar las cabezas de los kailomianos. Quorìn Hart dio un latigazo con las riendas a su gran lagarto grisáceo y este corrió hasta que se empezó a alejar poco a poco del ejército. Bajo la atenta mirada de los Picos de las Nubes, Quorìn Hart vio el gran Castillo de las Almas sobre una montaña cercana y el Pico de las Cuevas mucho más allá. Bajo la sombra de dicho orógeno vio como el ejército kailomiano se disponía sobre el campo de batalla, dispuesto a frenar sin éxito a la gran horda de kruhns. Quorìn Hart miró atrás y vio que todos sus kruhns le seguían. Acto seguido gritó:

-¡El ala derecha, subid conmigo al Castillo de las Almas! ¡El ala centro e izquierda, retened al ejército de Kailom en el Pico de las Cuevas!

Una gran parte de kruhns que se encontraba a la derecha se empezó a separar del resto y se dirigió cabalgando en sus lagartos rumbo a la montaña más cercana, la montaña que cobijaba en su cumbre el Castillo de las Almas, donde el rey humano Nard se protegía con miedo de la atenta y perpetua mirada del Señor Oscuro.

Entre gritos guturales y el chocar de las espadas de los kruhns unas contra otras, el ala derecha del ejército de kruhns, compuesto por más de doscientos monstruos, empezó a subir por el camino congelado que conducía al castillo. Los rugidos de las bestias empezaron a resonar en la montaña, y los soldados kailomianos que protegían el castillo vieron cómo el gran ejército subía por el empinado camino sin ninguna dificultad siguiendo al musculoso kruhn Quorìn Hart y con la intención de hacerse con el Castillo de las Almas.

-Maldita sea... ¡Maldita sea! -gritó uno de los guardias kailomianos al ver la gran cantidad de kruhns que subían con rapidez.

-¡Lanzad las rocas y disparad flechas! ¡Rápido! -gritó otro soldado mientras se dirigía al borde del pico.

Los soldados se dirigieron a las zonas más escarpadas de la montaña y empezaron a quitar las ramas de unos gigantescos arbustos que crecían en el borde de la montaña. Cuando las ramas de los arbustos empezaron a caer al suelo desvelaron la posición de unas grandes rocas redondas que habían escondido por si algún día hicieran falta y que ahora arrojarían al vacío para intentar aplastar a los kruhns.

El soldado que había dado la orden de lanzar las rocas y las flechas alzó la espada y la bajó con rapidez cortando el gélido viento que soplaba en la cima. Pronto las rocas empezaron a caer por la montaña y aplastaron a una gran cantidad de kruhns, pero no los suficientes. El camino se destruyó y muchos kruhns cayeron al vacío, pero la mayoría seguía adelante. Tensaron los arcos y lanzaron flechas, pero eran demasiados y se acercaban con rapidez a la cima, al Castillo de las Almas.

De pronto el guardia miró a su alrededor y dijo:

-¿Dónde está el Rey?

RECUERDOS DE LLUVIA - TERCERA PARTE DE LA HISTORIA DE KAILOMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora