- ASTRID 1 -

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Los tres cazadores cabalgaban por el sendero nevado que conducía al Castillo de las Almas. Tras la caída del Reino y de Camino de Plata, el pueblo humano se había asentado en un viejo castillo abandonado en uno de los Picos de las Nubes,  en la antigua capital de Kailom. La gran fortaleza del Castillo de las Almas fue quemada en su día por un gran dragón de nombre "Firiom". O eso se decía. Posiblemente habrían sido los bárbaros norteños de antaño, que en su búsqueda por un refugio habrían quemado el castillo. Años después, debido a la pérdida de sus territorios, el pueblo humano se había asentado en las ruinas de los altos Picos de las Nubes, al lugar donde estos cazadores se dirigían.

Subían por la montaña como podían, arrastrados por un viento frío que les obligaba a abrigarse con los pocos ropajes de los que disponían. Habían dejado los cuatro caballos (incluyendo el de su difunto jefe) en un establo que se había construido con anterioridad en la ladera de ese gran pico. Ahora, fatigados por la subida interminable, vieron el gran Castillo de las Almas deslumbrar entre la nieve. Era bajo, sin mucha protección a parte de la gran montaña, de bajas almenas y de un color gris apagado. Unos pocos guardias vigilaban la entrada al castillo, en el que solo vivían el rey, los siervos y algunos miembros supervivientes de la nobleza. El resto de habitantes de Camino de Plata vivían en cuevas,  alejados de su cobarde rey Nard (que no quería contraatacar por miedo a morir) y odiándolo por vivir en aquel castillo y no junto a su pueblo en las cuevas. Nard no era como Tyon...

Xurton, el cazador delgado que había cazado un Amarok, tiraba de una cuerda atada a un trineo en el que descansaba sin vida el gran lobo

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Xurton, el cazador delgado que había cazado un Amarok, tiraba de una cuerda atada a un trineo en el que descansaba sin vida el gran lobo. Niord, el cazador más gordo pero también el más fuerte, tiraba de la otra cuerda enganchada al trineo mientras la mujer cazadora, Astrid, subía por la ladera de la montaña mientras miraba las nubes blancas flotar bajo la montaña.

-No creo que el rey Nard nos deje contraatacar... -dijo a regañadientes Niord.

-Me da igual. Por lo menos quiero que vea que los Amaroks sí que existen y que podrían ser domados para luchar... -Astrid aceleró el paso y Niord se cagó en ella por lo bajo cuando también él tuvo que andar más rápido con el trineo y la pesada bestia a su espalda.

Poco a poco se iban acercando a las puertas del castillo, solemne y solitario. Era pequeño comparado con Camino de Plata, mucho más oscuro y sobre todo mucho más triste. Los pocos guardias fieles de los que disponía el rey (ya que el resto del ejército vivía también en las cuevas) custodiaban el castillo con firmeza y se mantenían firmes en la entrada. Cuando Astrid llegó a ellos, su voz sonó como un trueno:

-¡QUEREMOS VER AL REY NARD! ¡ABRID LAS PUERTAS!

Uno de los guardias bajó su mirada para contemplar a la cazadora que acababa de darle órdenes.  Enfurecido, alzó la voz para que Astrid le oyera y dijo:

-¡¿Qué quieres?!

-Venimos a enseñar al rey Nard la nueva caza en los Picos de las Nubes...

-¿Venimos? -preguntó extrañado el guardia.

RECUERDOS DE LLUVIA - TERCERA PARTE DE LA HISTORIA DE KAILOMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora