Capítulo 11: Ceguera cortical

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Durante el corto plazo de vuelta a casa, ninguno de los dos habló. Él se limitaba a sostener mi mano y acariciarla suavemente con su dedo pulgar, en silencio. No lo detuve, ni me aparté, porque parecía estarlo calmando.

Y me calmaba a mí también.

El dolor en mi pierna empeoró en el camino, tenía que morderme el labio cada vez que pisaba en pedal para evitar quejarme, pero creo que lo que más me tenía preocupada era no saber lo que nos esperaba al llegar.

El momento que habíamos tenido en la carretera había sido demasiado íntimo e intenso como para sólo irnos a dormir y despertar mañana ignorándolo. Al menos, a mí me costaría ignorar y olvidar la forma en que sus brazos me rodearon, y la manera en que se aferró a mí, como yo fuese la única la única cosa que pudiese ayudarlo a mantenerlo en pie.

Durante un segundo, incluso me atreví a pensar que Theo estaba teniendo la misma lucha interna que yo.

Aparqué el auto en el gran garaje de donde Luke lo había sacado y apagué el motor. Fue entonces cuando nuestras manos se separaron para bajar de Hellboy. Extrañé al instante cómo se sentía tenerlo tocándome.

<<Oh, Scarlett, estás tan, tan loca por él que es patético>>.

Odiaba a Bess en estos momentos.

Entramos a la casa, todavía en silencio. Era primera vez que realmente me sentía incómoda a su alrededor. El ambiente estaba pesado, diferente, y podía percibir que él tampoco sabía qué decir, ni qué hacer.

—¿Quieres que... te acompañe a tu habitación? —hablé al fin, sin poder soportar el silencio por más tiempo.

Para mi sorpresa, Theo sonrió.

—En otra ocasión, diría que soy ciego, no inválido —contestó en tono burlón—, pero, no tengo mi bastón, así que... —Alzó su mano en mi dirección.

—Está bien —dije, volviendo a la comodidad de su mano.

<<Oh, Dios, ¿qué estás haciendo, Scar?>>.

En mi cabeza había un serio debate entre las diferentes formas de interpretar su actitud. ¿Era una manera de agradecerme por ayudarlo? ¿O era algo más?

Madre mía, ¿por qué Theo tenía que ser tan ilegible?

Mejor dicho, ¿por qué tenía yo que están pensando esto?

Subimos las escaleras en silencio para no despertar a nadie de la casa. Tuve que apoyar todo mi peso en mi pierna sana, ya que el dolor se intensificaba en cada escalón que subía.

Esperaba que no fuese tan grave.

—¿Te encuentras bien? —La voz de Theo me tomó por sorpresa—. Tu respiración es entrecortada.

Que él se percatara de mi estado por sólo mi respiración me impresionó. Había estado conteniéndome precisamente para no preocuparlo. Era increíble confirmar y ver de primera mano cómo la mayoría de las personas en su condición tenían los cuatro otros sentidos más desarrollados que nosotros.

—Creo que un músculo de mi pierna se tensó cuando pisé el freno —le conté, sintiendo mis mejillas arder.

—¿Te duele mucho? ¿Necesitas algún medicamento para el dolor? —Su rostro se llenó de preocupación.

Theo, deberías dejar de comportarte así o será muy difícil para mí volverte a odiar.

—Me duele un poco —mentí, mordiendo mi labio y deteniendo mi paso frente a su puerta—, pero creo que un analgésico me haría bien.

Your eyes ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora