Capítulo 13: Evangeline Reneé Patterson

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    —¿Qué?

Me atreví a ser la primera en decir la siguiente palabra, ya que él no parecía muy dispuesto a seguir hablando, solo se limitaba a estar parado a menos de un metro de mí, con su rostro encarando el mío y su respiración ligeramente agitada por nuestra reciente discusión.

Nos encontrábamos tan cerca del otro que el único pensamiento que tenía en ese instante era en lanzarme a sus brazos y sentirme aliviada de que no era solo yo que estaba teniendo todas esas sensaciones.

Él había admitido que estaba celoso de Luke. Él había admitido que quería besarme.

—Pues, lo que escuchaste —masculló, aclarando su garganta y girando su cabeza hacia otro lado.

Vaya, todo un romántico.

—¿Desde... cuándo? —pregunté cautelosa, moviendo mi mano a la suya. De nuevo se apartó.

—No quiero que sientas lástima por mí.

—¿Por qué es que piensas que siento lástima por ti? Créeme, algo siento, pero está lejos de ser lástima.

Su cabeza se volvió a erguir y la expresión en su rostro me descolocó por completo.

—¿Qué? —inquirió, como si pensara que no había escuchado bien.

Me acerqué aún más a él, estando casi nariz con nariz.

—Yo... lo detuve —solté, sintiendo mis mejillas arder.

—¿Detuviste qué?

Su lentitud para comprender casi me hace poner los ojos en blanco. Tal vez debía ser más específica.

—Él me besó... y yo lo detuve —le expliqué, titubeante.

No era muy buena en este tipo de cosas. Denme un poco de crédito, ¿bien?

—No me gusta Luke, Theo.

—¿Por qué no te gusta? A todas les gusta Luke.

Mis manos se atrevieron a acercarse a su rostro. Quería tocarlo, sentir cuán suave era su piel. Quería decirle con más que palabras lo que intentaba decirle.

Y él me lo permitió.

Di un paso adelante, haciendo que nuestros cuerpos chocaran. Mis dedos acariciaron la piel de sus mejillas. Era increíble cómo su rostro no tenía ni una sola imperfección, sin barba, sin manchas, sin nada. Díganme, ¿qué otro chico tenía un cutis tan perfecto como el de él?

Me moví hacia sus gafas de sol, pidiendo permiso para quitarlas del camino. Fue ahí cuando sus grandes manos se cerraron sobre las mías y me ayudaron a deshacerme de ellas.

Dios, sus ojos eran hermosos y no me cansaría de decirlo.

—Por alguna razón que aún no puedo entender, Theo...— susurré a centímetros de sus labios y perdida en su brillante mirada.

Su cuerpo se estremeció a mi cercanía.

<<Hazlo>>.

—Me gustan más los chicos gruñones.

Dicho eso, mi mente se volvió un completo borrón y en lo único que pude pensar fue en atacar sus labios en ese beso que tanto había estado anhelando y que nunca pensé que alguna vez pasaría en realidad.

Su respuesta a mi acción fue más rápida de lo que esperé. En cuanto sintió mis labios en los suyos, su mano voló hacia mi nuca y me apretó contra él, dejando escapar un gruñido de lo más profundo de su garganta.

Your eyes ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora