-Veo un hombre.
Esas fueron las tres simples palabras que salieron alegremente por entre los rojizos labios de Tyler Frey.
Ax y Dylan se miraron el uno al otro de arriba abajo, buscando algún síntoma visible para decidir el género de cada uno de ellos.
-¿Quién es la mujer de entre nosotros dos?-preguntaron al unísono.
Kyla parecía ser la mas seria en aquel momento.
La repentina racha de mal humor producida por el ingenuo comentario de Ax anteriormente le había hecho subirse por las paredes. A pesar de que los chicos que conversaban a su alrededor pensaban que el motivo de su actual seriedad se debía a esto, estaban equivocados.
Kyla recordaba haber oído el sonido de esa misma alarma en otra circunstancia.
El sentimiento de claustrofobia que le producía...
La manera en la que taponaba sus oídos de un modo que ningún otro sonido podía hacer...
Estaba claro. Ella había presenciado en el pasado el escuchar esa misma alarma.
-¿No crees, Kyla?-preguntó Dylan a la embelesada muchacha repentinamente.
Kyla no sabía lo que Dylan le estaba pidiendo que argumentase.
-Supongo que me he perdido-informó, con su natural aire de superioridad.
-Según Ty -le explicó Dylan sin reprocharle el no haber permanecido atenta-, yo soy el más parecido a una mujer de entre nosotros.
-Mi criterio es otro, sin embrago- prosiguió Ax con la explicación-. A pesar de no sea muy inteligente decirlo, creo que me parezco yo más a una mujer...
-Y ha sido entonces-terminó Ty-, cuando Dylan se ha lucido y ha expresado su opinión: yo soy el símbolo de feminidad del grupo.
La expresión facial de Kyla era épica: la parte izquierda de su labio estaba levantada, junto con su ceja, expresando una enorme estupefacción.
Espero que ninguno de estos tres locos llegue a ser Presidente de InterRed, por que, si así fuera, la red se iría al pique.
-¡¿Eso quiere decir, que no me consideráis una mujer en el grupo?!
Mientras los tres adolescentes discutían el asunto, en la sala donde el resto de muchachos habían permanecido, una locura estaba tomando lugar:
Los asustados adolescentes corrían aterrorizados por la impecable estancia al mismo tiempo que la estruendosa alarma sonaba.
Los rostros de los jóvenes se tintaban de rojo debido al repentino cambio de color en la pared.
La gente gritaba.
Temían lo que pudiera ocurrir a continuación. Y así lo hicieron cuando llegó el momento.
El atemorizante hombre que Ty había visto pasar de largo por la futurista puerta, entró en la sala; lo que Tyler no había percibido debido al pequeño debate que había tenido con sus compañeros era que, tras el misterioso hombre, varios ayudantes lo seguían por los corridores. Todos ellos vestían un mono blanco, junto con un par de guantes del mismo color.
Una muchacha de entre el grupo de atemorizados adolescentes arrastró sus piernas hasta llegar al lado de uno de los ayudantes del misterioso hombre y, por cada palabra que salió de su inocente boca, una lágrima manchó su rostro.
-Por favor, señor- rogó, aferrándose al mono blanco del ayudante-... Ayúdenos... Sáquenos de este lugar...
Pero, el ayudante ignoró las plegarias de la chica y se dirigió al hombre misterioso en una lengua desconocida por la muchacha.
- Doxon, ¿criu stanr teis le'net?
El hombre misterioso respondió a su ayudante sin siquiera mirarle a los ojos, aunque, si lo hubiera hecho, probablemente el ayudante se habría congelado debido a su fría mirada.
- Yag.
El ayudante sacó de un imperceptible bolsillo de su mono blanco un artilugio parecido a un guante de metal. El aparato consistía en cinco anillos de plata, unidos por una extraña capa de tela invisible, la cual se extendía por su mano hasta llegar a la muñeca, donde al final de la tela se sellaba con lo que parecía un brazalete del mismo material que el de los anillos.
La muchacha, sollozaba a los pies del ayudante, mientras que del guante de éste comenzaba a surgir una cegadora luz celeste.
En el instante en el que la luz entró en contacto con una de las puntas de la lisa melena peliroja de la chica, la luz hizo el efecto de un cuchillo: el mechón se cortó con precisión justo por el lugar por el que el ayudante había pasado la luz y cayó a sus pies, tiñiendo el blanco suelo de color rojo.
- Gurd treyen. ¡ Ishma trovew!- aulló el ayudante.
El hombre se disponía a cortar de lleno el delgado rostro de la adolescente, cuando, el semblante de ésta cambió repentinamente: la chica ahora sonreía rebeldemente.
Tras propinarle una fuerte patada al ayudante en la espalda, la chica se agachó y, antes de que los compañeros del derrotado pudiesen mover un dedo, ya tenía el poderoso guante bajo su posesión.
-Idiotas- gritó-. No entiendo vuestro idioma, pero lo que sí que os aseguro es que unos inhumanos como vosotros no vais a hacerme daño.
A continuación, la rebelde chica activó el "guante" como si hubiese nacido para hacerlo y comenzó a apuntar al ayudante al que había derrotado.
En el momento en el que la luz celeste tocó el cuerpo del ayudante, éste soltó un alarido, y, tras unos segundos de agonía, un estruendo resonó por los pasillos: todas las puertas se habían desbloqueado.
- ¡Lo sabía!- se enorgulleció la chica, mientras todos los adolescentes a su alrededor se asombraban por la valentía que poseía- Este tío era un simple humanoide que controlaba las puertas. ¡JA! ¿Os pensáis que somos idiotas?
Antes de que los demás hombres se recuperasen de su estupefacción, estaban en el suelo con varios agujeros en sus torsos.
Los adolescentes mostraban grandes dudas en sus rostros.
-¿Os sorprende?-preguntó la peliroja.
Los supuestos hombres eran, al igual que su compañero que había sido derrotado antes que ellos, humanoides.
-No son reales -aseguró la peliroja-. Alguien los ha enviado aquí. Alguien nos está observando.
De entre la multitud de jóvenes, un musculoso muchacho de tez negra formuló la preguntaba que rondaba por la mente de todos los presentes:
-Vale, alguien nos está observando, estoy de acuerdo. La pregunta clave es: ¿Quién?
La peliroja soltó una carcajada rebelde como ella misma.
-¡Correcto!-exclamó-¿Cuál es tu nombre?
-¿Por qué debería de decírtelo?
La chica volvió a reír y, con paso decidido, se acercó al muchacho hasta estar a unos milímetros de distancia de él.
-Me caes bien-decidió.
-Soy Scott-soltó el fornido muchacho.
-Bien-la chica dió por terminada su conversación con Scott y se diriguió al resto del grupo-. Mi nombre es Berry, y os aseguro que si me ayudáis, daremos con el paradero de nuestro amigo observador, y le patearemos el trasero.
Al principio, los chicos se sintieron intimidados pero, al de unos segundos, comenzaron a asentir la cabeza y a gritar con mucha decisión.
Berry rió energéticamente mientras disfrutaba del resultado del discurso dirigido a sus seguidores.
-Bueno, ¿ a quién le apetece salir de este maldito edificio?

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Desconectados
Science FictionEn un mundo en el que la tecnología es imprescindible y la electricidad corre por sus venas, Dylan, Kyla y Ty viven en la Red, al igual que los demás. Divertirse sin límites, de eso trata el programa. 365 días de diversión ilimitada. Todo sigue con...