La vida en el poblado

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Ya llevaba nueve días en aquél campamento. Estaba bién adaptada y había hecho nuevos amigos. Nía era mi mejor amiga de allí, cada día me recibía con una amplia sonrisa y salíamos a buscar a Wina por los alrrededores. En la tienda vivían conmigo dos gemelas de mi edad: Wêstra y Kantïna. Eran bastante alocadas pero tenían buen corazón. La comida de Asita, la chamana del grupo, era deliciosa y el trabajo que teníamos que hcer pada poder seguir en el pueblo era duro pero divertido.

Por las mañanas teníamos que escalar el Gran Arbol para hacer el mantenimiento de la casita. ¿Que qué es la castia? La casita era el lugar donde todos los animales del bosque podían refugiarse sin ser rechzados. Nosotros les dabamos un sitio caliente y cómodo donde estar en los días dificiles y ellos salían tan agradecidos que siempre volvían con algún objeto especial: las plantas medicinales más dificiles de abastar, figuritas de madera talladas por ardillas o castores, piedras preciosas...
Por la tarde podíamos hacer lo que queríamos siempre que no aparecieramos a media cena.
                                                                                     ***
Esa noche fué la que pasé a ser un miembro oficial de la tribu. El jefe del grupo nos hizo sentarnos en circulo entorno la hoguera y le encomendó a Nía la missión de enseñarme el secreto del poblado.

—Querido pueblo, durante estos nueve días Clare Daily ha demostrado ser una amante de la naturaleza. Ha sabído adaptarse bién y rápido y se ha ganado nuestro respeto. A partir de ahora pasa a ser una de los nuestros. Asita, puedes colocarle la euclasa.

La mujer se acercó a mi con una cajita de madera entre las manos. La abrió y pude apreciar la belleza del mineral color verde agua tallodo en forma de hoja que había dentro. Era diminuto pero estaba hecho con una precición absoluta. Lo cogió, lo rozó con una rama y magicamente lo fijó, con estilo, un poco por debajo de mi ojo izquierdo. Entonzes todo el mundo aplaudió, ahora ya era igual que ellos.

—Hoy a las doce Aidunía te enseñará nuestro secreto —dijo el hombre refiriendose a mi.

Y comenzó la fiesta.

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