Marzo del 79
Me estoy volviendo loco, si así me siento al tercer mes de empezar las terapias con Javier no quiero ni imaginarme cómo serían las cosas a posteriori.
El lunes por la mañana salí de casa de mis tíos más temprano de lo habitual, quería salir a andar algo antes de ir a clase, quería evadirme lo antes posible de casa, mis tíos me hacían la vida imposible, eran totalmente incapaces de empatizar ni un solo momento conmigo, esperaban impacientes que llegara la hora de irme de casa, aunque fuesen 10 minutos.
Javier me tenía dicho que cuantos más problemas hubiera con mis tíos en esa casa, sería peor, ya que pensarían que lo que intentaba era que la historia de mis padres se volviera a repetir, pero que tampoco debía pasar totalmente desapercibido, debía hablar con ellos y contarles mis problemas.
Ellos eran mi problema.
Abril del 79
Esta última semana ha sido difícil, pero he ido descubriendo varias cosas sobre mí de las que no tenía ni idea, he ido a una de las calles más transitadas de toda la ciudad por primera vez, mis tíos nunca me habían llevado a ningún sitio, nunca me habían sacado de mi zona de confort, se limitaban a llevarme, a regañadientes, al instituto.
¿Qué pasaría si salieses a las calles y se te olvidase volver?
Iba caminando sin rumbo fijo por la calle principal, el decumanus, mis pensamientos se perdían entre la gente, los olores, los colores, las sensaciones...
Y entonces me topé de frente con una librería, me quedé unos 15 minutos embobado, mirando fijamente, sin apartar ni un segundo la vista de aquel escaparate, miraba los libros, miraba su anchura de estos, miraba los dibujos de las portadas, a cada cual más colorido y más inusual. Entré y después de una larga decisión, me llevé ''El principito''. Corrí de regreso a casa para meterme de lleno en su lectura.
Jamás me había dado tanta prisa en llegar a casa.