Cuarenta y siete

19 4 0
                                    

Sonó el timbre y Marie se levantó de un salto. Puede que no tuviera hambre, pero un poco de comida china no le hace mal a nadie.

—Hola, preciosa. Aquí esta tu pedido —escuché a una voz ronca decir.

Me levanté de un salto y me acerqué a la puerta.

— ¿Sucede algo? —pregunté mirando intimidadoramente al repartidor.

—No, nada —dijo este guiñándole un ojo a Marie.

—Bien, imbécil —dije cerrándole la puerta en la cara.

Nos dirigimos a la cocina y nos sentamos en la mesa.

—Celoso —canturreó.

Ayudándola | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora