Ambas niñas decidieron pedir lo mismo, un plato de lomo saltado; para ellas, el mejor plato del mundo. Cuando se los entregaron, empezaron a buscar un lugar junto a la ventana y encontraron uno efectivamente. Una vez sentadas, Alondra vio pasar a dos personas por esa misma ventana. Eran Mario y Pablo, estos dos no lo notaron, ya que estaban muy distraídos conversando sobre temas irrelevantes a esta historia.
- ¡Vámonos! ─ Le dice Alondra.
- ¿Qué? No ¿Por qué? Aún no acabo mi plato y está rico. ─ Responde haciendo pucheros.
- De verdad, nos tenemos que ir ─ Susurra, intentando cubrirse con la carta del restaurante, que estaba en la mesa.
- ¿Estás bien? ─ Meylín pregunta, mirando a ambos lados.
- Sí, estoy bien, estaré incluso mejor si nos vamos ya.
- De acuerdo, pero me debes una buena explicación para separarme de mi almuerzo.
Mario y Pablo entran, no las habían visto aún. Meylín tomaba sus cosas, lista para irse.
- ¿Qué acaso no nos íbamos, Alondra? ─ Le dice, con un tono algo fuerte, pero esta no quería ni moverse.
Pablo reconoció el nombre, volteó a mirar si era la persona que él creía y así fue. Quiso avisarle a Mario, pero él ya se había dado cuenta, se podía ver claramente una expresión estupefacta en su rostro.
- ¿Mario? ¿Hola?
- Es más bella a la luz del día.
- Déjate de sandeces. Reacciona.
- Lo siento ¿Qué hace ella acá? ¿Será el destino?
- No puedes estar hablando en serio, estás grave.
Se acercan los dos a saludar, Pablo se sienta junto a ella, Mario junto a Meylín.
- Alondra... ¿Cómo estás? ─ Mario pregunta.
- Bien... ¿Qué hacen acá?
- Alguien no está feliz de vernos ─ Dice Pablo ─ Bueno, vinimos a almorzar ¿Y tú eres?
- Meylín, encantada. Soy su...
- Amiga ─ Dice Alondra cortándole la palabra.
- Mucho gusto, yo Mario y él Pablo ─ Dice apenas, el chico no podía ordenar sus palabras. Ella lo distraía.
- Claro... bien, nos tenemos que ir, Alondra tiene algo que hacer, creo.
- Sí, sí, muchos trabajos, lo siento. ─ Agrega.
- No hay problema, estoy seguro que nos veremos pronto. ─ Dice Mario y se levanta para despedirse.
Las dos señoritas dejaron el lugar, quedando solo Mario y Pablo. Mario voltea a ver a Pablo.
- ¿Qué estás comiendo?
- Meylín dejó casi todo su almuerzo.
- Que puerco eres.
- No me puedes juzgar, estaba casi completo el plato y además... es gratis. Al menos yo no soy el que se confunde al hablar.
- ¡Qué vergüenza! ─ Acto seguido, Pablo se ríe y le contagia la risa a Mario.
Mientras tanto, Meylín y Alondra evitaban hablar en la calle, se sentían incómodas, sobretodo Alondra, quién no quería ni voltear a mirar a otra parte que no sea el suelo. Hasta que Meylín rompe el silencio diciendo:
- ¿Por qué?
- Me cuesta asimilarlo aún. Lo sabes y sabes que lo siento.
- Sí, bueno te perdono, aunque me dolió.
- Lo sé, no pude con la presión.
- No te preocupes, vamos a tu casa para dejarte, tus padres seguro no saben sobre el problema de la academia.
- Sí, me paso de la hora y siempre necesito tiempo, gracias.
Una vez en la puerta de su casa, Alondra sigue mirando al suelo, avergonzada; Meylín le da un beso en la frente y acaricia su mejilla diciendo:
- Perdóname por apresurar todo tan pronto. Es solo que... he esperado mucho para esto. Te quiero.
- No hay problema, tuve algo de culpa también ¿Estarás bien?
- Sí, aprendí a cuidarme sola hace mucho, adiós.
- Au revoir, querida.
Alondra entra a su casa, su mamá limpiaba su habitación, la ve entrar y probablemente con su sexto sentido maternal, nota su angustia.
- ¿Qué pasa?
- Estoy metida en un lío, ma.
- ¿Se puede saber?
- ¿Alguna vez has hecho algo tan diferente que crees que la gente no te va a aceptar? ─ Pregunta desesperada.
- ¿Te perturba eso?
- En este momento, mucho.
- Mira, Alondra, a la única persona que debes temer de su aceptación en una decisión radical es a ti misma. Cada persona del mundo tiene una diferente perspectiva sobre absolutamente todo, no puedes esperar que lo que a ti te guste, les guste a todos. En cambio, sería algo tonto tomar una decisión que tú crees que no va contigo ¿No crees?
- Tienes razón, gracias mamá. ─ Dice esperanzada y abraza a su madre. Fuerte el sentimiento que se siente en el cuarto.
- Descansa hija, no creo que haya algo interesante en el resto de la tarde.
- ¿Tú lo crees?
- ¿Lo crees tú? ─ Le pregunta sonriendo. ─ Cuando yo acabe de hacer los quehaceres de la casa, iré a dormir.
- Mejor yo te ayuda y luego cada una a su cama.
- Tienes corazón, hija. Estoy segura que tú misma te vas a librar de esa duda que llevas.
- Eso espero. Te quiero mamá.
- También yo... ¿Sería mejor si encendemos la radio? Ya sabes, podemos limpiar bailando. Tú madre aún está en edad de divertirse.
- Suena genial, tal vez así terminamos más rápido.
La no tan vieja mujer enciende su radio, anuncian una canción conocida para ambas, "Careless Whisper". Alondra empieza a recordar y le dice a su mamá que cambié la emisora, su mamá lo hace sin preguntar y pone una emisora de salsa.
Ambas acabaron las labores de la casa bailando cansadas, cada una se baña y va a descansar, en la cama Alondra piensa en su día, quedó dormida de tanto pensar.
Mario y Pablo seguían en la calle, sin hacer nada más que conversar. A lo lejos se veía una chica caminando rápido hacia ellos.
- Oye ¿Esa chica nos querrá robar? Se nos acerca rápido ─ Dice Pablo.
- No... espera, se me hace familiar.
- Ah, solo es Lina ¿Qué querrá? Apuesto que matarte, le contaron lo que pasó en la fiesta.
- Eso no puede ser bueno ¿Por qué no me avisaste?
- Te habías olvidado completamente de su existencia.
- No recuerdo eso.
- Eso no importa ahora, mejor corre.
- ¡Desgraciado! ─ Grita Lina y le da una cachetada bien merecida. ─ ¿Cómo pudiste? Perro.
- Lo siento, de verdad ¿Amigos?
- ¡Cínico! Me das asco. ─ Y le tira otra.
Pablo no podía contener la risa, otra vez. Mario solo lo mira.
- No importa, estoy seguro que mejorará tu racha ─ Dice Pablo.
- Ojalá. ─ y siguen caminando.
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2 Minutos Cerca Al Mar
RomanceMario era un chico desinteresado que solo se preocupaba por las cosas que le sucedían a él, Alondra era muy diferente, una chica preparada, tímida, con grandes metas. Sus caminos eran tan diferentes que los llevaron al mismo lugar.