- Tenías razón.
- ¿Sobre qué?
- Sobre ella, no me quiere.
- ¿Fuiste a su casa?
- Sí, actúa como si no lo recordase.
- No te diré que te lo dije... pero te lo dije.
- No estoy de humor.
- Perdón. ─ Dice volviendo a la seriedad.
- No lo entiendo, todo iba tan bien... espera... esa chica... desde que la vi, todo cambió.
- Sí, ya sabemos cuánto la amas.
- No hablo de Alondra, hablo de Meylín...
- Cierto... las mejores amigas siempre serán las peores enemigas para el novio.
- No creo que se así de simple, Meylín no está enterada de lo que pasó en la fiesta; se nota. Lo averiguaremos; vamos Sancho, buscaremos a mi amada Dulcinea para saber lo que nos esconde.
- Tú no lees.
- Silencio, porque será un viaje peligroso, por todo el infierno hasta llegar a mi bella Beatriz, querido Virgilio.
- No, para.
- De prisa, Afelia puede estar en peligro.
- Es Ofelia, idiota.
- Llamaré a Julieta a su balcón.
- ¿Acabaste?
- ... quizá.
- Gracias... como decías...
- Vamos a espiarla, Pablo.
- ¡Estás enfermo!
- Y mucho, me intriga saber qué es lo que está pasando.
- Te vas a arrepentir, la curiosidad mató a Mario.
- Exageras ¿Vendrás?
- ¡Qué sea la última vez que hacemos algo así! ¿Recuerdas lo que pasó ese día?
- ... Prometimos no hablar de eso.
- Me da temor a repetirlo.
- No sucederá, no hay de qué preocuparse. ─ Responde Mario sacudiendo la cabeza. ─ Además sabes que lo haría por ti; si estuvieses enamorado claro.
- Tomándote a ti como ejemplo, no gracias, no deseo enamorarme.
- Y por eso no tendré que hacer nada.
- En fin... ¿Cuándo iremos?
- Mañana.
El día siguiente, efectivamente Alondra salió con Meylín al parque, seguidas de los dos amigos. Actuaban normal, hasta entonces.
- Te quiero, linda.
- También yo, pelirroja... ¿Te puedo preguntar algo?
- Por supuesto, dime.
- ¿Te preocupa como la gente nos mire?
- ¿Qué gente? Si cuando estoy a tu lado, nadie más existe en mi vista.
- Tú sabes que quiero decir.
- ¿Qué derecho tienen ellos para juzgar el amor, que en estos últimos tiempos se está marchitando y pronto desaparecerá? ¿Acaso los dañamos por querernos? Sobreactúan, pero no es su culpa; sino de los malos ejemplos que ven; personas homosexuales que actúan de una manera ridícula, vistiéndose con ropa escasa; los promiscuos. Eso no tiene nada que ver con el amor, es como ser una prostituta o una chica fácil; por eso la gente nos ve mal, cree que somos todos iguales, pero no es así. Hay gente que ama de verdad. Hay gente que debe aprender a dejar de juzgar algo por alguien que vieron en un desfile haciendo un festival para mayores de edad.
- Increíble... de verdad. Deberías hacer un ensayo sobre eso.
- Tal vez, más adelante... Ahora ¿Me das un beso? Me cansé de hablar tanto.
- Ya lo creo. ─ Dice y la besa.
Mario y Pablo vieron todo, quedaron estupefactos, no lo creían, volvieron a esconderse en el arbusto y llega alguien que al parecer los encontró.
- ¿Mario? ¿Qué haces en los arbustos?
- Es una misión supersecreta ─ Pablo responde.
- ¿Su misión supersecreta es ver a un par de lesbianas desde aquí?
- Es más que eso. ─ Mario responde. ─ ¿Qué haces acá Paula?
- Caminaba.
- ¿La conoces? ─ Pablo pregunta.
- Sí, nos encontramos en una tienda y me agradó.
- Bueno... me van a decir qué hacen acá o... ¿debería gritarles a las chicas que están allá que las espían?
- De acuerdo. ─ Mario dice. ─ esa es la chica es la razón por la que aparezco riendo en el periódico. Me atrae.
- Pues al parecer a ella no le atraes. Debe doler.
- Mucho, es la primera persona de la que me enamoro y ya no quiero seguir con esto.
- Es entendible... ─ Responde mirando al suelo.
- No lo es, nadie se enamora en una noche de alguien. ─ Pablo añade.
- Hay gente ¿Ok? ─ Contesta nerviosa.
- Ya paren, mejor vámonos, no aguanto ver esto.
- Tranquilo, estará bien... ¿Qué te parece si los tres vamos por un helado? ─ Propone Paula.
- No, quiero estar solo, si desean vayan ustedes, yo iré a casa.
- ¿Estás seguro? ─ Pregunta su amigo.
- Sí, tal vez otro día muchachos.
- Bueno... yo no puedo salir sola con Pablo, no lo conozco. Supongo que adiós...
- Adiós.
- Adiós amigos. ─ Dice Mario para irse.
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2 Minutos Cerca Al Mar
RomanceMario era un chico desinteresado que solo se preocupaba por las cosas que le sucedían a él, Alondra era muy diferente, una chica preparada, tímida, con grandes metas. Sus caminos eran tan diferentes que los llevaron al mismo lugar.