Capítulo 6: Primera Noche

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(ATENCIÓN: ¡¡Lemon a raudales por todos lados!! Si no te gusta, por favor, evita este capítulo o sólo sus partes más incómodas. Quedáis advertidos èué)

*~Narra la autora~*

Gemidos quejumbrosos e incesantes llenaban la sala, ésta encontrándose en el laboratorio privado del jefe de medicina.
El joven rubio jadeaba mientras bajaba y subía sobre las caderas del hombre, el cual se encontraba sumido en el calor del momento.

Alois recorría con sus manos la melena del contrario, exagerando cada vez más su voz.
-...Ójala este momento-- ¡hnng! ...durara para siempre... -exhalaba entre gemidos el sucio doctor.
-¡A-AHh...! ¡Sí...! -gimió el conde en respuesta, formándose una mueca siniestra en su rostro-. ¡Qué pena que no vayas a estar aquí para recordarlo...!

Antes de que le diera tiempo a reaccionar, el hombre fue atacado por detrás con una aguja llena de polytrumus, lo suficiente para hacer que muriera casi al instante. Alois observó con satisfacción cómo su cabeza se hundía hacia atrás.

Se incorporó, rabioso.
-Sucio pervertido -murmuró, cogiendo con furia la caja que contenía todos los botes restantes del medicamento. La arrojó al suelo con fuerza, haciendo que se rompieran todos.

Claude, recolocándose las gafas, procedió a comprobar el fallecimiento del doctor.
-Infiltrado eliminado con éxito, alteza -concluyó.
El chico se apresuró a coger una pluma para escribir y añadió el nombre de la peligrosa dosis a la lista de medicinas de Elizabeth.

-¿Podría preguntar qué está haciendo, señor?
-Me gustaría ver a ese otro mayordomo en acción -sonrió, travieso-. Si de verdad es tan bueno,
sabrá la peligrosidad de esa cosa y cómo debería reaccionar, aunque, ¡ups! Creo que he roto toda la mercancía -rió, divertido.

Meramente extrañado, el sirviente asintió.
Al momento, la expresión facial del muchacho se volvió un tanto oscura.
-Sólo lo he hecho por la misión, Claude. Qué más me importa esa niña, lo que no quiero es que nos pongan en compromiso porque les dé por matarla cualquier día. Es un simple estorbo en el camino que, encima, sería peor si lo quitasen...

Su mirada se encontraba perdida mientras se refroteaba las manos. Se hizo un silencio incómodo.

Alois finalmente soltó una risita, besando rápidamente a Claude.
-¡Venga! ¡Vayámonos o nos descubrirán! -dijo con su voz chillona.

- 1 hora después -

*~Narra Ciel~*

Salí disparado por la puerta, dispuesto a alcanzar a aquel majareta. ¿Acaso de verdad había sido él el que había salvado la vida a Lizzie?

Le vi en la distancia junto a su mayordomo, caminando hacia su camarote.
Logré llegar a tiempo, parándoles en medio del largo pasillo.
-¡Trancy! -jadée-. ¿Qué diablos has hecho esta vez?
Él me miró con una extraña mueca.
-¿Encima me agradeces de esa manera el haber salvado a tu querida moza? No pensaba que fueras tan desagradable -soltó, molesto.

Suspiré. Qué paciencia había que tener.
-Por eso mismo he venido corriendo. Quería agradecerte lo que sea que acabas de hacer.
El conde ahogó una sonora risa.
-¡Te ha costado! -se carcajeó en mis narices-. No me des las gracias, ya sé que me quieres, ¿a que sí? Je, je, je...

...No, no estaba sordo, había oído bien. ¡Qué atrevimiento más desagradable, el ir más allá del ámbito profesional en plena misión!
Para colmo, acercó su rostro al mio, quizá en exceso.
-Que sepas que no te guardo rencor, Phantomhive -enseñó los blancos dientes-. Es más, me gustas.

Mi mirada de odio se unió con la suya mientras sentía un escalofrío. Parecía recién sacada de una pesadilla.
De repente, sentí la mano de Sebastian posándose en mi hombro para separarme de aquel loco.
-Temo anunciar que debemos volver a la habitación, maestro -murmuró, mirando fijamente al otro chico.
-En efecto -dije, más que harto con la situación.

Sin mirar atrás seguí a Sebastian a nuestro camarote. Me aseguró de que Elizabeth estaba libre de peligro, gracias a unos guardas enviados por la propia reina.
Al llegar al vestíbulo vacío, Sebastian me acorraló contra la pared en cuestión de segundos.
-Le dije que se alejara de ellos.
-¿Ya celoso, Sebastian? -pregunté con picardía.
-No debería tomárselo a broma, mi señor. Luego, seré yo el que tenga que limpiar su cadáver, y no es que sea de mi agrado.
-Te pago para que me protejas, bobo.
-Ni siquiera lo haces -puso una media sonrisa.
-Cállate.

Minutos después, nos encontrábamos fundiendo nuestros labios en un beso que parecía no tener fin. Explorando nuestras bocas, entramos en la habitación a trompicones, despojándonos de nuestras ropas a la vez que caíamos en la cama.

A veces nos deteníamos para mirarnos a los ojos; otras, para lamer el cuerpo desnudo del contrario.
Dejé que Sebastian fuera dejando marcas en mi torso mientras yo gemía con cada una.

No intercambiamos palabra alguna, pero nos entendíamos a la perfección. Él sabía exactamente dónde tenía que pararse y morderme con suavidad para que yo lo disfrutara más.
Cuando acabó de decorar mi cuerpo con sus besos, me agarró de las caderas y sentí algo duro rozando mi entrada.
-...Hazlo ya -dije con un leve jadeo.

Él metió todo de una vez, haciendo que yo soltara un grito de placer.
Mis aullidos se combinaban con sus embestidas, funcionando a la perfección como un mecanismo.

-¡Se-Sebastian...!~
Noté cómo llegaba al clímax, justo al mismo tiempo que yo. Era magnífico ver cómo los dos íbamos perfectamente coordinados.
Arañé su espalda, notando la sangre que brotaba de su piel bajo mis uñas.
Esto le hizo ir más deprisa, terminando dentro de mí. Ambos gemimos al unísono, cayendo rendidos entre las sábanas.

***

-¡¿Estaba copulando con el médico?! -pregunté, completamente atónito.
-Con el médico impostor -murmuró Sebastian, agotado por nuestra actividad de antes-. Lo cierto es que, al parecer, tenía amenazado al resto del personal. Suerte que le gustaran los jovencitos.
-Ugh.
-¿Qué ocurre, bocchan? -el demonio me besó en la frente cariñosamente.
-Yo nunca haría tal cosa con otro teniéndote a ti, no como tú aquella vez o ese Trancy -le reproché, devolviéndole el beso.
-Cómo le gusta regañarme, mi señor...

Nos besamos por última vez, sintiendo la luz de la noche envolviendo nuestros cuerpos abrazados.

Marea Alta (CielXSebastian)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora