7. Un poco de libertad.

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Me quedé en la cama hecha un ovillo mirando hacia la puerta esperando a que esta se abriera temblando aún recordando lo sucedido si yo no lo hubiera enfadado ahora mismo dejaría de ser pura. No podía permitir eso, siempre había pensado en mi primera vez con el hombre que amaba y casada. Típicos pensamientos de una mujer. No podía deshonrar a mi padre y menos con su enemigo tenía que hacer lo que fuese porque él no me tocara. Escuché pasos de unas botas sabía que era él, cuando abrió la puerta me levanté de la cama para irme a la mía bueno mejor dicho para irme a la esterilla que estaba en el suelo, me cogió de la mano - Quédate- me senté en ella mientras él se quitaba la ropa metiéndose en su cama, me tumbé en el filo dándole la espalda seguía desnuda, me hice un ovillo intentando tapar partes de mi cuerpo. Noté moverse en la cama y sentí miedo de nuevo. ''No quiero que me toque...'' pensé. Me echó una manta no volví a sentirlo más en toda la noche, sólo su perfecta respiración a mi lado.

Era de día, se escuchaban cantar a los pájaros a través del ventanal hoy hacía un día realmente bueno me sentía triste no poder salir de esa habitación ¿Cuánto tiempo llevaba sin salir? me parecían meses sólo tenía la compañía de Lali que me traía mis comidas y apenas podía hablar con ella porque no tenía tiempo de momento tenía otras cosas que hacer y con él, bueno, él sólo venía por la noche a dormir y lo poco que venía deseaba que se fuera pronto, me hacía temblar. Me giré y ahí seguía él durmiendo, con su pelo revuelto, su barba de varios días y sus facciones de la cara tan perfectas, era tan adorable cuando dormía no parecía el monstruo que en verdad era me senté para mirarlo mejor mientras me tapaba con la sábana. Abrió los ojos mirándome directamente a los míos me sonrojé me había pillado mirándolo ''oh genial'' pensé. Se sentó en la cama y miró desde ahí hacia el balcón con su cara de sueño mientras se desperezaba era tan... ¿Bipolar, raro?. En la noche casi me viola y ahora estaba como si nada como un inocente niño, este hombre no estaba bien de la cabeza.

Se levantó de la cama y se fue para el baño yo me tape con la manta y me salí al balcón a ver las vistas que se veían desde ahí. Observaba el pueblo, la iglesia mientras retumbaban sus campanas haciendo revolotear a los pájaros que descansaban en los árboles, gente andando por los caminos estrechos del pueblo, carrozas, mulos y burros junto a sus granjeros llevando sacos para venderlos en el mercado. Mujeres y niños paseando, riendo. Suspiré.
Sentí una voz detrás de mí haciéndome sobresaltarme -Vístete hoy hace un día estupendo para salir- Esbozó una sonrisa con sus ojos fijos en mí. Lo miré incrédula, con una sonrisa inmensa, no me lo podía creer me iba a dejar salir de esa habitación. Entré a la habitación rápido antes de que él entrase y me puse la ropa que me había traído Lali el día interior, un vestido color crema con unos detalles en la parte de el pecho y pegado en esta parte.
Y unos zapatos de esparto, bastante cómodos. Me recogí el pelo con una liga, tenía el pelo largo me llegaba por la cintura y me molestaba tenerlo siempre suelto.

-¡Ya estoy!- Grité emocionada me fui para él sonriendole, estaba nerviosa por ver que había más allá de estas cuatro paredes.

-Tranquilízate muchacha- Sonrió.
Nos dirigimos hacia la puerta, bajamos por las escaleras que me parecieron interminables y por fin llegamos a la puerta de la gran mansión.
El aire me azotaba por la cara, cerré los ojos disfrutando de ese roce. me sentía un poco más libre. Me molestaba un poco la luz del sol pero pronto me acostumbraría. Jason me observaba. Bajó los escalones esperando que lo siguiera para así llevarme hasta donde se encontraban los establos.

-¿Sabes montar o se te a olvidado desde la última vez que montaste?- dijo sonriendo y enarcó una ceja. Sabía que se estaba riendo de mí refiriéndose cuando me secuestró y me tuvo horas y horas montando a caballo pero no iba a enfadarme, estaba demasiado feliz con estar fuera de esa habitación.

Fue a por dos caballos uno era negro y el otro blanco.

-Son preciosos- dije fascinada y acariciándolos.

-Este negro se llama Sauron, es un frisón lo tengo desde que nació fue un regalo de mi padre.- Tensó la cara por un momento cerrando los ojos.
¿Volvería a enloquecer? Lo miré esperando cualquier reacción.
-La blanca- Siguió hablando tras esa pausa -Es Zafira es de sangre Árabe pura, son muy nobles, bellos y muy cotizados en el mercado- Realmente eran bellos con un brillo en su pelaje, pureza y clase. -¿Y bien, montamos? Me crucé de brazos de alguna forma graciosa supongo porque esbozó una gran sonrisa.

Me ayudó a montarme en el blanco y él montó en el negro se notaba que le encantaba esos caballos y con razón.

Empezamos a ir por un camino y poco a poco nos perdimos entre los árboles, era un paisaje realmente precioso con abundante vegetación y árboles enormes, si lo pensaba bien le sería difícil encontrarme si me escapaba poco a poco iría planeando mi huida, pero antes debía de ganarme su confianza y cuando menos se lo esperase no volveríamos a vernos nunca más.


Venganza y deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora