8.Impredecible...

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Segundo día que salía a pasear por el bosque a caballo, era agradable cuando estábamos a solas. Sin embargo cuando había personas cerca o estábamos en su habitación se transformaba a un hombre frío sin sentimientos. Mientras seguíamos montando y avanzando en el bosque iba pensando en mi plan de huida. Memorizaba cada detalle, por dónde debía ir y por donde no, me daba un cosquilleo el saber que podría salir de aquí, volver con mi padre y seguir con mi vida de antes. Su voz me sobresaltó.

-Mira ¿ves allí? Ahí hay un corzo, aquí es muy común verlos. Mi tierra tiene un bosque denso y poblado de árboles y eso los atrae. Dime ¿te gustan los animales?-

-Sí, la verdad... Es que sí me gustan desde pequeñita...- Sentí nostalgia y eso hizo entristecerme, debió de notarlo porque me cambió pronto de conversación.

-Allí está el río, vamos para allá- Se apresuró a bajar del caballo bajándome después a mí. Bajamos por el pequeño camino cuesta abajo que había hasta llegar al río, me agaché y toqué el agua estaba perfecta para un baño.

-Es agua limpia y pura, puedes beber si quieres y darte un baño- Me miraba con esa cara de picardía que siempre me ponía cuando quería ponerme nerviosa.

-N..no, no me apetece bañarme- Mentí. Miraba al agua con la cara enrojecida, sabía como ponerme nerviosa y le encantaba hacerlo.

-Bien no te bañes si no quieres- Se encogió de hombros, mientras se cruzaba de brazos y miraba al frente.

Yo seguí tocando el agua distraída sumergiendo mis dedos en el agua cristalina, cuando Jason me cogió en brazos por sorpresa mientras le gritaba que me soltase y le daba pequeños golpes en el pecho que parecía no notarlos, me tiró al río entre risas.

-¡Te odio Jason, eres un ser miserable, te odio, te odio!- Le gritaba tras intentar ponerme de pie mientras le tiraba agua e intentaba salir y mantenerme de pie.
Él reía a carcajadas mientras lo mojaba con mis chapoteos. Al verlo reírse así, me dio calma y me eché a reír con él. Se quedó callado sorprendido mirándome entrecerrando los ojos.

-No tiene gracia si tú te ríes- soltó con su media sonrisa, era un total capullo pero me hacía sentir cosas que nunca nadie lo había hecho podía odiarlo y podía estar agusto con él, es tan... impredecible.

-Te odio- Tras intentar salir del agua he intentaba taparme un poco por si se transparentaba algo, que por la forma en la que me miraba suponía que si.

Llegamos rápido a casa, podía ver como todos los que se cruzaban por el camino me miraba con odio y asco y eso me hacía sentir mal, más aún sin saber el motivo. Entramos a la habitación.

-Date un baño antes de que pilles un resfriado, no quiero tener que compartir mi aire con la de una enferma- sonrió.

-Tal vez si el señorito no me hubiese tirado a un río no correría el riesgo de enfermarme.-

-Tal vez, si la señorita no me diese la espalda podría a verlo evitado.- su voz sonaba graciosa.
Lo miré con el cejo fruncido, mientras abandonaba la habitación para entrar en el baño. Me dí un baño con calma necesitaba relajarme, aunque un poco nerviosa por si Jason entraba como la última vez, no entró. Me vestí, me puse un vestido de lino de corte recto hasta las rodillas. Un poco fino para mi gusto. Me cepillé el pelo dejándolo secar y salí del baño. Necesitaba dormir estaba realmente cansada de montar a caballo, me tumbe en la esterilla y recordé el momento de el río y se me escapó una sonrisa. La sonrisa pronto se fue. ¿Que me estaba pasando? se supone que debía de odiarlo.

-¿Qué haces ya acostada, te sientes mal?.
Me sobresalté al escucharlo. Cualquier día iba a darme un ataque al corazón a este paso. No le había escuchado entrar sumergida en mis pensamientos.

-No, no es eso. Estoy cansada por lo de esta tarde y necesito dormir.

-Me perece bien, pero antes debes de cenar. Me baño y bajamos, la cena nos espera.-
Y se fue para el baño, dejándome sorprendida, sin saber que decir.
¿Ahora iba a salir de la habitación para cenar? ¿No se supone que me odiaba? No entendía nada.

Salió del baño con unos pantalones nada más, tenía un cuerpo bastante fuerte y bronceado después se puso una camisa y me sacó de la habitación del brazo.

-¡Pero estoy en pijama Jason! déjame que me ponga algo encima.- Seguíamos avanzando por el pasillo hasta bajar por las escaleras veía como me miraba de reojo con el entrecejo fruncido.

-¿Cuantas veces te dicho que no me llames por mi nombre y menos cuando estemos fuera de la habitación?- se mantenía serio.

-Perdón- dije en voz baja. Definitivamente este chico sufría de bipolaridad, no era normal esos cambios de humor que tenía cuando estábamos a solas o con gente. Seguía agarrándome por el brazo hasta que llegamos a un gran salón con una lámpara de araña bastante grande y una mesa de madera en medio del salón, había también una chimenea encendida, si no fuese por las circunstancias en las que yo estaba, podía ser hasta acogedor.

Me senté al lado de Jason, él estaba en medio de la mesa como dueño que era de aquello, nos trajeron la cena entre ellas Lali, le sonreí y me respondió con otra sonrisa, hacía tiempo que no la veía y me dio alegría. Jason enarcó las cejas.

-¿Sorprendido de que alguien en este lugar no me odie?- Dije con sarcasmo. Se echó a reír.

-Come y calla muchacha.- Y así hice, pues de ver los platos con comida exquisita me entró apetito.

Comimos en silencio, lanzándonos alguna que otra mirada. Apartando la mía cuando se encontraban con la suya mientras él esbozaba sonrisas sabiendo el poder que tenía sobre mí.

Venganza y deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora