Parte 7

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Las noticias de Europa  eran inquietantes. George comenzaba a preocuparse. En Alemania había ardido el Reichstag y los derechos de expresión y reunión se habían suspendido por presión al presidente de su canciller Adolf Hitler. Los precios habían caído en todo Occidente, el paro comenzaba a ser alarmante.

Desde la ambición de Becki se percibía que ahora estaban en el lugar equivocado. En Nueva York triunfaba la nueva comedia musical de su amigo Cole Porter. Anything goes, en la que ella podía haber actuado. Y en Hollywood triunfaba una pequeñaja como Shirley Temple que cantaba, bailaba e interpretaba con el mismo desenfado que reconocía en sí misma la propia Becki.

- Debemos llegar a San Francisco- se dijo.

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Pero fue una decisión incorrecta porque Becki iba embarazada por segunda vez y habría de dar a luz a medio camino entre Omaha y Denver, donde no había pianos ni micrófonos y donde el calor y la luz de los escenarios eran absolutamente desconocidos para sus habitantes.

Sólo cuatro meses después de tener a su primer hijo,Frank, el medio Oeste fue sacudido por una sucesión de catastróficas tormentas de polvo que lo barrieron y lo destruyeron. Los fuertes vientos arruinaron las cosechas y mataron el ganado.

El pequeño Frank murió. Becki y George creyeron también morir de dolor. Ya ninguno de los dos recordaba los buenos tiempos del pasado ni era capaz de imaginar un futuro feliz. Era 1935. Entonces se separaron. Él, como animal herido, quería volver al hogar que ya no sabía donde quedaba. Ella, como un animal herido, sólo quería seguir embistiendo hasta la muerte.

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Siete meses después, George llegó de nuevo ante la casa de su hermana Alma en Washington. Cuando ella abrió la puerta se encontró a un hombre derrotado.

George tardó en recuperarse aunque nunca dejaba de pensar en Rebeca que, sólo con la distancia, había vuelto a recuperar en él el sentimiento de lo amado.

Alma Trap consiguió que lo contrataran como profesor de piano por horas en la Levine School of Music, donde ella había estudiado en los primeros años de estancia en los Estados Unidos.

Allí se refugió del mundo entre jóvenes alumnos y un viejo piano Steinway.

La calma recubierta de dolor, como un bombón de chocolate, se asentó en su vida. Alma y George Trap se refugiaron en su derrota, en la nostalgia y en la perplejidad de vivir una vida que nunca pudieron imaginar  y que, sin embargo, estaban viviendo.

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El 27 de mayo de 1937, mirando el televisor, Alma y George la volvieron a ver. Becki cantaba el himno nacional en la inauguración del Golden Gate en San Francisco. La mayor obra de ingeniería de ese momento, con más de once kilómetros de puente, estaba siendo inaugurada con la voz de Rebeca Sara Newton. En ese momento George se dio cuenta que la había perdido para siempre.

SABOR A CHOCOLATEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora