Damon había estado extraño últimamente. Ya no era el damon sonriente y de buen humor, ahora era distante y frío.
-Vamos helena, deja de pensar así, tal vez ha tenido una semana difícil- me decía a mi misma.
-debería hacerme chocolate caliente y ver unas películas- pensé en voz alta.
-tok tok- escuché como golpeaban la puerta.
-Hola hel...- dijo damon con una mirada misteriosa y profunda.
-Hola- sonreí nerviosa.
-necesito hablar contigo- se adentró y cerro la puerta. Se quedó unos segundos frente a mi observándome.
-Helena, yo... ¿sabes? olvídalo mejor me voy.-
Se dirigió a la salida
-Damon...- susurre.
Se dio la vuelva puso una definitiva.
Se lanzó sobre mi y planto un beso en mis labios. Era un beso apretado, con fuerza. No podía respirar. Solo podía pensar el lo suaves y cálidos que eran sus labios.
-helena, no podría decir que te amo por que estaría apresurando todo pero sí te quiero, te quiero de una forma inexplicable. Quizá me he enamorado, de tus imperfecciones y manías. No te conozco del todo, pero si te conozco lo suficiente como para decir que me encantas cada día más. Perdóname si he estado distante, solo he estado pensando lo que está pasando por mi cabeza.-
Lo besé para que dejara de hablar. Solo quería volver a sentir sus labios y nunca dejar de besarlos. Fue inconciente de mi parte, quizá había reprimido las ganas de besarlo durante tanto tiempo que no podía aceptarmelo a mi misma.- Joder Helena, debí venir preparado, con rosas y chocolates. No pensé claramente.-
-Damon no es necesario.-
-Sí, tenía que ser especial, pero bueno. Te puedo decir que vengo con las mejores intenciones.--¿te gustaría tomar chocolate y ver unas películas conmigo?.- pregunté.
- me encantaría pero tengo cosas que hacer. ¿Que crees si paso mañana con algunas golosinas y así vemos películas toda la noche, si?-
-Ok Damon, hasta mañana.-