1.- El inicio de la pesadilla

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Si algún día te dijera que es posible que de nuestras peores pesadillas lográramos crear algo mucho peor. Tan horrible que, con la simple ñema de un pulgar aplastaría a las que solían hacerte temblar, exprimiendo cada gota de su ser solo para ocupar su lugar y convertirse en tu nuevo miedo ¿te atreverías a enfrentarlo? He de decir que, sinceramente eso hice y sé, que pocos en realidad lo harán...

Podría decirse que todo inició cuando era un niño de tan solo 13 años de edad, me consideraba como un joven normal: enfrascado en mi mundo de los videojuegos con un fiel amigo con quién compartir momentos épicos en la infancia; y como todos los jóvenes que hemos sido alguna vez, existía una chica de quién estaba enamorado. Aunque, claro, no todos en la temprana vida llegaron a tener un abusón que te ponía los pies al cielo solo para robar tu dinero. Sí, así era mi niñez todos los días; yo, enamorado de la hermana de la persona que solo ocupaba su agenda diaria para golpearme, robarme, y siempre tratarme como un insecto. Se preguntarán el por qué nunca lo denuncié o hablé de ello con mis padres, pues tenía mis razones... Hallaba absurdo tener que resolver mis problemas pidiendo la ayuda de otros, aunque fueran gente mayor, yo debía aprender a enfrentarlo o simplemente vivir acostumbrándome a que nunca tendría el valor necesario para hacerme respetar. Simplemente veía a los abusones como personas idiotas, sin cerebro, que pasaban la mayor parte de su tiempo ocupados maltratando a los más débiles, ¡claro! Suele pasar que esos débiles llegan un día a convertirse en sus jefes, son raras las ocasiones pero pasa; aunque en mi caso, esa visión del futuro no me resultaba alentador, una venganza por cómo se trató en la niñez era más infantil que enfrentarlo en el momento que molestaban.

Una tarde normal y considerablemente tranquila, me encontraba en mi habitación jugando el nuevo videojuego que había salido a la venta, era de terror/psicológico, he de presumir que ya había liberado 3 finales de 10 de aquel excitante survival horror, admito que al principio el miedo me dominaba al jugarlo, pero a la vez era tan adictivo que necesitaba conocer toda la historia que se desenvolvía allí. Mientras me hipnotizaba por la trama del juego, mi madre llamó para que contestara el teléfono, alguien me estaba llamando y era nada más y nada menos que mi mejor amigo Bob Rogers, un niño moreno de mi edad que era un poco más alto que yo, divertido y a la vez temperamental, pero siempre nos llevábamos bien; era curioso que llamara a casi horas de la noche, normalmente a esas horas se encontraba con sus padres visitando a sus hermanitas quienes estaban internadas en el hospital del pueblo.

- ¡Hey Bob! ¿Qué cuentas? ¿A qué se debe tu llamada a esta hora? - Bob dijo algunas palabras que aún no he podido recordar, pero fuera lo que fuese, me encontraba serio y atento a lo que me hablaba. - ¿Qué haces allí? Me encuentro en medio de una partida del videojuego... Mmmm ¡okey! está bien, mejor veámonos en el muelle y me explicas mejor -

Recuerdo que apagué mi consola de juegos y le dije a mi madre mientras me colocaba mi chaleco amarillo que regresaría antes de las 10pm y que si me buscaba estaría con Bob en su casa, rápidamente salí y me dirigí hacia el muelle abandonado de la laguna "The Mist" (Niebla en inglés) que se encontraba a unas 13 calles de mi casa; al llegar no encontraba a Bob, ¿Dónde estaba? En realidad no lo sabía, pensé que no había llegado aún y que más bien yo era el que había apresurado a llegar al punto de encuentro, así que para distraerme mientras esperaba, me dediqué a lanzar algunas piedritas hacia la laguna, no había llegado a lanzar la tercera piedra cuando una voz muy familiar interrumpió mis lanzamientos.

- Es un excelente lugar para que nadie te encuentre, no sospecharan. -

La voz provenía de Brad Betters quién era el mismísimo demonio para mí, el brabucón que convertía mis días en insultos, golpes y demás, el único ser que por su extremada altura y fuerza atacaba a los más débiles aunque él solo tuviera 15 años de edad, el hermano mayor de Angie, la chica de quién estaba enamorado; se encontraba ebrio, aun cargaba una botella de licor en su mano, la bebía sin parar y no me tomó mucho darme cuenta de que, en su otra mano tenía agarrado por la parte trasera del cuello de la camisa a Bob, este se encontraba desmayado y pude notar por sus ropas que había luchado contra el fortachón pero había perdido y se encontraba atado de pies y manos. En cambio Brad no dejaba de mirarme con unos ojos llenos de odio mientras vacilaba en un vaivén por su borrachera; arrastró a Bob un poco hacía delante de él y tomó otro sorbo de licor mientras el nudo de mi garganta asfixiaba mi respiración y sentía como corrían las gotas de sudor por mi cara temiendo por lo que pudiera pasar más adelante.

Tomas DrewDonde viven las historias. Descúbrelo ahora