3.- UNA BESTIA

20 1 1
                                    

Sabía que algo no marchaba bien desde un principio...
Quizás era por ese perro, o quizás era por cosas mías nada más...

Me encontraba solo en una laguna tétrica y abandonada, llena de basura y cualquier otro desecho que el humano pudiera tirar. No estaba cerca de casa ni en lo más mínimo, me acerqué al muelle del lago investigando si podía conseguir al menos un cartel que me indicara donde estaba, pero era en vano... Tanto como la madera de ese puente como la de los alrededores estaban podridas... Si alguna vez hubo pintura en ellas, ya no existían. Escuché un sonido proveniente de los arbustos que se encontraban a una gran distancia de mi posición, volteé con algo de temor para inspeccionar pero me mantuve firme con la esperanza de que si no era un animal salvaje que pudiera atacarme, sería al menos una persona que pudiera orientarme nuevamente hacia mi casa... Qué desgracia que no fue así.

Entre lo arbustos apareció el maldito perro gruñendo como si defendiera su territorio, al parecer este sitio era su hogar, pero me extrañaba que al animal le escurriera de su hocico un liquido espeso; por un momento pensé que se había envenenado, pero me percaté de que era sangre, en su hocico colgaba un brazo, no un brazo cualquiera de animal... Era nada más y nada menos que el brazo de una persona; lentamente me fui alejando del can en busca de alguna rama que me sirviera de arma para defenderme, si él me trajo hasta aquí significaba que yo sería el siguiente plato. Miles de cosas pasaron por mi cabeza con referencia a los animales del demonio, imaginé que este era uno de ellos y buscaba saciar su hambre con mi alma, cosa que no le dejaría tan fácil.

El perro soltó aquel brazo de su hocico y desapareció entre la niebla que aun quedaba entrando al bosque, al parecer algo le había llamado, o eso me dio a entender, no quise confiarme mucho pero de manera estúpida me acerqué al miembro amputado que se encontraba en el suelo y noté que la mano sostenía con firmeza un collar de animal. Ridículamente tomé aquel objeto ignorando si aquella bestia regresaría por mi dejando ese brazo como carnada o que se yo... El collar era de un perro y decía con claridad "Theo"

- "MMmmm... ¿Theo? ¿donde he escuchado antes ese nombre?..."

Poco a poco mi mente empezó a trabajar y me percate que ya había estado antes en este sitio, ya conocía este lugar, este terror que me invadía, esta duda que ahorcaba mi ser; me encontraba en The Mist, aquél espantoso lugar donde había prometido jamás volver, donde cada noche mis pesadillas azotaron mi infancia derramándome la culpa de la muerte de los chicos, No comprendía como había llegado hasta ese lugar tan lejano en fracciones de segundos, tampoco entendía el por qué estaba allí. ¿Debía acaso superar algo? ¿admitirlo? no lo se... Pero Theo fue quién me lo recordó...

Theo era nada más y nada menos que el perro campeón de Brad, pero... Si la memoria no me fallaba, ese animal había muerto mucho antes del incidente en la laguna, recuerdo que el hermano de Angie se encontraba muy frustrado y molesto por la perdida de su animal, hasta un día llegó a culparme de que yo le había causado su muerte, desde ese día recuerdo que su maltrato hacia mí empeoraba más y tuve que tener más cuidado de encontrármelo para evitar que algo malo pudiese ocurrir. Pero esto no era el caso, ¿Cómo seguía vivo?

- " ¡Ya se! esto es solo una pesadilla, si me hago daño no me dolerá, solo será cuestión de tiempo para despertar y todo sea como suele ser..."

Me pellizqué en el brazo como solía ver en las películas pero no desperté... Quise tratar con algo más fuerte y me rasguñé con la rama que cargaba en mis manos, pero la fuerza bruta que apliqué causó un dolor que no imaginé tener, y un poco de sangre brotaba de la herida; esto está mal, no debo sentir dolor, menos sangrar, ¿Qué demonios está pasando aquí? no estoy soñando, siento dolor, la sangre corre de mi brazo y me encuentro confundido.

Escuché un rugido proveniente del bosque, algo se aproximaba, algo grande y fuerte; los arboles temblaban por cada paso pesado que se escuchaba y se sentía en el suelo, de repente apareció el gran animal corriendo en dirección hacia mi, pero al parecer ignorándome; se recostó en un montículo de hojas y tan solo esperaba que aquel sonido espantoso se acercase más; yo quedé petrificado porque no sabía donde esconderme, no había mucho lugar donde ocultarse, y fue cuando lo vi... Una criatura de cabeza pequeña, no poseía cuello, y su rostro ladeaba hacia un lado con los ojos rojos y entrecerrados, sus brazos y hombros eran más grandes que todo su cuerpo, parecía un gorila, pero este era grotesco, sus piernas colgaban ya que su único medio para avanzar eran los puños que utilizaba de pies, en uno de sus puños arrastraba un cuerpo quemado. Esta monstruosidad babeaba un liquido amarillo de su boca medio abierta, era como si la mitad de su rostro estuviera paralizada y la otra mitad aun funcionase. Ambos brazos estaban cubiertos de cortadas profundas, pero se notaba que hacía tiempo que habían curado, sus piernas parecían muertas mientras avanzaba, se movían como un muñeco de trapo de un lado a otro, y solo emitía algunos sonidos espantosos. Lo tenía frente a mí, sabía que iba a morir...

Tomas DrewDonde viven las historias. Descúbrelo ahora