Serenata

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Titulo: Serenata

Personajes: Chat Noir, Marinette

Ship: Marichat

Palabras: 789

Se sonrojo inevitablemente mientras la miraba, no lo había planeado, menos de esta forma, se mordió los labios nervioso, no podía apartar la vista de la chica de ojos zafiro, su cabello suelto ondeaba con el suave viento nocturno de parís, pronto el otoño llenaría todo el lugar. Ambos podían oír la suave melodía que provenía del parque cercano, un pequeño evento se celebraba y desde el balcón de la chica se veía todo a la perfección.

Se había enamorado, esta vez era algo real, algo muy real, había comprendido hacia mucho que su querida compañera jamás le correspondería, no podía enamorarse de una máscara, no la conocía, así como nadie lo conocía a él, nadie más que Nino, pero cuando esa fría noche llego con la chica, algo dentro suyo cambio, no podía explicarlo, solo... Estar con ella le generaba una agradable sensación, tanto que necesitaba verla más, hasta que sus visitas se hicieron recurrentes, el sabía que ella no le tenía más que un afecto, quizás incluso lo odiaba... pero no le importaba, la quería tanto que ese detalle no importaba, era suficiente poder estar con ella

-¿Es hermoso verdad?- La suave voz de Marinette le saco de su trance, parpadeo un par de veces y siguió la vista de la chica, la luna esa noche era enorme, una luna llena que los alumbraba ¿Debería arriesgarse a decirle aquel clásico y trillado cumplido?

-Pues... Yo veo algo más hermoso esta noche- Trataba de mantenerse lo más serio, pero de vez en cuando tartamudeaba, Marinette le miro confundida y miro a su alrededor ¿Qué seria más hermoso que la luna?

-Tienes razón, ya lo veo- Comento alegre la chica, Chat se golpeó mentalmente, la amaba, amaba esa inocencia, pero ese era un piropo clásico ¿es que acaso le estaba rechazando? Ese pensamiento hizo que su corazón se encogiera, pero solo mantuvo su sonrisa y se acercó a ella para mirar

Las luces del escenario habían bajado casi por completo, la mayor luz era la de la luna, el suave sonar de una guitarra clásica llenaba el ambiente, las parejas que estaba frente a la improvisada plataforma se abrazaban para bailar, era una canción suave, lenta, perfecta para bailar

-¿Me concederías esta pieza, princesa? –Chat se paró frente a la chica, inclinándose frente a ella cual príncipe, la chica de cabello azulado se sonrojo y luego de negar ligeramente tomo la mano que le ofrecía el chico, se acomodaron, él sonreía mientras la miraba, esa chispa de amor que se escapaba por su mirada había hipnotizado a la chica, quien se dejaba llevar por el suave vaivén, el héroe aferro su agarre en la cintura de la chica para apegarla a él, la vio sonrojarse y esconder su rostro en su pecho. Marinette podía escuchar perfectamente los fuertes latidos del rubio, estaba igual de nervioso que ella ¿Él también la querría? No sabía, en un principio le había dejado acercarse al verlo tan decaído, aunque no sentía nada romántico por él, si lo quería, era su amigo y compañero, no esperaba enamorarse, era irónico, muy irónico, ahora que ella se había enamorado, seguramente él se habría fijado en otra persona, ya ni siquiera le coqueteaba cuando patrullaban, le había dolido horriblemente, se apretó más fuerte a él ¿Era egoísta desear que él se enamorara nuevamente de ella? ¿De su verdadera yo? ¿Cómo decírselo? ¿Cómo declararse? Ninguno de los dos sabía cómo dar ese importante pasó, no tenían ninguna experiencia

-Como la lluvia... en pleno desierto... mojaste de fe mi corazón, ahogaste mis miedos- Había decidido arriesgarse, era ese el momento, algo dentro de él se lo decía, le gritaba que se lo dijera de una forma u otra. No era un gran cantante, no tenía una voz armoniosa, pero si logro hacer saltar el corazón de la chica, que lentamente levanto la mirada, él sonreía sonrojado, mientras seguía la letra de la canción que los acompañaba en ese momento –Como una dulce voz en el silencio, así nos llegó el amor... amor del bueno...-

-Y así te fui queriendo a diario, sin una ley, sin un horario- Continuo ella, sonriendo mientras aguantaba las lágrimas, la felicidad del chico fue absoluta, olvido por completo el gesto romántico y se inclinó más, casi apegando sus labios a los de ella

-Me gustas mucho Marinette...-El no espero la respuesta para besarla, envolviéndola en sus brazos, el beso fue correspondido al igual que el abrazo, ese gesto que decía todo lo que las palabras no podían, pero no era necesario, no había sido necesario nada más, ni complicadas situaciones, ni indirectas mal hechas, para nada, no necesitaban nada más que eso, nada más que ese abrazo, ese beso, esa luna, y esa serenata.


C'est L'amourDonde viven las historias. Descúbrelo ahora