Capítulo 4

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-Apúrate mujeriego.
-¡Estoy llegando! - me grita desde lejos - Es que esas chicas requerían mi atención.
Su sonrisa se amplia y lo veo claramente.
-Este bar es increíble - le digo mientras le doy un golpe en el pecho - Lamento que no haya más gente en tu despedida de soltero.
-Tengo todo lo que necesito hermano.
Bebemos varias botellas de cerveza y la diversión aumenta, al igual que la nubosidad del lugar.
-Quizá deberíamos irnos ya. - le digo sin estar tan convencido - Mañana es el gran día.
-Si, la verdad es que me pasé de tragos. Fue una gran noche.
Salimos abrazados y cantando las canciones que se escuchan desde afuera del bar. Me tropiezo y caigo al piso soltando carcajadas y gestos de dolor. Tengo a mi hermano a unos metros pero no se acerca a ayudarme. Siento que no puedo pararme, algo me empuja hacia el helado suelo.
-No puedo levantarme.
-Ni yo puedo moverme. - veo reflejarse el miedo en su cara. - ¿Qué está pasando?.
En ese momento mi cuerpo empieza a hundirse en el cemento, primero las piernas y al intentar sacarlas mis brazos quedan atrapados. La visión es escasa y solo me quedan segundos para escuchar a Cristian gritando desesperadamente. El pánico se apodera de mi mente y se tiñe de negro, mi último recuerdo.

Otra vez este lugar. ¿Donde está Eva? Me dijo que su función empezaría pero no recuerdo haber estado ahí. Si recuerdo a mi hermano. Tengo terror de pensar que él también podría haber llegado a parar a este sitio. Tengo que ponerme en movimiento. Me duele la cabeza y el cuerpo, no estoy lastimado, pero mis músculos parecieran no descansar. Voy a salir, no pienso seguir despertando entre las atracciones qué amenazan con devorarme cada noche.
No puedo nombrar cuantos "juegos" deferentes hay en este lugar. Parecen cientos, tardaría meses en entrar a cada uno de ellos. Uno en particular llama mi atención, una entrada con decenas de flechas iluminadas. El título: Amor y algunos demonios más.
Abajo una inscripción: EL PUNTO MAS ALTO DEL DESARROLLO HUMANO ES LA
CONCIENCIA DE LA CARNE.

Adentro aparté una cortina roja y un cartel me da una advertencia. El ingreso es solo para hombres. Al pasar el cartel hay un mostrador con un almohadón rojo y bordes plateados, apoyado en él una tarjeta. ¡Más funciones! Me alegro irónicamente en mi cabeza. No se para donde ir, hay cortinas y cristales en las paredes pero ninguna entrada a algún espectáculo. Una de las telas se corre y empieza a iluminarse un pasillo. En la entrada hay un reloj que anuncia una cuenta regresiva. Veintinueve minutos restantes, toda una travesía. Me interno en el pasillo y hay varios cubículos con telas rodeandolos, todas rojas con una cuerda por encima que funciona como apertura a lo que esconden. Hay cuatro de cada lado de la sala y una más al final, con una tela dorada. Descubro la primera y veo una mujer con un vestido de seda rosa, rubia y de altura considerable. La vestimenta se ajusta a su delgado cuerpo. Lleva una mascara elegante color blanca y detalles rojos. Señala con la mano cubierta por guantes, del mismo color del vestido, al costado de la jaula de cristal, de mi lado hay un panel que destella una luz lista para recibir mi tarjeta. Pienso que es temprano para tomar decisiones. Paso a la tela del frente y al tirar de la cuerda veo a una mujer morena de cabello negro, sus manos están atadas por lo que señala el tablero con ambas al mismo tiempo. Tiene un body de cuero negro y botas altas. También lleva máscara, una más sencilla que la anterior.
Paso a la tercera. Otra persona de sexo femenino, de piel blanca, cabello corto y castaño. Vestida muy sexy con lencería de encaje. Sin dudas la mejor opción hasta ahora. Está sentada en un pequeño sillón lujoso y señala con el pie el tablero. Se repite la máscara.
Después de abrir todas las telas de los costados pude observar distintas clases de vestimentas y cualidades en las pieles y cabellos de las expuestas mujeres: la última estaba desnuda, de cabello lacio y colorado; una llevaba un traje de enfermera, cabello rubio recogido; otra llevaba un traje de oficina, rulos negros y elementos de juegos íntimos; una en camisón, morocha y en el pelo dos colitas a los costados, de fondo una cama llena de peluches; y una estaba completamente rapada y solo estaba cubierta por cintas negras por todo el cuerpo. Todas tenían máscaras, de diferentes tamaños y formas.
Al final del pasillo una última casilla oculta por la cortina dorada. Corro el cobertor y hay una puerta y el mismo mecanismo de entrada, el panel para insertar la tarjeta. No me gustan las sorpresas pero puede ser una forma de salir si utilizo la tarjeta en esta puerta. Al hacerlo se activan varios mecanismos por todo el ambiente que me rodea y los primeros movimientos son en los cubos de vidrio qué dejé atrás, en cada uno de ellos el suelo se desplomó, dejando caer a las mujeres al vacío. La puerta frente a mi se abre y veo un cuarto pequeño, color gris e iluminado suavemente. En una mesa mediana hay un cristal de forma trabajada, un rombo lleno de inscripciones indescifrables. En la pared del fondo hay un cuadro con un paisaje oscuro: un árbol y dos personas a los costados, está nublado y la vegetación está casi muerta. En el cielo palabras escritas a mano alzada dicen lo siguiente:

El Circo De La MiseriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora