Capítulo 6

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Nueva noche, nuevos desafíos. Ya estoy de pie y siguiendo el rastro en el suelo hacia Eva. Cada cinco metros aproximadamente me encuentro con una rosa, de un color rojo intenso y tallos negros. No las voy recogiendo y camino apurado para no encontrar las sorpresas de la noche anterior. En el camino me detengo por un instante en una librería. En las vidrieras hay libros con tapas vacías. Solo entro unos pasos en su interior y recorro las páginas de algunos libros al azar, apoyados en estantes como si estuviesen en una biblioteca. Todas las páginas vacías y en algunas hojas hay fotografías totalmente en negro. Salgo de inmediato y retomo el camino principal. Llego a una especie de senderos cruzados, en donde desde mi canino salen tres más, en las esquinas hay altos edificios de madera sin entradas. Las tres nuevas opciones tienen las rosas en su camino, pero hasta donde alcanza mi vista no veo si llegan a cruzarse. Tengo que decidir, esta vez sin contar con un acertijo para descifrar. Solo tengo algo más del treinta por ciento de acierto, si no tengo más cruces adelante puedo volver y agarrar otra alternativa.
Elijo el del medio y en la primera media hora solo veo las paredes de madera a los costados, con lo que parece ser una barrera interminable.
En algún momento en que no me di cuenta aparecieron veredas debajo de las estructuras laterales. En ellas se van agregando faros, bancos, arbustos y de la nada un gigante parque de rosas.
Tiene una elegante entrada de rejas con figuras de ángeles y figuras geométricas. Todo cubiertas por enredaderas de rosas. Puedo ver en el interior figuras talladas desparramadas sin ninguna conexión. Otro lugar que es enorme y desconcertante. A un costado de la entrada hay un gran letrero que tiene como título "Parque de las Rosas" y debajo un texto:

Soy así porque mis semillas eran puras, pero fueron enterradas en suelo perturbado. Aprendí a crecer con mi color más sincero, pero mis tallos y raíces no soportaron la libertad y me mantienen atascada en la penumbra de la desgracia. Saben que cuando me marchite voy a ser del mismo color del que provengo: negro como el sufrimiento, la agonía, la inmoralidad. Disfruto del sol acariciando mis centímetros, pero lloro cuando la noche me tira hacia abajo para ahogarme. La peor de las oscuridades se encuentra en mi interior, por más que busque la paz, se que mi tranquilidad va a llegar al perecer en las tinieblas. Al final de cuentas es donde pertenezco.

Parece que en este lugar el único ser vivo con sentimientos es una rosa, o miles de ellas. Se desprenden varios senderos de madera llevando a lugares de descanso y a las diferentes figuras de piedra. Uno de los caminos sigue con la pista de rosas en el suelo. Sin demorar termino en un gran círculo de césped con vivo color verde, que resalta con la luz de varios faroles curvos. En el centro se levantan cuatro pedestales sosteniendo una estructura rectangular hueca en el centro. Todo adornado con las características flores de la atracción. Eva está sentada en una manta y apenas se percata de mi llegada.
-Pareces muy relajada - le digo con gracia mientras dirijo mi vista hacia el lugar que ella lo está haciendo.
-Estaba observando esa estatua en la colina - me dice sin mirarme. - Me recuerda algo de mi pasado. Tengo como destellos de mi vida anterior y se que antes había visto algo parecido.
Miro la alejada estatua de una mujer sosteniendo un ave entre sus dedos, acompañándola en su vuelo.
-¿Recuerdas algo más de tu vida pasada?
-Nada más. Solo la estatua y estar cabalgando en el campo. - me dice desilusionada.
-Creo que tengo algo que nos puede servir. - le digo para dar un poco de luz al momento de desesperanza.
Saco el mapa y lo abro en el suelo delante de ella. Tengo que sentarme al frente para contarle de mis observaciones. Una sonrisa se dibuja en su rostro y comienza a leer el poema en voz alta. Al terminar se confunde y clava sus ojos en los míos.
-Tenenos que elegir la ruta de escape y correr ya mismo.
-¡Vaya! ¡No esperaba tanta decisión! - Digo muy sorprendido. - Tenemos tiempo?
Mira el mapa y marca con su dedo el Parque de las Rosas. La salida más cercana es el dibujado con montañas y resaltado con color amarillo.
-Salimos por acá - me ordena.
-¿Alguien que hayas interrogado salió por ahí? - pregunto sin estar muy seguro de querer encontrarme sorpresas como en el laberinto.
-El hombre que se suicidó en el teatro, lo vi salir de ahí, pero...
-¿Pero?
-Nunca pude hablar con el, siempre se iba corriendo dejándome atrás.
-Leí su notas. - le digo olvidando el tema de la salida.
-¿Qué nota? - me pregunta con los ojos todavía en el mapa.
-Al morir dejó un papel donde decía que siempre escuchaba llorar a una chica y que se escapaba de todos los que intentaban acercarse. ¿Porqué siempre te escuchaba llorando?. En mis primeras noches acá también escuché tu llanto, incluso en la participación de la banda que desapareció.
-Es que antes no lo podía evitar. - me responde avergonzada- este lugar me atemorizaba y al mismo tiempo me llenaba de angustia y sufrimiento.
Vuelve a concentrarse en mis ojos y me dice:
-Pude estar tranquila y dedicarme a querer escapar desde el momento en que pudimos encontrarnos.
-¡Bien entonces! - le digo poniéndome de pie y estirando mi mano hacia ella, continúo - ¡En marcha!

El Circo De La MiseriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora