חָמֵשׁ

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Un día lo supe. Lo vi, esos no eran cortes ni nada parecido. Conocí a tus padres y lo supe. Supe por qué eras como eras y por qué de improviso tu cabello cambiaba de color.

—¿Quién es ese maldito infeliz que llevas contigo?—preguntó tu madre dándole una calada al cigarrillo que tenía en mano.

Rodaste los ojos y subimos a una habitación, te pregunté por qué no ibas a la tuya y me dijiste que me callara. Pusiste música de Green Day a todo volumen y pedimos una pizza. Todo era lindo hasta que llegó tu padre.

—¿Qué mierda haces aquí?—espetó liberando su aliento a alcohol—Sabes que odio que no estés en tu habitación cuando llego, maldita. Eres idéntica a tu madre, imbécil. Más te vale que subas y espero no le hayas dicho nada a este idiota. ¡Vete!—me gritó.

Bajaste la mirada y lo tomé como un gesto para que me fuera. Comprendí todo, realmente pude haber comprendido cualquier teorema en esos momentos, pero solo estaba viendo eso: tu madre era una drogadicta y tu padre te maltrataba en todas las maneras posibles.

La musica era tu escapatoria, ese mundo aparte que habías creado para combatir contigo misma.

Tal vez te cansaste de luchar.

Derrame De TintaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora