Capitulo 5.

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A la mañana siguiente no me lo pensé dos veces, desayuné, me duché y me vestí y fui directa a la habitación de Rick.

-¿Qué tengo que darte para que accedas a ayudarme? -Le pregunté sin rodeos.

El chico se encontraba enterrado entre las mantas y se hacía el dormido, era obvio que no quería escucharme pero eso no me detuvo. Encendí todas las luces y le quité todas las mantas.

-¿QUIERES HACER EL PUÑETERO FAVOR DE PONER EN MARCHA ESAS SOLITARIAS NEURONAS TUYAS? -Me crucé de brazos molesta, el tiempo no era algo que me sobrase.
-Pero vamos a ver alma de cántaro, es mi día libre y yo hoy no trabajo. Que si, que soy irresistible y estás perdidamente enamorada de mi, pero déjame en paz.
-Rick, te ofrezco lo que tú quieras si me ayudas. Nunca tendrás esta oportunidad. -Intenté persuadirle.
-¿Lo que yo quiera? -Dijo el cabronazo para luego incorporarse en la cama y sonreír maliciosamente.- Vale, pero tienes que cumplir lo que yo diga pase lo que pase. Júramelo.
-Te hago mi promesa de soldado. Vamos vístete rápido. ¡Las clases van a empezar!

Pedirle ayuda a Rick no entraba en mis planes para ir a por Jack, pero no me quedaba otra. Físicamente Jack me superaba y necesitaba a una montaña como Rick para inmovilizarle, ya lo demás sería cosa mía. Le pedí que se escondiera en alguna parte del edificio y que cuando tocase el timbre que anunciaba la hora de comer nos reuniésemos en el gimnasio.
Pasaron las horas y llegó el ansiado momento.

-Jack, el profesor de educación física me ha pedido que coloque los posters para montar la red de voley, ¿puedes ayudarme por favor?

Al principio dudó pero no le di tiempo a darme una respuesta negativa. Le agarré del brazo y nos dirigimos al gimnasio. Cuando entramos dentro Rick cerró la puerta y cogió la llave.

-¿Qué ha sido ese portazo?¿Quién eres? -Exigió saber Jack sin perder la calma.
-Princesita, todo tuyo. Te guardo las espaldas por si necesitas ayuda. -Contestó Rick.
-Jack, quiero explicártelo todo, pero necesito que me escuches y que me respondas a las preguntas que te haga.
-Dafne, exijo que me dejes salir de aquí. No quiero saber nada. No me interesas ni tú ni lo que me tengas que decir, así que déjame. -Se dirigió a la puerta de salida custodiada por Rick pero mis palabras lo detuvo.
-Tengo que asesinarte, eres el autor de Geoda.
Él chico me miró de una manera que sentí como me acababan de clavar un puñal en el corazón. Iba a ser una batalla difícil de pelear, y sobre todo de salir victoriosa.

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