Capitulo dos.

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Ya es de mañana la tormenta no ha parado.
Me levanto de la cama y me duele mucho la rodilla. Escucho pasos por el pasillo cada vez más cerca.
Escucho unos pequeños toques en mi puerta.
-¿Puedo pasar?
-Si claro, pasa.
Andrew entra, está todo despeinado. Suelto una resista inevitable.
-¿Qué?
-Tu cabello.
-Ahh.
Se mete los dedos entre el cabello y se lo peina.Se sienta en el borde de una esquina de la cama.
-¿Cómo está tu rodilla?
-Mmm... Creo que mejor.
-Ven, vamos.
Me ayuda a pararme y me lleva hasta el baño, me retira la venda y la herida se ve muy mal.
Suspira.
-Se ve muy mal, se infectara si no te llevamos con un médico.
Me cambia la venda, por una que no está toda ensangrentada.
Bajamos a desayunar.
-Siéntate.-le digo.
-No, yo cocino.
-¿Sabes cocinar?
-Obvio.
-Demuéstramelo.
Saca unos huevos y tocino del refrigerador.
Comienza a oler delicioso.
Los sirve en un plato y me los pasa.
-Pruébalos.
Cortó un pedazo de tocino y me lo meto a la boca.
-Esta bueno.
-Te dije.
Se sienta a un lado y se queda mirando.
-¿No vas a comer?
-No, gracias no tengo hambre.
Le pasó el plato para que coma algo. Y no ,endeja de mirar mientras come.
-¿Qué me ves?
-Es Que eres muy hermosa.
Se me pone las mejillas rojas y me sudan las manos.
-Voy a cambiarme para ir al médico.
Me intento levantar pero me duele mucho la pierna, tanto que me caigo.
-¿Estás bien?
-Si.
Me ayuda a llegar a mi habitación y me deja en la cama.
-¿Me puedes pasar ese pantalón y la blusa por favor?
-Claro.
Me los pone junto a la cama y sale del cuarto.
Me visto y me pongo zapatos.
La tormenta aún no para.

Me ayuda a llegar al sillón.
-Iremos en mi coche.-le digo.
-Yo conduzco.
Me sube al auto y nos vamos al médico.

Al fin llegamos. Me carga hasta la sala de emergencias y me sienta en una camilla cerca.
Después de un rato llega Andrew con un doctor detrás.
-Hola soy el doctor Richter Laurence.
-Hola.
-Veamos tu rodilla.
Me levanto el pantalón y me quita la venda.
-Necesitará puntadas.
Me estremezco.
-Tranquila.-dice Andrew.
El doctor saca una jeringa con anestesia.
-Arderá un poco.
Andrew se sienta a mi lado y me da su mano.
Escondo mi cabeza entre su cuello. Siento un gran ardor, me muerdo el labio para no gritar y aprieto la mano de Andrew tanto que hace una mueca.
-Hay que dejar que haga efecto.
Después de dos minutos ya no siento la pierna.
El doctor de acerca con una aguja e hilo.
Veo como pasa la aguja por mi carne y la va suturando.
-Eso es todo.
-Ya ves, no fue tan grave.-dice Andrew.
El doctor enrolla una venda y nos vamos.
-Gracias.
Regresamos a casa y aún no siento la rodilla.

Hemos llegado.
-¿Te puedo preguntar algo?-dice Andrew.
-Claro.
-¿Dónde están tus padres?
-Ellos...-se me corta la voz.-Murieron.
-Lo siento, yo no quería...
-No importa.
-Los míos están en otra parte del mundo, en España.
Me acerco más a él y me rodea con su brazo, nunca había sentido esto por alguien.
-Mia, te tengo que confesar algo.
-¿Qué pasa?
-Tu me haces sentir algo que no sé qué es.
-Se llama amor.
-No sé qué es el amor exactamente.
-Es lo que nadie comprenda porque amas a esa persona y que a ti no te importe dar explicaciones.
-¿Tú sientes eso por mí?
-Si.



  

Días de invierno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora