Capitulo uno.

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Lo conocí, y me enamore de él en un instante. Andrew Johnson.
Yo soy Mia Blake, y esta es mi vida.

Es invierno y hace mucho frío afuera, se supone que no debería salir pero no aguanto más estar aquí dentro. Me alisto para salir.

Las calles están cubiertas por hielo y nieve, esta resbaloso, el lago ahora es hielo. Me dirijo a una banca justo debajo de un árbol, me acomodo y me pongo a leer. No pasa mucho tiempo cuando un joven, no muy grande se sienta a mi lado.
-Esta helando aquí.-Dice.
-Si lo sé.-respondo regresando la vista al libro.
-¿Qué lees?
-No te gustaría aunque te lo dijera.
-No, no me gustaría pero me gusta el brillo de tus ojos cuando lees.
Lo veo a los ojos, es alto y rubio, sus ojos son verdes y es fuerte.
Le sonrió, me tiemblan las manos, me aferro a mi pantalón para que no lo note.
-Gracias.
Me pega una brisa de aire frío en la cara, me estremezco.
-¿Tienes frío?
-Mucho.
-¿Quieres ir a tomar algo?
Asiento con la cabeza.
Caminamos un largo rato, (o así pareció) hasta llegar a una cafetería.
Nos sentamos y es cálido allí dentro, me quito una de las muchas chamarras que traigo.
-¿Quieren algo de tomar?-pregunta la mesera.
-Si yo un capuchino caliente por favor.-contesto.
-¿Y para ti?
-Lo mismo que ella por favor.

Miro por la ventana y la tormenta de nieve comienza a caer cada vez más.

-Soy Andrew Johnson.
-Mia Blake.
-¿Te han dicho que eres muy hermosa Mia?
-No, nunca.
-¿Cuántos años tienes?
-Diecisiete, ¿Y tú?
-Igual.
-Creo que te he visto por la escuela.-respondo.
-¿Estudias en el Campus?
-Si.
-Yo igual, que coincidencia.
Llega la mesera con las bebidas. Están muy calientes, tanto que me quemo la lengua y doy un salto.
-¿Estás bien?
-Si, solo está muy caliente.
-La tormenta se ha quitado por un rato, será mejor que nos vayamos.-dice.
-Si yo creo que si.
Salimos rápido y a medio camino la tormenta volvió a empezar, corremos y me resbalo, me raspo la rodilla.
-Auch.
-¿Estás bien?
-Si, corre.
Me levanto y seguimos corriendo hasta que llegamos a mi casa.
Nos metemos muy deprisa.
-Dios.
-Lo sé.-me dice.
Me levanto el pantalón y la rodilla me sangra.
-Déjame verla.
Estiró la pierna sobre una mesa.
La rosa con su mano y siento cómo el dolor me recorre por el cuerpo.
-Ay.
-Lo siento, ¿Tienes un botiquín?
-Si, en el baño.
Me toma de las piernas y de la espalda, me carga hasta el baño y me sienta en el borde de la bañera.
Saca del botiquín agua oxigenada, algunas vendas y algodón.
-Esto va a doler.
-Solo hazlo.
Destapa el agua oxigenada y la vierte en mi herida.
Grito tanto que me duele la garganta.
-Ya pasó, tranquila.
Desenrolla la venda y la enrolla en la rodilla.
-Listo.
-Gracias.
Lo miro a los ojos, me siento segura con el aquí, ya oscureció.
-Creo que ya debería de irme.
-Pasa la noche aquí, ya es muy tarde y la tormenta no se quitara hasta la mañana.
Se levanta y se sacude la ropa.
-Es mejor que me valla, enserio.
Se da la vuelta y sale del baño, me paro deprisa y le pongo una mano en el hombro.
-Espera.
Le doy la vuelta y me acerco a él, me rodea la cintura con sus manos y nuestros labios se juntan.
-Lo siento, yo no...
-Shhh...-lo interrumpo.-Está bien.
Me sonríe y me suelta poco a poco.
-Tengo un cuarto de huéspedes, Quédate.-le suplico.
-Ok.
Lo logro convencer.

La tormenta se a vuelto más fuerte conforme pasa la noche, no he podido dormir.
No dejo de pensar en el.

Días de invierno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora