Capitulo cuatro

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Justo cayendo la mañana salimos de la cueva y fuimos a su casa, ya que era la más cerca.
-Ven pasa.
Entro y es sencilla, me gusta.
En una pared hay un librero.
-¿Te gusta leer?
-Mucho.-responde.-¿Y a ti?
-También, y me encanta leer mientas escu...
Me interrumpe.
-Escucho música y tomo café.
-¿Cómo supiste?
-A mí igual.
Le sonrío.
-Vamos a curarte.
Me lleva a un cuarto y me da una camisa, me llega un poco más arriba de las rodillas.
Siento en frío en las piernas.
Me lleva al baño y abre la llave del agua, toma el jabón y se lava las manos después se sienta a mi lado.
-Esto va a doler.
Me restriega el jabón en la herida y lanzó un grito, le hecha agua y retira el jabón.
-Ya pasó la peor parte.
Vierte un antiséptico en mi pierna, me arde mucho.
Coloca la venda y la ajusta.
-Listo.
-Gracias.
Me levanto cojeando y me veo en el espejo.
Hace mucho que no lo hacía. ¿Qué tanto puede cambiar una persona en poco tiempo?
Tengo unos ojos color café y mi cabello es de color rubio.
-Vamos a desayunar.
Vamos a la cocina, desayunamos unos huevos con tocino.
-Mia, he pensado mucho y creo que es tiempo de decirte.
-¿Si?
-¿Aceptarías ser mi novia?
-Claro.
Me lanzó a sus brazos y me atrapa. Nos besamos por un largo rato.
-Te amo.- susurra.
-Yo también.
-Ya debes de ir a casa.
Me pongo el pantalón y nos vamos.
Caminamos un largo rato, hasta llegar.
-Hemos llegado.
Abro la casa y me meto.
Andrew se da la vuelta y se va.
-Si ocupas algo no dudes en marcarme.
-Si, adiós.
Me siento genial.

Días de invierno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora