capitulo 1: secretos inconfesables

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Me levante en cuanto sonó el despertador, el sol acarició mi rostro y poco a poco fui abriendo mis ojos azules, intentando vislumbrar a mi alrededor. Fue entonces cuando lo escuché llamarme desde afuera de mi casa, con esa dulce voz que me envolvía como una sonata de amor sincero

-¡¡¡SORA!!! -Se oyó una vez mas desde la calle.

Me asome a la ventana y ahí estaba el, con su pelo rubio meciéndose con el viento. Cada mañana venía a llamarme para ir a la escuela y me alegraba saber que ese día no iba a ser diferente.

-¡Espera que bajo enseguida! -le avisé, poniéndome con gran velocidad el uniforme de la escuelay bajando de dos en dos las escaleras-. Perdona por el retraso, Roxas.

-¿Retraso? Pero si has tardado dos minutos en bajar -dijo con una sonrisa de medio lado en el rostro.

-Es que no quería hacerte esperar. Bueno, ¿vamos?

Nos pusimos en marcha hacia la escuela. Roxas permanecía muy serio como casi siempre, aunque esa serenidad me gustaba, siempre tan misterioso y callado que tenía que ser yo el que rompiera los incómodos silencios que se creaban entre nosotros.

-Oye Roxas, ¿has estudiado para el examen de hoy?

-Sí, aunque ya sabes que las matemáticas no son lo mío -contestó con un tono de fastidio.

-¿Y acaso hay algo que se te de bien? -me mofé con una sonrisa pícara.

-Haber, deja que piense... ¡Ah!, sí que hay algo que se me da bien.

-¿Ah, sí? -pregunté con curiosidad.

-Sí. Soy muy bueno con la lengua -dijo casi con un susurro sensual.

-¡¿Qué?! ¿Qué has dicho? -pregunté nervioso intentando asegurarme de que no había escuchado lo que yo creía.

-La lengua. Gramática, ortografía, literatura... ¿recuerdas? -no tardé mucho en captar el sarcasmo en sus palabras.

-Ah, eso era. Perdona, es que no te había escuchado bien.

Creía que mis nervios me jugaban malas pasadas, pero es que parecía que cada vez que estaba con Roxas siempre acababa haciendo el ridículo.

Al fin llegamos a la escuela y me fijé en que ya estaban todos allí: Kairi, Namine, Riku, Ventus y Aqua

-¡Vaya! Si ya está aquí la parejita -saludó Riku.

-¿¡Pero qué dices!? ¿A qué te refieres con parejita? -grité molesto.

-Si tanto te molesta es que algo hay -siguió el peliplateado, con ganas de burlarse de mí ya tan temprano.

-Roxas, buenos días -le saludó Namine con esas sonrisas de niñita buena que me provocaban ardores de rabia.

-Buenos días. ¿Qué tal llevas el examen?

Los dos se alejaron de allí para seguir hablando a solas y eso a mí me enfurecía de una manera inimaginable. Fue entonces cuando Ventus se me acercó.

-Buenos días, Sora.

-Buenos días -saludé decaído.

-No te preocupes, entre esos dos no hay nada -intentó consolarme.

-¿Estás seguro? Míralos cómo no paran de hablar. Se ve que tiene mucho más en común con ella que conmigo... -bajé la mirada con resignación.

-Bueno, si él no sabe apreciarte... -dijo acercándose peligrosamente, agarrándome con delicadeza por la cintura y acercando su boca a mi oído -...siempre puedes elegirme a mí.

-¿¡Qué!? -me sobresalté, levantándome de golpe y mirándole confundido.

-¿Es que no soy idéntico a Roxas?

-Sí, pero...

-Tranquilo sólo bromeaba -rió, burlándose de mi inocencia-. ¿Por qué no podré ser de esta manera con él...?

-¿Aún no te has atrevido ha hablar con él?

-No... -conteste con una mirada triste y apagada-. Siempre está solo y nunca se junta con nadie, pero... hay algo en él que me atrae.

-Pero tiene el mismo aspecto que yo ¿no? Eso debería ayudarte a tener confianza. Sólo tienes ser como siempre eres conmigo, alegre y muy activo.

-No es tan fácil. Es que esos ojos de un ámbar profundo me paralizan y me dejan indefenso cada vez que intento hablar con él. Creo que me odia y eso que ni siquiera me conoce.

-Si en verdad te gusta deberías intentarlo al menos.

-¡Todo el mundo, tomad asiento en seguida! La clase va a comenzar - comenzó el señor Zexión, el profesor de Lengua y Literatura.

El día pasó deprisa y el examen me salió mejor de lo que me esperaba, y al salir me dirigí hacia Roxas.

-Oye, Roxas, ¿te gustaría ir conmigo esta tarde a la isla?

-Lo siento pero ya he quedado con Namine.

Y sin decir nada más se fue, dejándome con una punzada en el corazón. ¿Cómo podía haber sido tan frío conmigo? ¿Y qué es eso de que ha quedado con Namine? ¿Qué es lo que va a hacer con esa? Me fui directo a casa mientras iba arrastrando los pies por la arena de la playa, aún irritado después de que mi amigo me diera de lado. Pasé el resto de la tarde mirando algunas fotos que tenía debajo de la cama de mi habitación. Me quedé mirando una en la que aparecíamos Roxas y yo, los dos bañándonos en la playa hace un año. Observé aquel cuerpo esbelto, estaba más o menos igual de delgado que yo, pero sus músculos estaban mucho más marcados y brillaban por la combinación del agua y los rayos del sol. Su pelo también estaba mojado pero aún así no perdía su consistencia férrea y deslumbrante que tenía siempre.

No sé cómo ni cuándo pero en cuanto quise darme cuenta ya me había quedado dormido en la cama, aún sosteniendo aquella foto y con la mente puesta en aquel apuesto rubio que me tenía robada la razón...

continuara...




Amor InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora