Capitulo 8: ¿trio amoroso?

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Ventus corrió en busca de Vanitas, buscándolo por todo el instituto, hasta que al fin lo encontró en la puerta principal, rumbo a su casa.

-¡Vanitas, espera! -él se giró para mirarme con sus ojos enrojecidos. Ahora me observaban dos soles bañados en un mar de sangre, llenos de ira y rabia. 

-¿Qué quieres? ¿Es que ahora me vas a decir que también te has acostado con él?

-¡Vanitas, estás siendo muy infantil! ¡Sólo ha sido un beso, y me lo ha dado mientras estaba dormido!

-¿De verdad? Pues yo diría que llevabas ya un rato despierto.

-Pero eso ha sido el shock. 

-¿En serio? -dijo una voz a mi espalda. Cuando me giré pude contemplar horrorizado a Lea- Yo podría asegurar que has disfrutado como nunca. Seguro que nunca habías probado un beso dado con ternura. 

-Lea, ¿qué es lo que dices? 

-Lo siento pero hace tiempo que no me sentía tan bien con alguien, y no pienso renunciar a ti por este musculitos descerebrado.

-Pues vamos a tener un problema -dijo Vanitas- porque Ventus es MI NOVIO, y como se te ocurra ponerle una mano encima te juro que te despellejo y uso tu piel para hacerme una alfombra.

-¿Y qué te parece si dejamos que Ventus decida? 

-¿¡Qué!? ¡Por favor no me hagáis esto!

-¿Pero qué clase de prueba es esa? Está claro que me elegirá a mí, sobre todo después de desgarrarme el trasero una y otra vez.

-¿Pero cómo? ¿Este grandioso adonis griego es el uke de la relación? ¡Ja, ja, ja, ja! Oye, Ventus, ¿no te gustaría saber lo que es estar con un verdadero hombre? Dejemos que le rubio tome una decisión, ¿o es que tienes miedo de que no te elija a ti?

-Este pelo-plumero... Está bien. Ventus, elige a uno y demuéstrale a quién quieres de verdad.

No me podía creer la situación en la que me encontraba. Estaba entre dos hombres que se peleaban por mí. ¿Eso no es algo de lo que sentirse orgulloso? ¿Entonces por qué me siento tan dividido? Por un lado tengo a Vanitas, que tiene un cuerpo escultural y muy sabroso... aunque es cierto que nunca he probado lo que es sentirse dominado... Lea era más cariñoso y agradable que Vanitas, y físicamente no le superaba pero tampoco estaba demasiado mal, y su calor corporal me ponía a 100 por hora.

-Yo... no sé a quién elegir.

-¿Qué? -exclamó Vanitas con cara de no creerse lo que acababa de decir. 

-Quizá podría decidirme del todo con una prueba de cama... -respondí poniendo cara de deseo y mirando de arriba a abajo a Lea.

-¡Pru-prueba de cama! -gritaron Vanitas y Lea casi a la vez.

-Sip, aunque para comprobarlo mejor debería hacerlo con los dos a al vez...

-¡¡¡Qué!!!

Pude fijarme que en los pantalones de Vanitas comenzaba a asomar un bulto endurecido.

-¿Lo ves? A ti también te ha gustado la idea... Van-UKE. ¿Qué dices, Lea?

-No me gusta mucho la idea de hacerlo con este delante, pero si tú eres la recompensa es un precio que puedo pagar.

-¿Y entonces a qué esperamos? Vayamos a mi casa.

Los cogí a los dos de las manos y los arrastré literalmente hasta mi casa. Nada más cerrar la puerta a nuestras espaldas me lancé a por Lea, dándole un profundo beso en los labios. A continuación le quité la camiseta y contemplé un abdomen ligeramente definido, algo que encontré muy sensual y atractivo. Miré a Vanitas de reojo, y me fijé en que nos observaba con cara de pocos amigos. Comencé a besar aquel pecho desnudo, y con una mano agarré a Vanitas y lo atraje hasta donde yo estaba, invitándolo a que me imitara. Al principio no estaba muy por la labor, pero poco a poco se fue soltando, aunque lo suyo no eran besos, eran más bien mordiscos hambrientos, dejando chupetones por todo el torso de Lea. El pelirrojo sólo podía dejarse hacer, gimiendo e intentando contener la fuerza del interior de sus pantalones. Vanitas bajó hasta abajo y le desprendió los pantalones y los boxers, dejando a la vista la dura erección de Lea, que no era tan grande como la de Vanitas, pero que muy a mi pesar superaba a la mía. Vanitas no se cortó un pelo y comenzó a lamer aquel miembro húmedo, mientras yo le daba un largo beso a lea, entrelazando mi lengua con la suya en un potente baño de saliva y gemidos. Cuando rompí el beso me bajé hasta donde estaba mi musculoso moreno, y decidí ayudarle con su tarea. Ambos lamíamos con deseo el miembro de Lea, chocando varias veces nuestras lenguas, acabando en besos con lengua. Vanitas abandonó su posición y empezó a desnudarme mientras yo seguí con Lea. Ahora mi miembro estaba al descubierto.

-Ventus, por favor, prepárame -me rogó Vanitas mientras se tumbaba en el suelo boca-arriba y mostrándome su hambrienta entrada, aunque yo en ese momento estaba demasiado ocupado, pero Lea se cansó de estar parado y se le ocurrió satisfacer los deseos de Vanitas.

Lea se tumbó de lado junto a Vanitas, y yo le acompañé hasta volver a mi posición de felación. Lea sujetó los tonificados muslos de mi novio y los levantó para abrirse camino por aquella entrada totalmente depilada.

-¡Espera! ¡Es Ventus quien deb-aaaaahhhh -gimió cuando Lea introdujo la lengua por su entrada. Lea trabajó con bastante maestría aquel agujero, provocando gemidos en Vanitas que no había escuchado antes.

Yo estaba a lo mío cuando de pronto Lea se vino en mi boca, ahogando un grito de placer en la entrada de Vanitas.

  -Ventus, esto ya está bien dilatado, ahora te toca a ti -me dijo Lea mientras sujetaba mi mano y la llevaba a la entrada dilatada.

-¿Y tú qué harás mientras? ¿¡Vas a quitarle la virginidad a mi Ventus!? -gritó Vanitas irritado.

-Tranquilo, que ese privilegio te lo voy a dejar a ti. Ahora lo que más deseo es que me embistas con ese monstruo que reina entre tus piernas...

Lea no le dio tiempo a responder y, por increíble que parezca, se colocó de una sola sentada en el miembro de Vanitas, llegando hasta el fondo de una sola estocada y haciendo emitir a Vanitas un sonoro gemido.

-¡¿Có-Cómo has hecho eso?! -exclamé emocionado al ver la facilidad para auto-penetrarse de una sola vez, con ese monstruo y además sin haber sido dilatado.

-Digamos que he estado entrenando durante algunos años, después de todo Isa tenía un miembro más grande que el de Vanitas y tuve que realizar ejercicios de dilatación para no destrozarme el recto -respondió con un tono rojizo en las mejillas.

-¡¿Más grande que el de Vany?!

-¡Ya te he dicho que no me llames as-aaaaahhhh -callé a Vanitas con una potente embestida.

Ahora Vanitas estaba tumbado boca-arriba, Lea sentado sobre su miembro, y yo le daba la espalda a Lea, penetrando a Vanitas. Lea se movía con movimientos ágiles verticales, mientras, yo no quería quedarme atrás, y embestía a Vanitas con fuerza, sintiendo arder su entrada. Vanitas estaba en éxtasis, de un momento a otro él se había convertido en el protagonista del trío, y nos tenía a Lea y a mí para él solito. Vanitas sujetó el miembro de Lea y comenzó a masturbarlo con movimientos rápidos para que le pudiera alcanzar.

-¡Ventus... aaahhhh! ¡Esto es... demasiado... aaaahhh! -decía Vanitas entre gemidos- ¡Voy a venirme! ¡Aaaaahhhhhh!

Lea y Vanitas se corrieron a la vez, y el pelirrojo se derrumbó encima del fornido pecho del moreno, sintiendo su agitada respiración contra él. Yo aún seguía embistiendo, una y otra vez sin descanso, pero por algún motivo no podía venirme.

-Lea... eres increíble -murmuró Vanitas mientras le abrazaba y se dormía con él en brazos.

Mi erección desapareció al instante, sacando mi miembro de la entrada del que ahora parecía el novio de Lea... Los observé durante un instante, abrazados juntos, como una pareja feliz. No pude evitar soltar una lágrima mientras subía a dormir a mi habitación. 

continuara.....             

                 

             

    

Amor InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora