Conociendo mi cuerpo

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Me desperté, vi la hora, 11:00 am, me levanté de la cama y me cepillé los dientes, saqué la ropa que me pondría y bajé a desayunar, mi madre se encontraba haciendo pan tostado:

-Buenos días ma. ¿Qué desayunaremos?

-Pan tostado, y leche.

-¿No me puedes hacer unos Hot Cakes?

-Calorías y más calorías, no, no puedo, tienes que cuidarte más, estas bastante llenita, ya bájale a la comida hija.

La miré con enojo, hice a un lado el pan tostado me levanté de la mesa y me fui a mi cuarto bastante molesta, me cambié y me observé al espejo, me levante la blusa y miré mi estómago.

-Es demasiado grande- pensé- tal vez si no tuviera esto, y esto, y esto, sería perfecto, quizá pueda hacer una dieta creo que eso ayudaría un poco, pero, ¿dieta?, bueno ya lo decidiré.

Tomé mi bolso, y salí de mi casa, pasé por el gimnasio y vi a Axel, aceleré el paso, y pasé desapercibida, sentí de nuevo el impacto en el pecho al verlo, pero no permití que las lágrimas nacieran de nuevo. Caminé y llegue al parque donde siempre me sentaba con mis amigas cuando salíamos de la escuela, había una fuente donde teníamos la costumbre de aventar monedas por el nombre del chico que nos gustaba.

-¡Elena! Buenos tardes, llegaste rápido ¿Y las chicas?

-¡Hola Chofa!, me dijeron que nos veíamos en Límite.

-¿En Límite? ¿Por qué ahí? -Límite era una tienda de ropa muy prestigiada donde vendían solo de las talla 7 a la talla 0.

-¿Algún problema? -dijo Elena.

-¡No ninguno! Vamos nos esperan.

Caminamos a lo largo de la orilla del parque, me platicaba sobre la sesión de fotos a la que iría, y me preguntó por Axel pero decidí evadirla, cosa que ella notó así que no preguntó más, cruzamos la calle y dimos vuelta en la esquina y encontramos a las demás chicas fuera de la tienda.

-¡Chofía! ¡Elena! Niñas que bueno que llegaron. -dijo Luisa, con mucho entusiasmo.

-¡Ya! Basta de saludos me urge gastarme el dinero- interrumpió Sabrina.

No pensamos más y entramos a la tienda, pero realmente me incomodaba mucho por el hecho de que eran tallas demasiado chicas y ninguna de ellas me quedaba ni por equivocación y eso me frustraba bastante, me acerqué a unos shores que me agradaron, entonces Elena se me acercó y me dijo:

-¿Por qué no te pruebas uno?

-Porque sé que no me van a quedar. -Le respondí agachando la mirada y con una sonrisa tonta.

-Creo que no pierdes nada con intentarlo.

Me tomó de la mano y me llevó al vestidor, las chicas se acercaron por la extrañeza de que me fuera a medir una prenda generalmente no lo hacía prefería hacerlo cuando estuviera sola, me metí al vestidor, me quité el pantalón y me dispuse a probarme el short, lo intenté subir y no subió de las piernas, me volví a ver al espejo, me miré con asco, con rabia y de nuevo las lágrimas quisieron apoderarse de mí, pero no lo permití. Me lo quité de inmediato y salí del vestidor, lo dejé en las piernas de Elena y salí como rayo de la tienda, ella fue detrás de mí y me tomo del codo:

-¡Sofía! ¿Qué pasa?

-¿Qué pasa? Pues lo mismo de siempre, la ropa nunca me queda, y nunca me quedará ¿Qué no me ves? Soy un verdadero monstruo.

-Tranquila, ven tengo una idea.

Me llevó a un centro comercial que se encontraba cerca de donde estábamos, vimos una báscula Elena se dirigió a ella y busco unas monedas en sus bolsillos.

-Súbete, veremos cuanto pesas.

-Pero, Elena, no, ¿Para qué?

-¿Cómo que para qué mujer? Para empezar a llevar un control de tu peso y pues, hacer ejercicio juntas y llevar una alimentación más saludable.

Miré la báscula y miré a Elena. Y puse un pie arriba del escalón:

-Ni una palabra de esto ¿Ok?

-Ok, lo juro.

Me subí por completo, no quería verla pantalla, cerré los ojos y la luz que se encargaba de medir mi estatura se detuvo, abrí los ojos y recibí el papel:

191. 85 Libras = 87.200 Kilogramos.

Su índice de Masa Corporal es 32.74 Kg/m2.

Usted sufre de obesidad.

Me quedé atónita, arrugué el papel, y se lo di a Elena.

Y me dijo:

Veamos, estas pasada por 33 kilogramos- susurró en voz baja- pero no te preocupes, verás que si le echamos ganas, todo saldrá bien y estarás hermosa, más de lo que ya estás, y más para el recital, verás que estarás espectacular.

-Elena, llévame a casa. -Fue todo lo que dije.

Salimos de centro, y justo al cruzar la calle nos encontramos a las chicas:

-¿En dónde estaban? -dijo Roxana.

-Fuimos a comprar unas cosas que necesitaba- Contestó Elena.

-¿Qué traes en la mano? -preguntó Luisa.

-Nada, Sofía se siente mal, la llevaré a su casa, nos vemos mas tarde.

Al momento de que nos empezamos a despedir, Roxana arrebató el papel de la mano de Elena y lo abrió de inmediato.

-¿Se subieron las dos a la báscula? -nos vio fijamente, y se echó a reír.

No lo porté y me fui, Elena me siguió pero no la escuché así que terminó por regresarse, llegué a mi casa y grité desde mi cuarto que ya había llegado, azoté la puerta y le puse candado, tomé una almohada y comencé a llorar, en eso sonó mi celular vi y era Roxana:

-¿Qué pasa Roxy?

-¿Estás llorando?

-¡No! Es que bostecé- fue lo primero que se me ocurrió.

-¡Claro que no! Bueno quería pedirte una disculpa pero pues no pensé que te fuera a molestar y las chicas se me fueron encima.

-No te preocupes, no pasa nada.

-¿Has oído hablar de Ana?

-¿Ana? No la conozco, ¿En qué grupo va? ¿O quién es o porqué?

-¡Jajajaja que tonta eres! Ana es la princesa de las modelos, la princesa que te transforma en una delicada mariposa, te lo dejo de tarea Sofía, igual te agrada la idea. Buenas noches.

Me quedé pensando, acaso ¿Había encontrado mi salvación?, de verdad existían esas princesas, brujería tal vez, fuera lo que fuera lo conseguiría.

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