Cara con la muerte

202 11 2
                                    

Cerré la puerta muy molesta, tomé un frasco de pastillas, había encontrado mi propia solución, me encerré en el baño, comencé a llorar, de un lado tenía las pastillas y del otro tenía el celular, el miedo me invadía, pero también la tristeza hacía de las suyas, no podía detenerme, pensaba en todo lo que había pasado, pensaba en las veces que ya había hecho llorar a mi madre, pensaba en Roxana, pensaba en Elena, en Axel, en mi papá, sabía que de alguna manera les había hecho un daño a cada uno de ellos, tomé 5 pastillas y me las tomé, después otras 5, recuerdo que me dio mucho sueño, no recuerdo como me levanté del piso, sólo recuerdo que una baba muy viscosa derramaba, me acosté y pensaba:

¿Así se siente cuando mueres? Y me quedé dormida.

Al día siguiente desperté, mire alrededor, y vi un mamila con leche, me toque la cara, bajé las escaleras, y vi a mi mamá, regresé a mi cuarto, y sabía que no había pasado nada solo me había dopado. "Ni la muerte me quiere"- pensé- no entendía que era lo que había pasado.

-¿Se puede?

-Claro mamá pasa.

-¿Cómo te sientes?

-Mal.

-¿Qué tienes? Las pastillas te hicieron vomitar, encontré el pomo tirado y la leche lo cortó de inmediato. ¿Te duele algo?

-Sí, el alma.

-Sofía yo quise decirte nada lo que te dije, discúlpame hija.

-No, no te preocupes, tienes razón.

-No no la tengo.

-Oye mami, ¿Qué sentirías si yo no viviera?

Mi mamá me vio con una cierta tristeza, puso su mano en el pecho, y volteó a otro lado.

-¿Por qué dices eso hija?

-Mami, yo no quiero vivir.

-Sofía no digas eso por favor, no sabes que feo siento oírte decir eso, mi vida, yo no sería nada si no te tuviera, te regalé la vida con todo el amor del mundo, tu eres una parte de, eres como mi segundo corazón, si tú me faltaras yo ya no estaría viva porque mi principal motor ya no estaría.

-Perdón mamá no quería incomodarte con tal cosa.

-Tienes cita con la doctora hoy, vístete.

-Ok mami.

-Sofía, te amo.

Esas dos palabras, me oprimieron el pecho y me hicieron recordar lo de la noche anterior, sabía que no estaba haciendo bien, que estaba mintiendo porque a veces dejaba que Mía me ganara y volviera a lo mismo, no me sentía feliz, yo no tenía ganas de vivir, pero gracias a esas dos palabras entendí que no podía permitir que una enfermedad me ganara.

Aunque cada vez me resultaba un poco más complicado, me conocía perfectamente y me daba un poco de miedo poder retirarme del todo, todo era muy raro, las fotos ya no me gustan, no me gusta verme en ningún lado, pero tenía que volver a intentar un cambio más, si yo sola me metí yo sola me saldría, pensé que sería igual de sencillo, pero creo que fue un poco más complicado de lo que creí.

FrágilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora