Capítulo 1. Viejos recuerdos y proposiciones raras
Daba comienzo un día como otro cualquiera, con su cielo azul surcado por nubes, con sus pajarillos cantando alegres y los rayos matutinos despuntando entre los edificios. Se veía realmente apacible y tranquilo...aunque no para todos. En ese momento un despertador sonaba en un pequeño apartamento de estudiantes intentado levantar a su propietario.
Pi pi pi piiii!!!
- Uhm...-se quejaba a la vez que se revolvía como un niño pequeño que le pide cinco minutos más a su madre.
Un joven de dieciocho años y cabellos verdes yacía adormilado sobre una cama de lisas sábanas blancas. Aun siendo consciente de que debía despertarse no se le veía con ánimos de hacerlo y menos de dignarse a apagar el irritante aparato que no dejaba de sonar.
Pi pi pi pi piiiiiii!!!
Pero tras unos minutos de incesantes pitidos no había dios que siguiera durmiendo.
- Ains... está bien, ya me levanto...
Despejándose como pudo y todavía con los ojos cerrados golpeó a tientas la fuente de su desvelo hasta dar con el botón de apagado. Por mucho que intentara habituarse a madrugar jamás se acostumbraría.
Se encaminó al baño donde se dio una ducha rápida y luego volvió para vestirse. Se puso su uniforme corriendo y salió disparado de casa rumbo al instituto, ya llegaba bastante tarde, si se retrasaba más no le dejarían entrar y lo que menos le apetecía era tener que quedarse plantado en el pasillo. Aunque por suerte era el último día de clase y si las aprobaba todas podría descansar durante el verano.
- Qué hay Zoro!- le saludó amigablemente un chico de pelo violeta- hoy has llegado rasantillo, un poco más y no entras jeje...
- Ya, es que no me acostumbro a madrugar.
- ¿Seis años teniéndote que despertar a las siete para ir a clase y aún no te acostumbras?
- Supongo que soy de sueño profundo.
- Bien chicos ocupen sus puestos- dijo un señor mayor con canas y una sonrisa permanente en los labios; todos se sentaron y prosiguió- hoy, como es el último día de clases del curso, podrán salir antes, sólo tendrán que recoger las notas.
- ¿¡Y por qué nos han hecho venir tan pronto!?-se quejó uno de los alumnos; "eso mismo digo yo" se decía mentalmente el peliverde.
- Para que aprovechéis la mañana. Bien, si no hay más interrupciones, prosigamos con la entrega de boletines y recordad que si tenéis alguna suspensa deberéis pasaros el verano estudiando, si no podréis presentar vuestras matriculas en la universidad.
El profesor fue llamando en orden de lista a los chavales para que recogieran sus respectivos papeles. Cada cual ponía caras más raras entre decepcionados-deprimidos e incredulidad-alivio al ver los resultados. Cuando las tenían en las manos iban saliendo de la clase dejando solos a los pobres que todavía no habían recibido las noticias. En esos momentos el peliverde se lamentaba de llamarse Roronoa Zoro, siempre le tocaba el último y en esos momentos lo que más deseaba era salir pitando. "Que lo haya aprobado todo" se repetía una y otra vez, estaba tan inmerso en sus rezos que no se dio cuenta de que le llamaban.
- Roronoa Zoro, recoja sus notas.
Se levantó lentamente temiendo lo peor, pero cuando recogió el boletín dio un salto de alegría y salió corriendo como alma que lleva el diablo agitando el papel cual bandera y diciendo a gritos por la calle:
- ¡¡¡¡¡¡HE APROBADO!!!!!!
Después de la carrera y, algo más tranquilo, llegó a casa. No era muy grande pero tenía lo suficiente para vivir bien. Estaba decorada con motivos japoneses en grises y negros dando un aire antiguo; en un lateral había una mesa con cuatro sillas y enfrente un sofá rojo; la cocina hacía esquina, bastante pequeña respecto al resto, y se comunicaba con el salón a través de un arco y una barra americana; el baño un pequeño cuadrado con lo imprescindible y la única habitación del apartamento con una gran cama de matrimonio pese a que vivía solo.
- Bien, ¡esto hay que enmarcarlo!- dijo levantando las notas con estrellitas en los ojos- Uhm... creo que tenía un marco en mi cuarto...
Seguidamente se dirigió a su habitación a buscar el portafotos pero por más vueltas que le daba no lograba encontrarlo. Después de veinte infructuosos minutos de búsqueda recordó haberlo dejado en una caja en lo alto del armario; con esfuerzo y teniéndose que subir a una silla logró alcanzarla. Luego bajó con ella en manos y se sentó en la cama para cotillear el interior.
Ésta contenía unos pocos libros antiguos, algunos recuerdos y en efecto, había un marco junto a un sobre algo abultado. Cogió ambos y se tumbó sobre la cama observando detenidamente el portafotos que ya tenía una imagen dentro; en ella se le veía a él junto a un hombre mayor de pelo negro y dorados ojos semejantes a los de un halcón, ambos sonreían y parecían felices. Entonces no pudo evitar recordar...
**Flashback**
Recorría las calles sin prestar atención al entorno, escuchando música a un volumen considerable como para no oír nada de alrededor. No hacía mucho que había salido de clase, que por aquel entonces, apenas acababan de empezar el segundo trimestre. Caminaba despreocupado cuando notó que algo tiraba de su brazo y le había hecho caer al suelo. Luego se oyeron una frenada brusca y un montón de pitidos enfadados del claxon de un coche. Alzó la vista quitándose los cascos responsables de su burbuja sensitiva para ir a dar con unos ojos que le miraban fijamente, en ellos se atisbaba algo... ¿preocupación?
- ¿Estás bien, chico?-
- E... s-sí, creo que sí- respondió el muchacho.
- Uf... deberías mirar más por donde vas, casi te atropella un coche cuando cruzabas en rojo. Menos mal que te cogí, poco más y te arroyan.
- No me había dado cuenta...iba distraído...y- dijo masajeándose un poco la cabeza- gracias por salvarme.
- De nada. Oye, ¿cómo te llamas?
- Roronoa Zoro.
- Muy bien Zoro, yo soy Dracule Mihawk, ven te acompañaré a casa.
**Fin del Flashback**
Después de aquello habían quedado varias veces. El mayor lo llevó a toda clase de lugares divertidos dónde el peliverde no paró de tomar fotos cual guiri por Benidorm. Él se sentía muy bien junto a aquel hombre, como si fuera la pieza clave en el puzle de su vida que siempre había estado buscando. Pero por casualidades del destino un día Mihawk tuvo que irse de viaje de empresa y perdieron el contacto, de ello hacía ya prácticamente medio año.
Siguió mirando las distintas instantáneas que contenía el sobre. En todas, los protagonistas eran él o el pelinegro. Se le dibujó una sonrisa al ver una de ellas en la que salía abrazado al mayor. "Esos sí que fueron buenos tiempos" pensó el joven. Cierto era que sólo habían salido como amigos pese a que se llevaban bastantes años, pero él lo apreciaba como algo más. Le hubiera gustado tener la oportunidad de aclararse antes de que el mayor se fuera pero no se puede tener todo... en ese momento sonó su móvil.
"Mihawk??" se le abrieron los ojos de par en par al ver el origen de la llamada. Ya era mucho tiempo que no hablaban pero no había borrado su número. Contestó.
- ¿Sí?
- ¿Zoro? Mira soy yo, quería pedirte un favor.
- Amm... claro, lo que quieras- contestó un poco dudoso "a ver qué cosas raras me pide este"-.
- Necesito que seas mi hijo.
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Por una apuesta terminé siendo tu hijo (MiZo) #1
FanfictionUn joven Zoro recibe una llamada mientras rememora viejos recuerdos. La voz que escucha al otro lado de la línea hace que se agite su corazón; "-Oh no, cualquiera menos él... ¿Si?" "-Tengo un favor que pedirte, necesito que seas mi hijo". La h...