Capítulo 13. Encontrando a quien no esperas

408 42 3
                                    

13. Encontrando a quien no esperas.

¿Te has dado cuenta que cuando esperas algo, el tiempo siempre se empeña en transcurrir condenadamente lento? Pues justo eso es lo que le ocurría a Zoro. Aprovechando el intervalo hasta que tuvieran que bajar al pueblo, el peliverde se pasó desde el final del partido hasta bien entrada la tarde dándole vueltas al asunto "cama". El tiempo libre le hacía pensar, y pensar tener más dudas. Preparaba mil preguntas y mil formas de abordar la conversación con su padre respecto a ese tema y luego las desechaba al instante porque ya no le parecían adecuadas. "Lo mejor sería que pareciera una charla espontánea más" pensó "pero lo difícil es hacerlo".

Finalmente resolvió que cuanto antes lo supiera todo, mejor, tanto para él como para su cabeza (empezaba a dolerle de tanto pensar). Además la incertidumbre le consumía por dentro.

Eran poco más de las siete y media de la tarde. La que se había convertido en la telenovela favorita de todos retransmitía el segundo nuevo capítulo del día y consecuentemente ellos se encontraban pegados cual lapa al televisor. Aquel horario de 6-8 era sagrado. No se permitía la más mínima interrupción.

Zoro, el único que no era un devoto adepto a la serie, daba vueltas en el sillón en el que se encontraba. De color arena con remates en chocolate y agradables reposabrazos de un suave tacto aterciopelado; cómodo lo miraras por donde lo miraras. Además combinaba a la perfección con el estilo campestre del salón. Sin embargo, el peliverde no encontraba una posición satisfactoria. Mihawk estaba sentado a su lado en un sillón idéntico. Tenerle tan cerca no hacía otra cosa sino acrecentar su nerviosismo. Lo sentía por la telenovela, pero no aguantaba más, tenía que preguntárselo. Cogió a su padre del brazo, separándole del televisor a regañadientes, bajo la frase que todos más temen "Tenemos que hablar". Aunque en su caso estaba justificado.

Al moreno, en un principio molesto por perderse el final del capítulo, se le heló la sangre cuando Zoro pronunció las palabras malditas. Ninguna conversación de pareja que iniciara con esos vocablos había terminado bien. Mientras él pensaba en las posibles causas para que su hijo requiriera hablar con él de tan imperiosa necesidad, se dejó guiar por el chico a una habitación más apartada, casualmente la cocina. Aunque tampoco es que conversando en el salón alguna persona les hubiera prestado el mínimo interés, ensimismados como estaban con la serie. Se preparó para preguntar el porqué de aquella charla, mas el peliverde se adelantó.

- Antes de que digas nada, quiero que sepas que no es nada malo. Te quiero Mihawk, como no había querido a nadie. Pero... tengo ciertas dudas respecto a lo ocurrido la noche pasada...

"Dudas" repitió en su mente el mayor. Si las palabras de antes eran malas ahora las malditas dudas aparecían para sumarse al cóctel. Mira que en su momento lo pensó, pero no, prefirió dejarse llevar, quizá disfrutar de un regalo que no era para él. En fin, lo hecho, hecho estaba. Y puede que no se refiriera a ello en mal sentido.

- Yo... esto, cómo decirlo- empezó el peliverde-

- ¿Sí?- le ayudó un poco el moreno, instándole a continuar-

- Verás, no me...

- ¡¡Zooorooooo!!

El grito de Luffy se esparció por toda la casa, interrumpiendo sus palabras. De verdad que ese chico no podía ser más inoportuno.

- ¡Venga tío, vámonos que llegamos tarde!

El peliverde bajó la cabeza con aire abatido, no había podido preguntarle sus dilemas a Mihawk y ahora tendría que vagar con la espinita de la incertidumbre clavada hasta que regresaran a la hacienda después de pasear por el pueblo y ver el concierto. Palpó rápidamente sus bolsillos, comprobando que lo llevaba todo.

Por una apuesta terminé siendo tu hijo (MiZo) #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora