6. Una medicación nunca tuvo mejores efectos secundarios.
Su corazón había comenzado a bombear furiosamente con las palabras del mayor, en consecuencia su pulso se aceleró y sus latidos fuertes y ruidosos resonaban en sus oídos hasta tal punto que podría haber asegurado que Mihawk los oiría. Para completar el cóctel de sensaciones que estaba sintiendo se añadió un inesperado calor que tiñó sus mejillas de un adorable carmín. No podía ser que unos vocablos dichos en un momento así y con clara intención de sonar irónicos provocaran tales consecuencias...por buenas que fueran.
- ¿Q-Qué?- fue lo único que atinó a preguntar.
- Creo haber sido claro. Sí, acepto.
La cara del joven seguía descolocada, sus ojos igual de desorbitados y la boca abierta cual pez fuera del agua. No alcanzaba a entender todo lo que había pasado en apenas unos segundos. Por una parte no podía negar que no hubiera estado esperado este momento, ¡a quien quería engañar, se moría de ganas de tener ese tipo de relación con el mayor! Verlo de nuevo, comportarse como lo hacía y pasar tiempo juntos no había hecho más que avivar los rescoldos de unos sentimientos que jamás llegaron a consumirse por el paso del tiempo. Pero, por otro lado, le preocupaban las circunstancias en las que habían llegado a esa situación, ¿qué pasaría cuando él estuviera totalmente recuperado y no necesitara que fuera su niñera?
Aprovechando el desconcierto del peliverde, y después de cerciorarse de que nadie les veía (no podían arriesgarse a que su tapadera se descubriera), Mihawk tomó suavemente del mentón al joven acercándose a él y depositando la pastilla en su boca, cerrándosela luego con el primer y más magnífico beso que Zoro jamás había recibido; evitando a la vez que protestara de nuevo por el medicamento.
Al fin y tras mucho haberse reprendido mentalmente sólo por pensar en ello, había probado los suaves labios de su hijo, bueno, del ahora su novio.
Después de descubrir lo que sentía por el muchacho no había estado en sus cinco sentidos comportándose como debiera haberse comportado. Prolongaba los contactos con él lo más que podía, tomando su mano o con caricias furtivas cuando nadie miraba. Por las noches bajo la excusa de controlar su estado se había quedado velándole siendo la realidad que sinceramente no quería apartarse de su lado; y ahora, cuando el chico le dijo que la única forma en que él podría cuidar de su salud sería siendo su pareja, por mucha ironía que tuvieran sus palabras, encontró el pretexto perfecto para cumplir sus deseos. Los de ambos.
Cuando el peliverde ya hubo tragado la pastilla a traición el beso no se rompió, ni él quería hacerlo. Lentamente, debido a la sorpresa con que le había pillado todo, fue alzando sus brazos, que hasta el momento habían permanecido inmóviles a sus costados, de forma insegura envolviéndolos en el cuello del mayor en un tímido intento de profundizar y hacer más duradero el contacto.
Finalmente, a desgana por ambas partes tuvieron que separarse, pues el aire siempre faltaba cuando más querías que permaneciera en tus pulmones.
- ¿Ves como no era tan malo tomarte el medicamento?- le dijo el moreno nada más cesar el beso.
- No, no lo era. Si lo haces así siempre, podría llegar a acostumbrarme a las pastillas- le miró a los ojos con un adorable sonrojo sobre sus mejillas.
- Entonces habrá que repetirlo con la siguiente dosis -le sonrió, todavía no se creía lo que acababa de hacer-. Descansa- dijo en último lugar encaminándose de nuevo al interior de la casa.
Cuando el mayor ya hubo desaparecido de su campo de visión, Zoro se recostó contra el tronco del árbol más cercano, dejándose caer hasta el suelo resbalando por la rugosa corteza. Se le había quedado una cara de tonto que ni él mismo se habría reconocido frente a un espejo.
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Por una apuesta terminé siendo tu hijo (MiZo) #1
FanfictionUn joven Zoro recibe una llamada mientras rememora viejos recuerdos. La voz que escucha al otro lado de la línea hace que se agite su corazón; "-Oh no, cualquiera menos él... ¿Si?" "-Tengo un favor que pedirte, necesito que seas mi hijo". La h...